Читать книгу El gran libro de la iridología - Josep Lluís Berdonces - Страница 10

Оглавление

Breve historia de la Iridología

El arte de determinar el estado de la salud a través del aspecto de los ojos se remonta a tiempos antiquísimos, ya que fue una práctica conocida entre los caldeos, quienes se basaban en principios astrológicos aún más antiguos. Salzer escribió un libro sobre Diagnóstico por el ojo y ocultismo, en el cual cita una frase de un tal Libra para quien: «Todo lo que ocurre en el cosmos, se refleja en el hombre. Este reflejo se realiza en todo el cuerpo, y el iris es la parte más adecuada para este reconocimiento». Según Libra, las enfermedades son manifestaciones que transcurren paralelas a las afecciones orgánicas, y ambas son resultado de acontecimientos cósmicos. Curiosamente, también en el Nuevo Testamento se cita un párrafo de Cristo que dice a Lucas: «El ojo es el faro de tu cuerpo, si tu ojo está sano (puro), tu cuerpo entero es luz; pero si está enfermo, tu cuerpo se halla en la oscuridad… Cuando tu cuerpo entero contiene luz (está puro), y ninguna parte de él está en la oscuridad, todo en él es claro, como cuando la luz con su claro resplandor te ilumina» (Lucas, 11, 34-36, citado por Deck). En la Edad Media apareció la obra de Phyllippus Meyens titulada Chiromantica Medica, en la que se cita este método de exploración.

En otras culturas también se han desarrollado métodos de exploración afines, de forma independiente. Chinos y japoneses ya conocían algunos campos y sectores del iris, aunque su interpretación difiere bastante de la Iridología occidental, esencialmente porque la forma de comprensión de la enfermedad también es distinta.

Por otra parte, algunos iridólogos franceses cuentan en sus obras las relaciones encontradas entre los signos del Zodíaco y el iris, aunque de una forma puramente inductiva. Para los seguidores de la Escuela Francesa de Iridología Renovada, la posición extrovertida del hombre, como en el relieve de la basílica de Vézelay, puede considerarse una imagen bastante fiel de la carta topográfica del iris que ellos recomiendan. Todo ello constituye un ejemplo de la utilización de ciertas relaciones del iris con las ciencias paramédicas, tanto hoy como en la Antigüedad.

Carta iridológica de Peczely

La primera topografía del iris que se conoce se atribuye a Ignatz von Peczely, y fue publicada en la «Hoja semanal homeopática» en 1886. Las similitudes con las cartas más modernas son numerosas: cerebro, pulmones, riñones, hígado, corazón, columna vertebral, y otras, están situadas en la misma posición que la mayoría de cartas irídicas más modernas.


La primera carta iridológica es la de Peczely, publicada en una hoja semanal homeopática en alemán.


Ignatz von Peczely.

Suele atribuirse el descubrimiento de la Iridología al médico húngaro Ignatz von Peczely, que nació en Egervar, localidad cercana a Budapest, el 26 de enero de 1826. A este conocido autor se debe la famosa historia del búho, que ciertamente no se sabe si fue realidad o no. Dijo Peczely que en su infancia entró un búho en su habitación; al tratar de atraparlo, lo cogió de una pata y el animal, asustado y tratando de escaparse, se rompió la pata. En ese mismo momento al joven Peczely le pareció que en el iris del animal aparecía una señal, como respuesta a esa fractura. No se sabe a ciencia cierta si esto fue una leyenda o sucedió en realidad, ya que numerosos iridólogos niegan esa posibilidad porque no han podido hallar signos irídicos en los animales o quizás a que han repetido el experimento con algún pobre búho.

Fue Peczely, sin embargo, quien tuvo el mérito de publicar la primera carta irídica, con una estructura similar a las que se utilizan hoy en día, y que fue publicada en 1886, por la revista Homeopatische Monatsblatter.


Nils Liljequist

Con búho o sin búho, lo cierto es que este tenaz investigador consiguió describir un sistema enigmático de diagnóstico que muchos seguirían en los años venideros.

Peczely fue el primero en reconocer que muchas veces había serias diferencias entre los signos que él veía y los hallazgos clínicos, cosa que aún sigue ocurriendo. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que Peczely sólo podía trabajar con una simple lupa de dos aumentos, y sin los medios de apoyo fotográfico y microscópico que poseemos hoy en día. Peczely se sorprendía de que en ocasiones una enfermedad no se manifestase, pese a leerse en el iris su signo, para aparecer un tiempo después. Por el contrario, ciertas enfermedades manifiestas denotaban una ausencia de signos muy defraudante. Peczely fue además el primer iridólogo que sufrió por parte de las autoridades médicas la acusación de ejercer como «falso curandero». Lo cierto es que él pudo determinar en el médico alópata que le acusaba muchas enfermedades observando simplemente sus ojos; con lo cual dejó sorprendido a su acusador, quien tuvo que retirar su denuncia de fraude. Quizá por esta razón, y para poder trabajar más tranquilamente, Peczely se puso a estudiar, a los 36 años, en la Facultad de Medicina de Viena y se licenció en 1867. Posteriormente, en 1880, publicó su primer tratado, denominado Descubrimiento en el seno de la Naturaleza y el Arte de Curación, el primer texto moderno de Iridología, que fue revisado unos años más tarde por Emil Schiegel en su tratado El Diagnóstico por el ojo según I. V. Peczely. Ambos libros son hoy en día inencontrables.

Unos quince o veinte años más tarde, y seguramente de forma paralela, el reverendo sueco Nils Liljequist observa que tras la toma de quinina que le había recetado su médico (se trataba entonces de un fármaco habitual), sus iris se tornaban de un sospechoso color rojizo. Esto le hizo interesarse por la coloración del iris entre sus conciudadanos, observando y anotando los cambios de color que se producían. En esto, Liljequist tenía un buen campo donde observar, puesto que en los países nórdicos existe una predominancia de los iris azules y las coloraciones se observan con mayor facilidad. Liljequist publica en 1893, de esta manera, un tratado sobre las hoy denominadas heterocromías del iris, titulado Om Oegendiagnosen. Cuando Peczely se enteró de la aparición de esta nueva obra, pensó que Liljequist había copiado su sistema, pero lo cierto es que los campos de investigación y las conclusiones que obtuvieron se complementaban y fueron el primer código descifrable de las señales que el iris nos ofrece. Liljequist visitó a Peczely en Budapest e introdujo algunas correcciones en su teoría sobre la Iridología.

Principales signos irídicos según Nils Liljequist

Entre las 5 y las 8 horas podemos ver dos signos que representan señales agudas y subagudas de inflamación.

(Figuras 1 y 2) Entre las 9 y las 12 horas observamos signos cerrados significativos de enfermedades subagudas (Figuras 3 a 6) Entre la 1 y las 5 horas observamos signos de enfermedades agudas en retroceso o curación (Figuras 7 a 10). Las que tienen más cantidad de signos claros nos indican además sufrimiento o dolor constante (Figuras 8 y 9).

Desde siempre, la escuela centroeuropea ha sido la que más iridólogos prestigiosos ha dado, y su literatura ahonda mucho más en los aspectos científicos y estadísticos para comprobar su validez. Entre los naturópatas alemanes destaca el Abad Felke, que no dejó obra escrita, pero que tuvo numerosos seguidores que a su muerte transcribieron sus enseñanzas, tanto de la Iridología como de otros tratamientos naturistas –entre los seguidores más notables de Felke tenemos que citar a Sebastian Kneipp–. Felke reconocía las cosas de forma intuitiva, pero realizó una gran labor en el esclarecimiento de muchos puntos del iris, todavía entonces sometidos a discusión; fue uno de los impulsores de la orientación tipológica de las constituciones en el iris, y podía valorar a la persona desde el punto de vista psicosomático. Una frase que solía decir era: «El iris nos dicta las recetas». Felke fue acusado de curanderismo con el cargo de homicidio involuntario por omisión, al haber hecho un diagnóstico equivocado en un aprendiz de panadero de 18 años. Lo cierto es que el juicio demostró su inocencia, pero le defraudó personalmente mucho. La comisión médica que lo acusó estaba convencida de que Felke poseía poderes de médium, y creía más en la telepatía que en la realidad del diagnóstico por el iris.

Iristopografía de Lindlahr


Henry Lindlahr no sólo fue el mejor iridólogo de su época en Norteamérica sino que escribió numerosas obras sobre Medicina Naturista, siguiendo la línea clásica de Centroeuropa, y aportando nuevos elementos propios de la escuela norteamericana en pleno desarrollo.


La topografía de Henry Lindlahr, de principios de este siglo, nos muestra alguna de las características de la topografía norteamericana, que se mantiene hasta nuestros días. En el área cerebral se establecen topografías para funciones cerebrales (y no tanto los órganos o tejidos) como templanza, poder intelectual, voluntad, etc.

También cabe citar a otros iridólogos algo posteriores, como la doctora Eva Flink (1868-1955), y Madeleine Madaus (1857-1925), quienes junto con otros iridólogos editaron la primera revista iridológica que se conoce, titulada Iris-Korrespondenz, y cuyos ejemplares también son hoy en día inencontrables. Esta revista apareció en los años 1920-1940, aproximadamente.

La escuela norteamericana se inicia con unos principios extraídos de las enseñanzas de pioneros como Peter Johannes Thiel (quien publicó uno de los primeros libros en inglés, traducido del original alemán) y de Henry Edward Lahn, que cambió su nombre por el más americanizado de Lane, y cuyos libros se pueden encontrar aún en los EE.UU. Lane, de origen austríaco, empezó rápidamente a trabajar como iridólogo en el Kosmos Sanitarium de Evanston, en Illinois. Sucedía a principios de siglo, hacia los años veinte, cuando en EE.UU. existían fuertes corrientes renovadoras de la Medicina, como la Medicina Ecléctica del Dr. King. Los discípulos más directos de Lane fueron Henry Lindlahr y la mayoría de las siguientes generaciones de iridólogos, como McLain, Haskell Kritzer, Collins, Hutchens, Bernard Jensen, John Arnold, Harry Wolff, etc. se han inspirado en sus teorías. Henry Lindlahr era el adalid de la «crisis curativa», y opinaba que toda enfermedad aguda es un esfuerzo de limpieza propio y natural del organismo. Lindlahr se hizo famoso en EE.UU. como médico naturista trabajando en el Nature Cure Sanitarium de Chicago, que él mismo fundó. Su primer libro se publicó en 1913 (Nature Cure, Philosophy and Practice), y su excelente libro de diagnóstico por el iris apareció en 1919. Estos autores americanos iniciaron una Iridología práctica, algo lejana del cientificismo, pero que daba excelentes resultados.


Leon Vannier fue uno de los homeópatas más importantes de Francia en la primera mitad del siglo XX, y el primero en establecer una topografía en lengua francesa.


Gilbert Jausas es autor de dos libros en los que expone la singular teoría de la Iridología renovada, en la que la topografía difiere notablemente de la tradicional, representando un hombre situado en posición circular alrededor del iris.

No puede acabarse de hablar de la escuela americana sin profundizar un poco más en la biografía de Bernard Jensen. Este eminente iridólogo, doctor en Quiropraxia, fue el autor americano que más ha publicado sobre el tema de la Iridología, y sin ninguna duda el más conocido en todo el mundo. Quizás uno de sus mayores méritos fue el de esclarecer la correspondencia de muchos puntos del iris, ya que su carta ha sido ampliamente conocida y usada por iridólogos de todos los países del mundo; además, supo aportar una vertiente eminentemente práctica en el diagnóstico por el iris. Su prolífica pluma también nos dejó numerosos libros sobre nutrición y todo tipo de tratamientos naturistas, según la práctica acumulada en su rancho de salud de Hidden Valley, en Escondido (California). Su primer libro ha sido durante muchos años el libro de texto más importante en la literatura castellana (publicado por la editorial Yug, de México). Además, hace relativamente pocos años publicó su magna obra Iridology, con multitud de casos clínicos y fotografías, y que representa el colofón a su texto inicial. Sus nuevas experiencias con cámaras ultramodernas, así como la aplicación del vídeo y la informática en Iridología, lo convirtieron en un pionero de la aplicación de nuevas técnicas de Iridología. Jensen, fallecido en 2002, fundó la Bernard Jensen International, dedicada a difundir la Iridología y el resto de sus enseñanzas a través charlas, cursillos y seminarios por todo el mundo.


Josef Deck, como sanitario del ejército alemán preso en Rusia en un campo de concentración, tuvo la oportunidad de empezar a observar los iris de los presos enfermos, y diferenciar los signos. A su regreso a Alemania, realizó numerosísimas publicaciones con gran profusión de casos clínicos. Supuso sin duda la primera gran aportación a la Iridología científica y clínica.


Theodor Kriege, y posteriormente su discípulo Lindemann, hicieron aportaciones esenciales a la sistematización de los signos irídicos tan propios de la escuela alemana de Iridología.


El primer texto en España de Iridología se debe a Angel Bidaurrazága, médico de Bilbao que reimportó la Iridología desde EE.UU a mediados del siglo XX.

En Francia también se desarrolló ampliamente esta ciencia. Entre los primeros impulsores sobresale el Dr. León Vannier, famoso miembro de la Sociedad Homeopática Francesa y autor de numerosos libros. Posteriores a él fueron Portier Bernonville, y los más actuales como Gilbert Jausas y el profesor René J. Bourdiol, quienes han desarrollado un mapa iridológico diferente del tradicional. Tanto los libros del primero como los de Bourdiol, pero muy especialmente este último, merecen un estudio detallado por parte de los iridólogos, puesto que se trata de una aproximación interesante a la medicina científica. Otros autores, como Serge Jurasunas, Jean Fierre Lancel, Maurice Rubin o André Roux, han escrito recientemente interesantes textos de Iridología.



Bernard Jensen y el autor de este libro.

Bernard Jensen, fallecido en el año 2002, ha sido sin duda el más conocido de los iridólogos norteamericanos. Sus aportaciones a la fotografía y al procesamiento informático de las imágenes han hecho de Jensen un puente entre la Iridología clásica y la que utiliza una tecnología sofisticada de observación.

Otros países tienen también algo desarrollada la Iridología, ya que en Australia investigan los doctores Jannsen y Dorothy Hall. Un autor sudafricano, Alfred Cuddington, llegó a sistematizar un hipotético mapa de la localización de los diferentes núcleos cerebrales en la zona superior del iris, mapa que publicó Jensen en su libro Iridology.

En la Unión Soviética, el neurólogo Eugeni Velkhover, profesor de la Universidad Patricio Lumumba, de Moscú, ha sido uno de los pioneros del estudio de la Iridología en los países del Este europeo. A él se debe uno de los pocos textos de Iridología que ha contribuido a la introducción de la Iridología en ámbitos de la medicina ortodoxa. El mapa utilizado, sin embargo, es el desarrollado por Bernard Jensen, si bien el neurólogo ruso pone reparos a la localización de los sectores cerebrales que proponen Jensen y la escuela americana, por considerarlos poco racionales. A la sombra del Dr. Velkhover están apareciendo nuevos investigadores, como por ejemplo el búlgaro Dr. Pavlov Raicho, quien realizó interesantes comprobaciones iridológicas en la universidad argelina de SBA. En Japón, el Dr. Asai, impulsor de la terapia con germanium, también está constituyendo el desarrollo de la Iridología en su país.

En España la Iridología se inicia con la publicación de un libro del oftalmólogo bilbaíno Juan Ángel Bidaurrázaga, allá por los años veinte. Bidaurrázaga fue médico de barco durante muchos años e hizo la línea transoceánica numerosas veces; suponemos que en sus viajes entró en contacto con las escuelas de Lahn y de Lindlahr, ya que sus obras gozan de unos principios importantes de afinidad. Bidaurrázaga, médico estimado entre la gente, tuvo poco eco en España puesto que hubo de soportar múltiples presiones y exilio en la España de la posguerra a causa de sus ideas liberales y nacionalistas. El Dr. Ferrándiz, en Barcelona, elaboró un hermoso libro de Iridología que supuso durante muchos años la única obra a que acudir disponible en el mercado. Asimismo, el libro del Dr. Vander (Adrián Van der Putt), representaba un acercamiento de la Iridología al gran público. En los últimos años, aunque sin obras publicadas, en España numerosos médicos están interesados por el tema. Entre ellos citaríamos a Aletxu Arteche y Joseba Bidaurrazaba en Bilbao; a Carlos Rubio, Belén Igual y muchos otros en Madrid, a Bernat Vanaclotxa en Valencia, a Sagrera Ferrándiz y a Gabriel Andrés en Barcelona, y otros que no cito por no alargar.

La escuela italiana

En la actualidad existe un gran desarrollo de la Iridología en Italia y fruto de ello son algunas topografías, como esta de Silvio Rizzi.


El futuro de la Iridología es incierto, pero todos los que trabajamos en ella deseamos que sea muy provechoso. La inclusión de técnicas fotográficas, de fotografía digital, de video y sobre todo de la informática, han permitido que en pocos años puedan existir datos mucho más exhaustivos que diluciden y clarifiquen muchos de los puntos todavía oscuros. Las nuevas generaciones de iridólogos tienen un reto de cara al futuro para poder elevar a la Iridología al lugar que realmente se merece: el del respeto profesional por parte de la Medicina Oficial.

El gran libro de la iridología

Подняться наверх