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¿Por qué es tan bendita?

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Cuando llega la TSH que proviene de la hipófisis a la tiroides, empieza el desarrollo de formación de las hormonas tiroideas, un proceso muy complejo cuyo detalle complicaría la lectura. Basta con decir que se necesitan que estén dadas muchas condiciones, por ejemplo, que en la sangre haya yodo suficiente, entre muchos otros minerales, proteínas y enzimas que resultan imprescindibles. Este es el motivo por el cual la alimentación juega un rol crucial en todo el equilibrio buscado, sobre todo en los niños pequeños, cuyo desarrollo intelectual se ve influenciado de manera determinante por el funcionamiento tiroideo.

El yodo es un nutriente esencial que se obtiene a través de la dieta. Teniendo en cuenta la distribución irregular en los alimentos, en el agua y en los hábitos de consumo de las distintas poblaciones en el mundo se presentan diferencias en cuanto a cada región geográfica. En la Argentina, resulta difícil llegar a cubrir la cantidad diaria que necesitamos para tal fin a través de la dieta, motivo por el cual se comenzaron a realizar muchas acciones destinadas a prevenir este déficit poco conocido en la alimentación de las personas. Por ello se decretó la Ley 17.259 con la finalidad de obligar a todos los productores de sal de mesa a agregarle yodo con el objetivo de prevenir que la falta de este mineral en el régimen alimentario ocasione la imposibilidad de formar hormonas tiroideas necesarias. Más adelante podrán encontrar todas las recomendaciones dietéticas para que su reloj funcione lo mejor posible sin importar el modelo.

Ahora bien, la glándula tiroides secreta dos tipos de hormonas activas: la T3 (triyodotironina) en poca cantidad y T4 (tiroxina) que es la hormona principal. La T4 es tan importante porque va recorriendo todo el cuerpo y transformándose en el resto de T3 que necesitamos para completar la escasa cantidad que genera la glándula.

A su vez estas dos hormonas pueden estar libres circulando en la sangre y cumpliendo sus funciones de manera autónoma o unidas a proteínas que las vuelven inactivas. Suelo denominar a esas proteínas con el nombre de “vigilantes” que las lleva de la mano prohibiéndoles cumplir su función. Así mis pacientes pueden entender que ‒para que el reloj marque bien la hora‒ también es requisito indispensable que exista una cantidad normal de “vigilantes”.

Si hay un exceso de vigilantes, no tendremos la cantidad de hormona libre que podemos necesitar; pero si tenemos pocos, habrá más hormona libre ejerciendo su función, lo cual también generará que se acaben muy rápido.

Lo más importante de toda esta explicación que quizás confunda un poco es que, para evaluar en los análisis de sangre las hormonas que están trabajando, resulta fundamental evaluar la fracción libre de ellas, ya que la totalidad se reserva solo para casos específicos que un médico experto en el tema sabrá solicitar según la sospecha que se le presente y el caso individual del paciente.

Por ejemplo, algunas situaciones en las que aumentan los estrógenos (embarazo, toma de anticonceptivos orales, terapia hormonal de reemplazo) o pacientes que toman corticoides pueden tener muchos vigilantes circulando en la sangre y en esas situaciones es donde todas las hormonas que circulan en la sangre unidas a proteínas transportadoras darán falsamente aumentadas.

Otro tema importante para que el reloj dé bien la hora es que la cantidad de T4 que se convierta a T3 ocurra al compás correcto que necesita esta orquesta. Diversas condiciones clínicas que generan inflamación, enfermedades crónicas, déficits vitamínicos, disbiosis (desequilibrio de la flora intestinal), dietas locas, estrés, entre muchísimas otras situaciones pueden alterar el ritmo.

¿Es estrés o tu tiroides?

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