Читать книгу En vivo y en directo - Fernando Vivas Sabroso - Страница 49

El 9, canal coaxial del 4

Оглавление

Tras el desgaste gremial de los empleados del pionero y quebrado canal 9 vinieron los retiros voluntarios, los jales y el despiste de los que no sabían ya si la televisión era lo suyo.

En esas condiciones, al canal 4, a través del socio común Iván Blume y con el propio Nicanor González negociando la renuncia de los resistentes, le fue fácil afirmar su compra. El dúo de América ya tenía bastante con manejar su red radial y su canal en feroz competencia con Panamericana, pero la segunda generación de los Umbert y González estaba inquieta y necesitaba terrenos donde afirmarse y darse golpes sin dañar los cimientos de la empresa matriz. Así que cuando las primeras desavenencias entre Nicanor hijo y Mauricio Arbulú (esposo de la hija mayor de un chancletero Umbert y tratado cual primogénito) amenazaron la armonía de la sociedad, apareció el 9 como un nueva cancha de juego para los jóvenes. Nico pasó a dirigirlo y Mauricio se encargó de las oficinas de provincias del 4.

El nuevo 9 no fue tratado como una simple sucursal. Era una planta alternativa que tantearía tanto o más que América, y en la que no se escatimarían recursos de producción sino que se emplearían, con cierta discreción, los que ya poseía el 4. El local de la avenida Uruguay no favorecía este plan de producción dual, así que 1961 se destinó a la construcción de una nueva y moderna planta a tres cuadras de América, en la calle José Gálvez, la que actualmente ocupa el canal 7. Un cable coaxial para transmisiones conjuntas unía a la privilegiada filial con la matriz y un lazo más íntimo las acercaba: Nicanor González Urrutia fue encargado de gerenciar la emisora. Veinteañero y con aficiones ecuestres y automovilísticas que lo alejaban de la televisión, desde un inicio delegó parte de sus responsabilidades en el subgerente Ramón Alzamora y en Gastón Guido, gerente de radio El Sol, que había salido en paquete con el 9, y que venía operando desde unos meses atrás en el sótano del nuevo edificio. Isaac Aquise, uno de los fundadores de la escuela electrónica del canal 7, era el director técnico de la planta.

Esta fue la programación del lunes 9 de abril de 1962, quinta noche inaugural de la televisión en Lima: A las 7 de la noche dibujos animados; a las 7.30, tráilers de las próximas atracciones; a las 8, el show de Mary Esquivel, la famosa bolerista contratada especialmente para la ocasión; a las 9.15 arrancaba la primera y única versión televisiva nacional de El derecho de nacer, seguida de El hombre del millón, un largometraje inglés; y, cerrando con bombo el bloque nocturno Las cinco llaves, show de Daniel Muñoz de Baratta, cedido por el 4 como un espaldarazo más a Nicanor Jr.

Los temores que el 4 había manifestado con el género novelesco fueron debatidos en el 9. Entre las propiedades de radio El Sol estaban los textos de Félix B. Caignet para El derecho de nacer. ¿Por qué no romper fuegos con una versión en vivo del melodrama latino cumbre? Con el auspicio del detergente Ña Pancha, el director Paul Delfín juntó a Carlos Ego Aguirre como Rafael del Junco, Miguel Arnáiz como Albertico Limonta, Ofelia Woloshin, la debutante Silvia “China” Gálvez y la actriz negra Esther Chávez como Mamá Dolores. Luis Carrizales, futuro director del programa infantil Nubeluz, debutó como “luminito”8 en el 9 y recuerda que trabajaban en dos estudios contiguos, con tres cámaras de “torreta”, y que muchos tachos de luz se quemaban al ser enviados a la carrera de un set al otro.9 Pero en medio del caos del estelar nocturno en vivo, pues El derecho de nacer sería la primera novela local producida durante y para el prime-time, el 9 afirmó la viabilidad del folletín. Al cabo de esta experiencia abrumadora, empezó en el mismo horario Más allá del corazón, libreto de Caridad Bravo Adams (véase, en este capítulo, el acápite “Pelando cebollas”) dirigido por Luis Álvarez y protagonizado por Saby Kamalich, Olga Cabrejos, Esther Chávez, Silvia Vegas y María Isabel Chiri.

Si el 9 no pudo proseguir su línea folletinesca fue porque se ahogó en sus excesivos tanteos. Hacia mediados de 1963 se exploraron con más apuro que audacia y menos recursos de producción, demasiados géneros: El musical criollo era cultivado por Elsiario Rueda Pinto en Arpegios del Perú y los sones internacionales en El super show de Samuel Pérez Barrelo; para animar el concurso La pareja de la suerte fue jalado Pantuflas, del 13, que además tuvo otros encargos cómicos como Sonrisas en el 9 que no acabaron de cuajar como tampoco cuajaron Puerta a la fama, La música es testigo o Siga cantando. En medio de esta explosión de programas en vivo que incluían las muy especializadas Noches de Oriente, del mago Jorge Wong, pasaron inadvertidos los intentos del español José Caparrós por explotar la veta de mineral virgen que era el policial: En Estudio 33 con Arturo Urrea y Maricarmen Gordon ponía en escena anécdotas de ley y orden y en El gran jurado llegó a explorar por primera vez, antes de Usted es el juez, la jurisprudencia peruana.

En 1964 todos los espacios vivos del 9 eran reemplazados por otros. Marcha a la selva, ficción con Benjamín y Margot Ureta como Salustio y Filomena, dos “cholitos de buen corazón” que ayudan a los misioneros a colonizar el territorio allende la carretera marginal idealizada por el presidente Belaúnde, corrió la misma suerte que Adán y Eva, rutinas cómicas con libretos de Serafina Quinteras o El pequeño mundo de don Justino, pillaje de Don Camilo producido por Gaspar Bacigalupi. El canal estaba sobresaturado de proyectos y carente de criterio. No podía pagar la originalidad de sus espacios y, peor que ello, no sabía cuáles sacrificar y cuáles conservar. A falta de esa urgente racionalización productiva la asignación de recursos rasó por lo bajo y todos sus programas lucieron pobre escenografía, insuficiente ensayo, libretos sin vuelo y un apuro no necesariamente creativo. Ni siquiera se pensó en el video para enlatar y enviar a provincias novelas que fueron las últimas que nuestra televisión soportó en vivo. A mediados de 1964 aún daban coletazos En manos del destino y Huracán de ambiciones.

En un gesto desesperado, los dueños de América convocaron al animador argentino Humberto Vílchez Vera y al célebre periodista de espectáculos Guido Monteverde para compilar todas las variedades en una y concentrarlas en los fines de semana. Desde octubre de 1964, el Festival de Monteverde, ómnibus cargado de música, miscelánea, animación del ídolo radial David Odría y sketchs cómicos, encabezó el ranking televisivo y al día siguiente pujaba por el primer lugar Domingos gigantes, otro bus, jalado a la fuerza por la exuberancia gestual y la grandilocuencia de Vílchez Vera, controversial y exasperante conductor que alternaba el humor deliberado y el involuntario. La fórmula dio vida al canal por algún tiempo, pero, probadas las debilidades de la gerencia de Nicanor Jr. para mantener el orden productivo, el resto de la semana fue ocupado mayoritariamente por enlatados. A partir de 1965, Festival incluía al Doctor Rochabús (véase, en este capítulo, el acápite “El humor es cosa seria”) y en su secuencia La escalera del triunfo (ya había debutado televisivamente en canal 13 en octubre de 1960 animada por Alfonso D’Allessio y asistido por el payaso Pimbolo, que interrumpía a los aficionados sin aptitud para trepar metafóricos y a la vez escenográficos peldaños) conducida por Augusto Ferrando estuvo el embrión de Trampolín a la fama y sus policías matatalentos. En los libretos del ómnibus colaboraba un joven César Hildebrandt, pariente de la esposa de Monteverde. En las ventas debutó Óscar Dufour, argentino que hizo una escala imprevista en Lima y emprendió una carrera de productor de programas deportivos, factotum de eventos, publicista, agente de artistas, relacionista público e importante bisagra entre el poder comercial, el poder político y la televisión hasta su muerte en 1999. Por muchas razones periodístico-faranduleras, el paso de Monteverde delante de cámaras y en las páginas de espectáculos merece destacarse en la historia de la televisión.

En vivo y en directo

Подняться наверх