Читать книгу Pink - Lili Wilkinson - Страница 18

Alexis me dijo que vendría a buscarme a mi taquilla cuando pasasen diez minutos de la hora de comer. Engullí un sándwich de mantequilla de cacahuete y media barra de Snickers, y fui corriendo a los lavabos para asegurarme de que iba bien peinada y maquillada.

Alexis llegó dando brincos de la emoción.

—¿Ya has calentado? —preguntó.

No estaba segura de a qué se refería, porque hacía bastante calor ese día, pero asentí. Ella me cogió del brazo y esquivamos a la gente por los pasillos y el patio con olor a lavanda.

—Te daré un consejito —dijo Alexis—. Míralos a los ojos cuando cantes.

—¿A quiénes?

—Al señor Henderson y a quien esté haciendo de juez. Hará que te vean como una persona segura de sí misma, con carácter.

Mirarlos a los ojos. Era fácil.

Por alguna razón, me había imaginado que las audiciones serían en privado. Pensé que los candidatos haríamos cola delante de una salita íntima y agradable en la que habría un piano y un director amable frente a una partitura, y que yo entraría, lo dejaría fascinado y saldría rodeada de sonrisas y arcoíris.

Pero bueno, aquello tampoco estaba mal. Más gente a la que impresionar. Aunque… ¿tenía que mirarlos a todos a los ojos?

El casting era en el auditorio del colegio. Era enorme y, por lo que me pareció, todos los alumnos y profesores del Billy Hughes estaban presentes. El director tenía cara de haberse escapado de alguna base del ejército y no tener ningunas ganas de estar allí. Alexis me susurró que era el señor Henderson, el único profesor del Billy Hughes que no permitía que los alumnos lo llamasen por su nombre de pila.

—Pero es un genio —añadió con reverencia.

Cuando llegamos a nuestros asientos, una chica gorda con gafas estaba en el escenario cantando una canción de ópera con muchos agudos. Alexis hizo una mueca.

—I Don’t Know How To Love Him —musitó—. Qué predecible.[2]

En medio de la canción, el señor Henderson soltó un gruñido.

—¡Fuera! —bramó—. Eres peor que un dinosaurio cantando. ¡Largo! Vete y extínguete.

La chica rompió a llorar y se marchó a toda prisa. Yo sonreí para mis adentros. Obviamente, lo haría mucho mejor que ella.