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Pasajeros de un sueño colectivo

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El proceso por el cual nuestra Esencia va quedando obstruida por todas las adaptaciones que el ser humano debe hacer a lo largo de su vida, se describe de manera metafórica como “ir quedándonos dormidos”. La Humanidad vive dormida, y el propósito de una vida con Sentido es despertar.

Entrenarse para vivir despiertos es a lo que apuntan las tradiciones espirituales, cada vez más respetadas en los ámbitos científicos y por la Psicología. Si tan solo te detienes ahora en la lectura y recorres lo que sucedió ayer, durante la semana, o de aquí a un año atrás, posiblemente coincidas en reconocer que la mayor parte de lo vivido se desvaneció en el olvido.


“Mientras el presente era presente pasó, sin que nos detuviéramos por dentro a verlo pasar. Allí estaba mi vida, pero la dejé sola de mí”… Vivir dormidos es como ser tristes sonámbulos de una biografía que termina no siendo la nuestra: aquella singular historia que nuestra Esencia vino a encarnar se vuelve una historia del montón, donde nuestra singularidad queda perdida en el Olvido de Sí.


La metáfora de vivir sumergidos en un sueño aparece tanto en los cuentos y fábulas de distintas culturas como en textos sagrados de diferentes tradiciones: desde el Jesús que encuentra a sus discípulos dormidos y se los recrimina, a Siddharta Gautama, que deja su palacio cuando todos duermen, para buscar el Camino del Despertar, y transformarse en el Buda.

Nuestra Esencia es como la Bella Durmiente que, con toda su corte, queda suspendida en estado de sopor durante cien años, hasta que el príncipe valiente la despierta, habida cuenta de que tal príncipe también es algo que está dentro de nosotros y representa, como la palabra lo indica, el “principio” de algo nuevo: otro nivel de conciencia.

¿Es diferente nuestra situación? No. Creemos estar despiertos, pero en general la persona que trata de poner comprensión en su propia vida, con solo mirar unos años hacia atrás advierte situaciones con las que estaba identificada, pero ya no. Ve, entonces, cuán dormida estaba en ese vínculo, en ese rol, actuando desde aquellas actitudes...


Mientras uno está dormido, sueña que está decidiendo, pero se encuentra preso de creer que es libre y solo puede advertir ese estado de ilusión (Maya, para los hindúes) cuando ha salido de él.


El doctor Charles Tart, referente de la Psicología Transpersonal) ha llamado “trance consensual” a ese estado de “sueño” personal y colectivo. Refiere a que se genera un consenso cultural acerca de quién soy, cómo es ser un hombre, una mujer, una pareja, criar un niño, generar recursos económicos, etcétera, etcétera, pero en ese trance no hay nadie que decida: es nuestra mecanicidad condicionada que va reaccionando ante los estímulos vitales, según lo aprendido (intelectual, emocional y corporalmente).

El fin del autoodio

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