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IV. EL CAMBIO TÉCNICO Y LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO FACTORIAL

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La relación entre los precios relativos y la composición factorial aún es objeto de debate. Cuevas (2000a, 2001a, 2001e) muestra la forma como clásicos y neoclásicos han asumido el análisis de la relación entre la variación en el precio de los factores y el cambio técnico. Subraya la poca evidencia de la causalidad entre el precio del factor y la relación tecnológica. Sobre todo, en el caso del capital. La tasa de interés puede estar determinada por el equilibrio entre el ahorro y la inversión, sin que guarde ninguna relación con el costo del capital. La forma como el precio del factor se relaciona con la intensidad del capital todavía es objeto de análisis. Cuevas (2001a, p. 22) establece la diferencia entre dos procesos, que pueden ser complementarios y simultáneos. El primero es la elección de la industria incipiente, y el segundo es la escogencia de la técnica de producción dentro de cada industria.

Para el pensamiento clásico siempre fue claro que la relación factorial tenía impactos sobre la distribución del ingreso y de la riqueza. Rojas indaga por el vínculo entre el cambio técnico y la distribución del ingreso. A partir de las matrices insumo-producto se pregunta si hubo cambio técnico y examina su impacto sobre la distribución del ingreso. Comienza definiendo las características del cambio técnico y la diferencia entre el “neutral” y el “no neutral”.

En Valor y sistema de precios, Cuevas (1986a) insiste en que no es posible comprender el desarrollo de la economía capitalista “sin establecer las leyes que regulan la distribución del ingreso”. El origen estructural de la distribución se debe buscar en la “estructura básica” de la sociedad, que determina la distribución entre salarios, ganancias y rentas. Este es el ingreso factorial, que resulta de las dinámicas de la economía, y no incorpora los efectos de la política fiscal, entendida como la conjunción de impuestos y subsidios.

En la mayoría de las sociedades la distribución factorial del ingreso es muy desigual porque el mercado tiende a polarizarse. Gracias a que en los países desarrollados la política fiscal es progresiva (impuestos para los ricos y subsidios para los pobres), el Gini se reduce de manera considerable. En Bélgica, por ejemplo, pasa de 0,50 a 0,24. Este cambio muestra que la política fiscal es de carácter progresivo. En Colombia el Gini antes y después —de impuestos y de subsidios— prácticamente no se mueve y permanece en niveles relativamente elevados, cercanos al 0,6. Ello significa que entre nosotros la política fiscal no es capaz de modificar la distribución factorial del ingreso.

Rojas recuerda el significado que Harrod (1961) le atribuye al cambio técnico neutral. Desde la perspectiva de la distribución del ingreso, es neutral cuando deja “invariable la distribución del producto nacional entre el trabajo (en el más amplio sentido) y el capital”. Observa que, en Colombia, entre 1969 y 2000, no hubo cambio técnico neutral porque empeoró la participación del salario y la distribución del ingreso se deterioró.

Rojas diferencia tres efectos del cambio técnico: el tecnológico (ET), el distributivo (ED) y el de interacción (EI). Afirma:

[…] un cambio en el sistema de precios obliga a otro cambio en el pago de factores y el modo de utilización de los insumos, hecho que se representa en el EI y mide el cambio originado sobre el sistema de precios producto de la simultaneidad de ambos efectos.

Esta relación entre el precio del factor y la intensidad del capital es puesta en duda por Cuevas (2001a). En su presentación de lo que llama el modelo “clásico ampliado”, o el modelo “neoclásico general”, la tasa de interés no está determinada por la productividad marginal del capital, sino por el equilibrio entre el ahorro y la inversión.

Rojas observa que, en el largo plazo, en Colombia la relación inversa entre la tasa de salario y la tasa de ganancia se mantiene constante. El cambio técnico, concluye, ha tenido “un efecto de empeoramiento de la distribución del ingreso”. La participación de los salarios ha caído, y la brecha entre el capital y el trabajo se ha agudizado.

En general, confirma que desde mediados del siglo XX la economía colombiana no ha logrado mantener una dinámica continua de acumulación. Y, además, se ha vuelto más inestable. La apertura económica aumentó la volatilidad.

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