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1. La vejez entre mitos y realidades: época antigua

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Se dice que el Génesis es una buena introducción a la historia de la vejez. El texto bíblico atribuye vidas muy largas a los patriarcas, 365 años a Enoc y 969 años a su hijo Matusalén, de hecho, cuando este último nació ningún hombre había visto morir a su padre. Así, Matusalén, hijo de un anciano, creció rodeado de ancianos, a los 87 años engendró un hijo y a los 300 años perdió a su padre, siendo el primer patriarca que perdía un padre a tan temprana edad. Sin embargo, no hay que olvidar que el texto fue escrito a posteriori y que viene de una tradición patriarcal. La mayor parte de las civilizaciones antiguas como los caldeos, los sumerios, los hindúes o los iraníes, hablan de héroes legendarios con vidas bastante largas. En tiempos antiguos, la vejez se consideraba como un favor, un premio para aquellos que habían llevado una vida sana y bella y, por ello, se justificaba que los patriarcas fueran los jefes naturales.

Se tiene la idea de que en las sociedades primitivas anciano era sinónimo de sabiduría. Sin embargo, el rol del anciano varía considerablemente y depende del contexto sociocultural. En todas las civilizaciones con una marcada tradición oral, es claro el papel del anciano como depositario del saber, memoria del clan y, en consecuencia, educador y juez, en función de su sabiduría y su experiencia. De hecho, los consejos de ancianos son una de las instituciones más venerables de las civilizaciones orales. Pero aún en estas sociedades primitivas hay contradicciones, el estatus del anciano era ambiguo, a la vez fuente de sabiduría y de defectos, de experiencia y de decrepitud, de prestigio y de sufrimiento. Según las circunstancias, los ancianos eran respetados o despreciados, estimados o condenados a muerte, su suerte dependía en gran medida, no solo del contexto cultural, sino de las condiciones económicas. Algunos ancianos por sus problemas físicos o mentales se constituían en una carga para un grupo social en precario equilibrio alimenticio, en ese caso, el anciano se eliminaba.

Las primeras referencias específicas que se conocen respecto a los ancianos son del Antiguo Egipto, donde se consideraba que vivir hasta los 110 años era una recompensa por haber sido “una persona virtuosa y bien balanceada”. En el papiro de Edwin Smith (1600 a. C.), que incluye múltiples fórmulas, se menciona una denominada “El libro para trasformar un hombre viejo en un joven de 20”, primera referencia de la búsqueda de la inmortalidad y la eterna juventud. El papiro de Ebers (1550 a. C.) describe el tratamiento para múltiples enfermedades de la vejez y contiene la primera explicación sobre el envejecimiento: “la debilidad a través del decaimiento senil se debe a la purulencia en el corazón”.

El concepto de rejuvenecimiento y prolongación de la vida también existe en otras culturas como la hindú. En el Sushruta Samhita (400 d. C.) un escrito que resume el pensamiento médico-quirúrgico, se afirma que la salud reside en la armonía de las sustancias elementales del cuerpo. Las enfermedades se clasifican en cuatro tipos que incluyen las naturales, las cuales son causadas por la deprivación de las necesidades físicas y por el proceso de envejecimiento. El envejecimiento es un proceso natural que disminuye la resistencia a las enfermedades. Se creía que los humanos tenían “tendencias mórbidas innatas” y una expectativa de vida limitada.

Tal vez sea la cultura china la que más importancia le haya dado al envejecimiento: la reverencia y el respeto por los viejos ha sido una constante hasta la actualidad. La búsqueda del equilibrio entre el yin y el yang se ha considerado sinónimo de salud y longevidad. Aunque los chinos reconocen la limitación en el tiempo de vida, insisten en el concepto ideal de terminarla a la mayor edad posible, sin deterioro de los sentidos ni de las facultades mentales. Los chinos son quizá los primeros que diferencian entre envejecimiento y enfermedad, puesto que incluyen el deterioro auditivo como enfermedad.

En la literatura bíblica del Antiguo Testamento, la vejez es considerada de forma positiva, los ancianos son un ejemplo, guía o modelo; son portadores del espíritu divino, investidos de una misión sagrada. Sus poderes judiciales y religiosos son enormes. La edad no tiene nada que ver con el número de años, en la biblia y en algunos escritos religiosos, la verdadera vejez es la sabiduría. Barba y cabello blancos, poder político y religioso eran sinónimos, Dios mismo es un anciano de barba y cabello blanco. Según el génesis, Adán vivió 130 años. También está escrito que Moisés no tomaba decisiones sin haber consultado los ancianos, jefes naturales del grupo y que Noé y sus hijos vivieron alrededor de 900 años. La ausencia de ancianos era considerada un signo de maldición de la familia. Pero también hay contradicciones, en el libro de Job se dice que la longevidad no es sinónimo de la bendición de dios puesto que los malos también tienen una larga vida. En el mundo hebreo, el anciano es un individuo disminuido, que sufre y que solo espera la muerte. Se desacraliza y se trivializa la vejez. Entre los judíos, la actitud hacia el anciano varía, el papel de los ancianos es relativamente importante y gozan de privilegios, en general es más positivo que entre los cristianos.

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