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LA REFORMA UNIVERSITARIA

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Si bien desde sus comienzos las universidades argentinas tuvieron algunas actividades de investigación, recién a principios del siglo XX surgieron iniciativas y grupos de investigación reconocibles, especialmente en las instituciones más importantes.

La Universidad de La Plata, creada por ley en 1889 pero que comenzó a funcionar recién en 1897 y se nacionalizó en 1905, se convirtió en el centro de la ciencia experimental en el país gracias a sus carreras en medicina, ingeniería, química y farmacia, física y astronomía, algunas de las cuales no existían en otros centros de educación superior.

En febrero de 1912 se sancionó la Ley Sáenz Peña, que instauró en nuestro país el voto universal, secreto y obligatorio, con la salvedad de que la “universalidad” solamente incluía a los varones. Las mujeres recién podrían votar masivamente casi cuatro décadas después, en 1951 (aunque algunas lo hicieron antes, como Julieta Lanteri).

Esta ley fue sumamente importante porque permitió que las clases media y obrera empezaran a participar activamente de los procesos políticos antes restringidos a las élites. Y estas mismas personas fueron clave seis años más tarde, como parte de un movimiento estudiantil que tuvo su epicentro en Córdoba, pero se expandió por todo el país e, incluso, por toda Latinoamérica: la Reforma Universitaria.


Hacia 1918 había cinco universidades en Argentina. Todas ellas eran públicas: tres pertenecían a la nación (Buenos Aires, Córdoba y La Plata) y dos eran provinciales, y se nacionalizarían poco después: la del Litoral, en la provincia de Santa Fe, y la de Tucumán. Pese a que la Universidad de Córdoba ya llevaba más de 400 años de historia, y ahora formaba parte de un Estado nacional, sus autoridades clericales no parecían tener intenciones de modificar un sistema que todavía presentaba rasgos autoritarios, dogmáticos, elitistas, racistas, colonialistas y nepotistas. Sin contar, además, con que ninguna mujer pisaba sus aulas.

En junio de ese año, y con algunos antecedentes en meses anteriores, un grupo de universitarios cordobeses inició una protesta que llevó a una huelga estudiantil. Con apoyo de intelectuales y docentes, reclamaban la democratización del gobierno universitario, la autonomía, la gratuidad, la promoción de la ciencia y la investigación, el compromiso con la sociedad y la libertad de cátedra. El conflicto se extendió rápidamente a otras universidades del país y cruzó las fronteras: durante la década de 1920; la Reforma Universitaria estaba en la agenda de toda Latinoamérica. Las luchas reformistas en Argentina se extenderían en los años siguientes, en busca de nuevos avances y también tratando de impedir retrocesos.

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