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DICTADURAS, DEMOCRACIA, DICTADURA

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Tras el golpe de Estado y la Noche de los Bastones Largos, la dictadura de Onganía descentralizó el sistema universitario. Su objetivo era evitar que se concentraran grandes masas de estudiantes en un mismo espacio y, para eso, fundaron trece universidades nacionales.

Bajo este mismo régimen militar, se creó en 1969 el Consejo Nacional de Ciencia y Técnica (CONACyT), con una secretaría cuyo objetivo era planificar y ordenar la dispersión institucional del sector.

Cuando Onganía fue destituido en 1970, la Junta de Comandantes convirtió la Secretaría del CONACyT en la Subsecretaría de Ciencia y Técnica. El plan que elaboraron para el sector científico era ambicioso y hasta el día de hoy sus objetivos siguen intentando ser alcanzados: que la inversión en ciencia y tecnología fuera equivalente al 1,5% del Producto Bruto Interno (PBI) y que el 50% de la financiación se destinara a investigaciones orientadas a resolver problemas de los distintos sectores económicos. También se propusieron promover el regreso al país de científicos y técnicos en el exterior y federalizar la ciencia por fuera de las áreas metropolitana y pampeana.

En 1973 asumió Héctor Cámpora, elegido de manera democrática. Ese mismo año comenzó a actuar la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), un grupo parapolicial de derecha que amenazó, persiguió y asesinó a personas cuya ideología asimilaban a lo que entendían como “marxismo” o “comunismo”. Entre ellos se encontraban estudiantes y docentes universitarios, artistas, intelectuales y militantes de diferentes partidos políticos. En su breve gobierno de 49 días, Cámpora dispuso la intervención del Conicet y las universidades, que duraría varios años más allá de su mandato. Tras su renuncia, y durante la tercera presidencia de Perón, una vez vuelto de su exilio en España, se crearon nuevas carreras, se abrieron cátedras y se cambiaron planes de estudio. También se produjeron cambios en el estatuto de la Carrera de Investigador Científico: sus investigadores pasaron a ser personal civil de la nación y ya no fue necesario que se desempeñaran como profesores universitarios.


Tras la muerte de Perón, durante el gobierno de María Estela Martínez (“Isabelita”), asumió como ministro de Educación Oscar Ivanissevich, quien ya había ejercido el mismo cargo entre 1948 y 1950, durante la primera presidencia de Perón. Ivanissevich instauró una política autoritaria y extremadamente conservadora en la universidad pública. En septiembre de 1974 designó a Alberto Ottalagano, autoproclamado fascista, como rector-interventor de la UBA. Ottalagano estableció el ingreso restrictivo y los cupos, despidió a miles de docentes y profundizó la vigilancia y la persecución. Durante su gestión, once estudiantes resultaron muertos y cuatro desaparecidos. Era apenas una muestra de lo que ocurriría en los años por venir.

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