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EXTRACTO DE ATENTAMENTE PERVERSO. LOS ASESINATOS DEL CASO VERMONT DE LA DOCTORA IRENE FENTON

Desde el secuestro de su esposa y su hija, desde el asesinato de Dolores Epstein, durante lo que duró el juicio de Anton Vorachek, Albert Ellingham nunca abandonó la búsqueda. El asesinato de Vorachek en los escalones de entrada al juzgado no frenó a Albert Ellingham, aunque la única persona que parecía saber el paradero de Alice estuviera muerta y enterrada. Alguien tenía que saber algo. No reparó en gastos. Apareció en todos los programas de radio. Habló con todos los políticos. Albert Ellingham fue a todas partes y habló con todas las personas que pudieran saber dónde podría encontrar a su hija.

Pero el 1 de noviembre de 1938, la policía y el FBI estaban dragando el lago Champlain en busca de los cuerpos de Albert Ellingham y George Marsh. Ambos habían salido a disfrutar de una tarde a bordo del barco de Albert, el Wonderland. Justo antes de la puesta de sol, una terrible explosión destrozó la tranquilidad de la tarde de Vermont. Los pescadores de la zona salieron en sus barcos hacia el lugar del accidente. Cuando llegaron, encontraron fragmentos del malogrado barco: pedazos de madera carbonizada, cojines chamuscados que habían volado por los aires, pequeñas aplicaciones de bronce, trozos de cabo. También encontraron algo mucho más inquietante: restos humanos en el mismo estado que el propio barco. Los cuerpos de Albert Ellingham y de George Marsh no pudieron ser recuperados en su totalidad, pero se hallaron restos suficientes para declarar muertos a ambos hombres.

Inmediatamente, se abrió una investigación. Todo el mundo tenía su propia teoría sobre la muerte de uno de los hombres más ricos e ilustres del país, pero, al final, no hubo caso. La hipótesis más probable fue que Albert Ellingham había sido asesinado por un grupo de anarquistas; de hecho, tres grupos distintos reivindicaron la autoría. Con la muerte de Albert Ellingham, el caso de Alice empezó a languidecer. No había una voz paterna pronunciando su nombre, ningún magnate repartiendo dinero y haciendo llamadas. Un año más tarde estalló la guerra en Europa, y la triste saga de la familia de la montaña palideció ante una tragedia mucho más dramática.

Con el paso de los años, se presentaron ante la policía docenas de mujeres que aseguraban ser Alice Ellingham. Algunas fueron descartadas desde el principio; no tenían su edad ni sus características físicas. Las que pasaron las primeras cribas se entrevistaban con Robert Mackenzie, el secretario personal de Albert. Robert investigó a fondo a cada candidata. Todas resultaron falsas.

Con los años, se ha reavivado el interés en el caso; no solo sobre Alice, sino también sobre el secuestro y lo sucedido aquel aciago día en el lago Champlain. Con los avances en los análisis de ADN y las técnicas modernas de investigación, quizá seamos capaces de dar con las respuestas.

Todavía se podría encontrar a Alice Ellingham.

La mano en la pared (El caso Vermont)

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