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5. Perspectiva ecológica del desarrollo humano

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La ecología del desarrollo humano propuesta por Urie Bronfenbrenner (1987) tiene en cuenta diversos contextos en los cuales transcurre la vida y, por ello, guarda estrecha relación con el enfoque del curso de vida. La ecología del desarrollo considera que los seres humanos viven inmersos en ambientes ecológicos interdependientes cuya influencia va más allá de lo inmediato. En dichos ambientes las personas actúan, desempeñan roles y necesariamente se relacionan unas con otras.

El postulado básico del modelo ecológico que propone Bronfenbrenner es que el desarrollo humano supone la progresiva acomodación mutua entre un ser humano activo, que está en proceso de desarrollo, y las propiedades cambiantes de los entornos inmediatos en los que esa persona vive. Esta acomodación mutua se va produciendo a través de un proceso continuo que también se ve afectado por las relaciones que se establecen entre los distintos entornos en los que se participa y los contextos más grandes en los que esos entornos están incluidos. Como se requiere una acomodación mutua entre el ambiente y la persona, la interacción entre ambos es bidireccional, caracterizada por su reciprocidad.

Esta perspectiva se refiere a la influencia de las interrelaciones entre distintos entornos en el proceso de desarrollo individual, y resalta el papel de la cultura, las subculturas, las instituciones, las redes sociales, la ideología y la política social. El autor integra el estudio del desarrollo psicológico con una perspectiva ecológico-social, buscando la interrelación entre el ser humano en desarrollo y los entornos en los cuales vive. Estos entornos o niveles ecológicos se encuentran interconectados y tienen tres características esenciales:

1. Son sistémicos o interdependientes: lo que ocurre en algún entorno, depende en gran medida de eventos y relaciones en otros entornos.

2. En ellos el desarrollo ocurre a través de procesos, entendidos como formas de interacción entre personas, se mantienen en el curso de relaciones recíprocas entre estas y su entorno.

3. Se constituyen en un campo fenomenológico que orienta las acciones e interacciones de las personas. El entorno debe ser considerado tal cual es percibido y entendido. La percepción permite al ser humano asimilar la experiencia, Bronfenbrenner sugiere que se debe tener en cuenta que el punto de vista que tiene la persona del mundo va más allá de la situación inmediata, se debe incluir la imagen de otros entornos en los que ha participado activamente, la forma en que los ha relacionado, la naturaleza e influencia de los contextos externos con los que ha tenido contacto y los patrones coherentes de organización social, sistema de creencias y estilos de vida específicos de cada cultura.

De acuerdo con esto, las personas viven, interactúan, desempeñan roles y actividades en entornos interdependientes y cambiantes. El autor señala que el concepto de “ambiente” es en sí mismo complejo, ya que se extiende más allá del entorno inmediato para abarcar las interconexiones entre distintos entornos y la influencias que sobre ellos se ejerce desde entornos más amplios. Por ello, concibe el ambiente ecológico como una disposición seriada de estructuras concéntricas en la que cada una está contenida en la siguiente. Concretamente, postula cuatro niveles o sistemas que operan en concierto para afectar directa e indirectamente el desarrollo del individuo, desde al nacimiento hasta la muerte (ver figura 8.1).

Microsistema: Es el patrón de actividades, roles y relaciones interpersonales que la persona en desarrollo experimenta en un entorno determinado, con características físicas y materiales particulares. Son tres los factores que se constituyen como elementos del microsistema: la actividad, el rol y la relación interpersonal. Dentro de este sistema no solo se tienen en cuenta las propiedades objetivas, sino la manera como las personas experimentan de manera individual el entorno.

Mesosistema: Comprende las interrelaciones de dos o más entornos en los que la persona en desarrollo participa activamente, este sistema se amplía o se forma cuando la persona entra en otro entorno, las interconexiones pueden adoptar varias formas. Se puede participar activamente en varios entornos, establecer vínculos en una red social y fenomenológicamente según el grado y la naturaleza del conocimiento y las actitudes que existan en relación de un entorno a otro.

Exosistema: Se refiere a los entornos (uno o más) en los que la persona no está incluida directamente, pero en los que se producen hechos que afectan a lo que ocurre en los entornos en los que la persona sí está incluida. Por ejemplo, circunstancias laborales de uno de los miembros de la familia que pueden acabar afectando a otros miembros de la familia, servicios legales y políticos, políticas de atención en salud, medios de comunicación, etc.

Macrosistema: Se refiere a los marcos culturales o ideológicos que afectan o pueden afectar transversalmente a los sistemas de menor orden (micro, meso y exo) y que les confiere una cierta uniformidad y, a la vez, una cierta diferencia con respecto a otros entornos influidos por otros marcos culturales o ideológicos diferentes. Por ejemplo, la imagen de la vejez, el trato que se da a los ancianos, las representaciones sociales generales que se tienen sobre la salud y la enfermedad en los ancianos, valores que guían las políticas de salud, valores y ética de la cultura (individualismo, máximo beneficio, consumismo...), etc.


Figura 8.1 Modelo ecológico del desarrollo humano

Fuente: Adaptado de Bronfenbrenner, U. Ecología del desarrollo humano. Barcelona: Paidós; 1987.

Cronosistema: Hace referencia al tiempo o época histórica en la cual vive el individuo, así como sus efectos en los otros sistemas. Tiene que ver con las condiciones sociohistóricas, con cambios a través del tiempo (a nivel de la persona y del ambiente) y con la influencia de épocas críticas en el desarrollo.

El desarrollo humano debe ser entendido como el proceso por el cual la persona en desarrollo adquiere una concepción del ambiente ecológico más amplia, diferenciada y válida y se motiva y es capaz de realizar actividades que revelen las propiedades de este ambiente, lo apoyen y lo reestructuren, a niveles de igual o mayor complejidad en cuanto a su forma y contenido.

El desarrollo humano presenta tres características. Primero, exige un cambio en las características de las personas, que no es efímero porque implica una reorganización con cierta continuidad tanto en tiempo como en espacio; segundo, el cambio tiene lugar en dos campos el de la percepción y el de la acción, y, tercero, teóricamente cada uno de estos campos tiene una estructura que es isomórfica con los cuatro niveles mencionados del ambiente ecológico.

Por tanto, expone Bronfenbrenner, la persona en desarrollo no es una tabula rasa, en la que el ambiente incide de manera arbitraria sobre un sujeto pasivo, sino que tiene la capacidad de irse adentrando progresivamente y reestructurar el ambiente en el que vive, lo que requiere una acomodación mutua entre ambiente y la persona, o sea, es una relación recíproca, el ambiente no hace referencia a lo exclusivamente inmediato, hay interconexiones entre entornos con influencias externas provenientes de entornos más amplios.

Otro concepto importante en este enfoque es el de transición ecológica, que se produce cuando la posición de una persona en el ambiente ecológico se modifica como consecuencia de un cambio de rol, de entorno o de ambos a la vez. Estas transiciones se producen a lo largo de toda la vida y tienen consecuencias que devienen en cambios dentro de los procesos de desarrollo. Las transiciones ecológicas constituyen una fase de la experiencia que tiene un antes y un después incorporado donde cada sujeto es su propio testigo.

En síntesis, la perspectiva ecológica del curso de vida:

1. Intenta comprender las continuidades, así como los giros y vueltas en los caminos de las vidas individuales.

2. Admite la influencia de los cambios históricos en el comportamiento humano.

3. Reconoce la importancia del momento de la vida no solo en términos de la edad cronológica, sino también en términos de la edad biológica, la edad psicológica y la edad social.

4. Enfatiza en las formas en que los humanos son interdependientes y presta especial atención al contexto como el escenario principal para experimentar e interpretar el mundo físico y social en general.

5. Considera a los humanos como capaces de elegir y construir sus propias trayectorias de vida dentro de sistemas de oportunidades y limitaciones.

6. Señala la diversidad en las trayectorias de vida y las múltiples fuentes de esa diversidad.

7. Reconoce los vínculos entre las experiencias de la infancia y la adolescencia y las experiencias posteriores en la edad adulta, tanto en la salud como en el proceso de enfermar, así mismo, en los factores de riesgo y factores protectores asociados.

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