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3. Biomarcadores del envejecimiento

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Un biomarcador de envejecimiento se define como un parámetro biológico cuantificable de un organismo que, en un análisis individual, o en combinación con otros parámetros, permite, en ausencia de enfermedad, estimar la capacidad funcional de un organismo a más largo plazo que su edad cronológica.

A su vez los biomarcadores sirven para monitorizar y evaluar las intervenciones que se hagan para retrasar el comienzo o retardar la progresión de condiciones y enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Un biomarcador debe predecir la tasa de envejecimiento de un individuo, es decir, predecir expectativa de vida y no edad cronológica, debe ser marcador de un proceso básico de envejecimiento y no de los efectos de la enfermedad, debe poder reflejar la edad fisiológica, se debe poder repetir en una persona sin que tenga riesgo, o sea mínimamente invasivo, por ejemplo toma de muestra de sangre o evaluación clínica, debe tener una alta variabilidad interindividual, debe ser además, medible en varias especies y debe cambiar sobre un corto periodo de la esperanza de vida de un individuo. Además, un biomarcador debe permitir analizar la eficacia de diferentes estrategias y tratamientos sobre el envejecimiento.

El problema es que hasta el momento no se ha podido encontrar un biomarcador único o en combinación, que llene todas las características enumeradas. Para poblaciones y asuntos demográficos la expectativa de vida se expresa estadísticamente. Sin embargo, no existen biomarcadores que predigan de manera precisa la expectativa de vida individual o longevidad como “biomarcador de envejecimiento”. Se han propuesto como biomarcadores algunas características que son constantes en todas las personas al envejecer: la presencia de canas, la esclerosis nuclear del cristalino, el “amarillamiento” del colágeno de los discos vertebrales y la intolerancia a los carbohidratos.

Hasta ahora los más estudiados son los marcadores inflamatorios y la proteína C reactiva, como indicadores de factores de riesgo y de carga de la enfermedad crónica. Desde el punto de vista inmunológico, se han propuesto también como biomarcadores de envejecimiento el aumento de la adherencia al endotelio y la disminución de la quimiotaxis de los neutrófilos y los fagocitos, así como la menor actividad de las células natural killer en la inmunidad innata, la disminución de la proporción de CD4/CD8, y las alteraciones en los linfocitos, mediadas por la producción de citocinas (glucoproteínas que regulan la comunicación entre las células y el efecto en la actividad durante la respuesta inmunitaria) tales como las interleuquinas (IL-2, IL-6), el factor de necrosis tumoral (TNF-TNF-a) y la inmunidad adquirida.

En cuanto a la IL-6 se ha sugerido que su elevación en ancianos puede contribuir, junto con otros factores proinflamatorios y de estrés oxidativo, al desarrollo de muchas de las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento y, por tanto, estar relacionada con una mayor mortalidad; además, actualmente es considerada como un buen biomarcador de fragilidad en los individuos ancianos.

En la literatura también se han propuestos biomarcadores de estrés oxidativo, entre ellos los productos de peroxidación lipídica (LPO), productos de oxidación proteica, actividad de enzimas antioxidantes, como la superóxido dismutasa (SOD), la catalasa (CAT), la glutatión peroxidasa (GPx) y la glutatión reductasa (GRd), así como los valores de ciertos minerales (Se, Mg, Cu y el Zn) y vitaminas (A, C y E), los de glutatión, flavonoides, bilirrubina y los de ácido úrico, pero ni solos ni en combinación han llenado los requisitos para ser biomarcadores de envejecimiento.

Otro biomarcador, la lipofucsina o pigmento del envejecimiento, procede de la oxidación lipídica de las membranas citoplasmáticas. Dado que presenta propiedades de tinción específicas, su cuantificación puede realizarse con facilidad. Se ha observado la acumulación de este pigmento al envejecer, en las células posmitóticas (que no se dividen) como las neuronas, células miocárdicas, hepáticas, testiculares y de las glándulas adrenales. La lipofucsina se considera como una de las características morfológicas más destacadas al envejecer.

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