Читать книгу Pink - Lili Wilkinson - Страница 19

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Ella-Grace era la siguiente. Para ser una chica tan pequeñita, tenía un buen chorro de voz, profunda y con cuerpo. Se movía por el escenario como si hubiera nacido sobre uno. Comencé a sentir punzadas de nervios en el estómago.

—Seguro que consigue el papel de Fritzi Malone —murmuró Alexis—. Tiene un belting de pecho perfecto.

No tenía ni idea de a lo que se refería, pero asentí. Alexis siguió contándome cosas de Bang! Bang! Era un musical de gánsteres que el sobrino de un compositor famoso había escrito en los años treinta.

—Tiene algunos números fantásticos —dijo—. Fritzi Malone es la novia del capo, y de puertas afuera es toda sexy y descarada, pero en el fondo es muy frágil. Canta un tema llamado Mafiosos envidiosos que es increíble, y además hace un baile de claqué superprovocativo que también es genial.

Enarqué las cejas y me pregunté cómo podía ser provocativo el claqué, pero no dije nada.

—El personaje que yo quiero es Faith DeRose —continuó Alexis—. Es la novia de un gánster, pero no está enamorada de él. Para nada. Es muy inocente y le da mucho miedo el tema de la mafia.

Tenía los ojos muy abiertos y brillantes. Me preguntaba qué pasaría si no conseguía ese papel. ¿Qué haría si me lo dieran a ? ¿Seguiríamos siendo amigas? ¿Me odiaría para siempre?

A lo mejor, por si acaso, no debía presentarme al casting. Pero si no lo hacía, no podría participar en el musical, Ethan no se enteraría de mi existencia, y no podría pasar el tiempo con Alexis y los demás en los ensayos. Y tal vez ya no les interesase más.

Miré a mi alrededor. Faltaba alguien.

—¿Dónde está Vivian? —pregunté.

Vivian no estaba en el casting. No iba a participar en el musical. Por lo tanto, Alexis y yo podríamos seguir siendo amigas aunque me largase.

—En la orquesta —susurró Alexis—. Es el primer violín.

Mierda.

Alexis me dio un codazo.

—¡Mira! ¡Ethan!

Ethan estaba de muy buen ver. Subió al escenario con el paso más seguro que había visto jamás. Estaría divino cuando me llevase al baile vestido de traje. Lo deseaba, deseaba que fuese mi novio. Quería estar de pie en un muelle al atardecer y mirar al mar mientras él me abrazaba por detrás, alto, fuerte y cariñoso.

Tampoco era mal cantante. No el mejor, pero sí alguien que podría haber llegado al Top 100 de Australian Idol. El señor Henderson asintió.

—Gracias, Ethan —dijo.

Él sonrió y se marchó tranquilamente.

Tenía que estar en el musical. Estaba decidida a acaparar todas las miradas. Quería que Ethan me viese y pensase que era la chica de sus sueños. Quería que Alexis supiese que había tomado la decisión correcta al hacerse amiga mía. Tenía que ocurrir.

Miré la partitura que tenía en la mano. En realidad, no sabía leer notación musical, pero tenía escrita la letra encima por si se me olvidaba. Pero no se me olvidaría. Iba a arrasar.

Me volví hacia Alexis para decirle lo emocionada que estaba, pero ella ya no se encontraba allí.

Una melodía desconocida sonó en el piano y miré hacia el escenario. Allí estaba Alexis: uno de los focos le convertía el pelo rubio en un halo dorado. Parecía una duendecilla sutil y hermosa. Abrió la boca y cantó.

Me había dicho que iba a cantar Do You Know Where You’re Going To, una canción de un musical llamado Mahogany.[3] Nunca la había oído, pero la interpretación de Alexis me hizo tener ganas de ir corriendo a comprarme la banda sonora.

Su voz era clara, dulce, triste y hermosa. Era delicada y trémula, pero la controlaba a la perfección. Subía, bajaba, centelleaba y brillaba. Me hizo pensar en cristales, pajarillos y manantiales borboteantes. Me dieron ganas de llorar, y de envolver a Alexis en algodones y protegerla como si fuera una muñeca de porcelana. Era mágica.

Cuando terminó, recibió una ovación. Yo aplaudí con ganas, orgullosa de tener una amiga con tanto talento. Ahora estaba segura de que a ella le darían el papel que tanto quería y a mí algún otro.

Íbamos a actuar juntas en el musical. Alexis y yo. Ensayaríamos las canciones en el tranvía y los desconocidos nos aplaudirían. Me quedaría a dormir en su casa y memorizaríamos los diálogos juntas, sentadas en su cama con las piernas cruzadas, ambas con pijamas cuquis. Estaríamos divinas con los vestidos del musical y llevaríamos un montón de maquillaje en el escenario y seríamos fabulosas, y cada noche caería el telón frente a nosotras junto a un montón de rosas y ovaciones de pie. Y el mayor aplauso vendría de Ethan, que me estaría observando con ojos llenos de admiración.

—¿Ava Simpson?

Sonreí y me levanté. Había llegado mi momento. El primero de muchos.

Pink

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