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EL CONTENIDO DE LAS «HISTORIAS » 16 El libro I

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Según nos cuenta en el prefacio de Agrícola (3, 3), Tácito tenía la intención de «recordar la pasada esclavitud y rendir tributo a la felicidad presente», es decir, que su obra comenzaría con el imperio de Domiciano (81-96) y continuaría con los de Nerva (96-98) y Trajano (98-117). Por las razones que fueran 17 , Tácito se inclinó por narrar en las Historias los hechos que transcurrieron desde las consecuencias de la muerte violenta de Nerón, el último emperador Julio-Claudio, hasta el asesinato de Domiciano, el último emperador Flavio. Tácito habría escrito en total doce o catorce libros de Historias , de los que solo han llegado hasta nosotros los primeros cuatro libros completos y un cuarto del quinto 18 . En ellos se narran los acontecimientos del año 69 y una parte del 70.

Se habría esperado que Tácito hubiera empezado las Historias con la muerte de Nerón y el ascenso de Galba, ocurridos en el mes de junio del 68. Sin embargo, inició su obra el 1 de enero del año 69 para seguir la tradición analística de los historiadores romanos desde los historiadores arcaicos: «Empezaré mi obra en el año del consulado de Servio Galba por segunda vez y de Tito Vinio» (I 1, 1). Además, el año 69 debió de haber ejercido un atractivo especial en la mente de Tácito, porque llega a decir que «Este era el estado del imperio romano cuando los cónsules Servio Galba por segunda vez y Tito Vinio iniciaron el último año para ellos y casi el año final para el Estado» (I 13, 3). Pocos años fueron tan convulsos y trágicos como el año 69, el de los cuatro emperadores: Galba es asesinado el 15 de enero, Otón se proclamó sucesor de Galba, pero las tropas germánicas habían proclamado emperador a Vitelio el 2 de enero y un poco después las tropas de Oriente se inclinan por Vespasiano. Tantos acontecimientos y tantos movimientos políticos y militares habían atraído la atención de un historiador que captaba como nadie los escenarios de los acontecimientos y las miserias humanas.

Tácito comienza las Historias con once espléndidos capítulos de introducción y resumen de toda la obra, siendo el capítulo 2 la quintaesencia de toda la obra con la concisión y rapidez de que Tácito era capaz:

La obra literaria en la que estoy embarcado es muy rica en desastres, llena de atroces batallas, plagada de luchas civiles, e incluso cruel en la paz. Cuatro emperadores sucumbieron por la espada. Hubo tres guerras civiles, más conflictos en el extranjero y a menudo ambos al mismo tiempo. La situación era favorable en Oriente y adversa en Occidente. El Ilírico era un torbellino, las Galias flaqueaban y Britania fue conquistada e inmediatamente abandonada a su suerte. Se levantaron contra nosotros los pueblos sármatas y suevos, el pueblo dacio se distinguió por victorias y derrotas y casi llegó a movilizarse el ejército [2] de los partos gracias a la impostura de un falso Nerón. También la misma Italia fue víctima de desastres sin precedentes o por lo menos no habían ocurrido desde hacía muchos siglos. Ciudades se habían incendiado o habían quedado sepultadas en la parte más rica de la costa de Campania. Roma fue devastada por incendios que destruyeron los templos más antiguos, llegando las manos de los ciudadanos a incendiar el mismo Capitolio. Se profanaron ceremonias religiosas y se cometieron adulterios sonados. El mar se pobló de exiliados y sus [3] islas rocosas se mancharon de sangre. La crueldad fue más atroz en Roma. La nobleza, las riquezas y los cargos políticos se declinaban o desempeñaban como si fuera un crimen y la recompensa de la virtud era una muerte más que segura. Las ganancias de los delatores eran no menos odiosas que sus crímenes, pues unos conseguían sacerdocios y consulados como si se tratara de despojos, mientras otros alcanzaban puestos oficiales y poder en la sombra, tratando y subvirtiendo todo, provocando el odio y el terror. Se sobornaba a los esclavos contra sus señores, a los libertos contra sus patronos, y quienes no tenían enemigos, caían arruinados por sus amigos.

Se detiene después en la situación de Roma (4-7) y las provincias (8-11): Hispania, Galia, Germania, Britania, Ilírico, Siria, Judea, África, Mauritania, Recia, Nórico, Tracia e Italia. Nada escapa del ojo escrutador de Tácito.

Los capítulos 1-49 tratan del enfrentamiento entre Galba y Otón. Cuando Galba adoptó a Pisón Liciniano, Otón se sintió traicionado por no haber sido él el elegido y preparó un golpe de Estado, él que era un hombre extravagante, disoluto, pero atractivo, contra Galba, un emperador avaro y viejo. Otón se encerró en el campamento con los soldados, a quienes dirigió un discurso lisonjero y lleno de buenas intenciones para asegurarse su lealtad (I 37-38, 2). Galba cayó asesinado por un tal Camurio, soldado de la legión XV Primigenia , o por Terencio o por otros. Todo este enfrentamiento entre Galba y Otón, incluido el asesinato del primero, es contado también por Plutarco y Suetonio, que debieron de beber de la misma fuente. La historia de Galba termina con el correspondiente obituario que dice en casi un capítulo (I 49, 2-4) más que en toda una biografía:

Este fue el final de Servio Galba, quien a lo largo de 73 años [2] había sobrevivido con éxito a cinco emperadores y fue más feliz bajo el imperio de otro que en el suyo propio. Había en su familia antigua nobleza y grandes riquezas. Era de una personalidad mediocre, destacando más por no tener vicios que por estar dotado de cualidades. No despreció ni compró su reputación; no [3] codició el dinero ajeno, fue parco con el suyo y avaro con el público. Era irreprochablemente tolerante con amigos y libertos, si resultaban gente honesta; si resultaban malvados, los ignoraba hasta llegar a ser él también culpable. Sin embargo, su cuna ilustre y el miedo que había en aquella época sirvieron de pretexto para llamar sabiduría a lo que en realidad era desidia. Mientras [4] estaba en la flor de la vida consiguió en las provincias de Germania gloria militar; como procónsul gobernó África con moderación y ya en sus últimos años llevó el control de Hispania Citerior con el mismo sentido de la justicia. Mientras fue un particular pareció superior a un particular y todos por unanimidad le hacían capaz de ser emperador, con la condición de que nunca hubiera llegado a serlo.

El retrato termina con un breve y brillante epigrama que resume la vida política de Galba: omnium consensu capax imperii, nisi imperasset . El capítulo 50 sirve de reflexión para perder las esperanzas en dos hombres indignos, Otón y Vitelio, y buscarlas en un tercero, Vespasiano, que inauguraría una nueva época de buen gobierno.

Los capítulos 51-90 giran en torno a las figuras de Otón y Vitelio, los dos nuevos protagonistas. Vitelio y sus generales copan la atención de los capítulos 51-70. Las fuerzas de Vitelio avanzan hacia Italia a través de los Alpes. A la estancia de Otón en Roma reserva Tácito los capítulos 71-90, momento en el que Otón decide salir de allí para enfrentarse a Vitelio. En la parte dedicada a este Tácito hace resaltar su extravagancia y su vida disipada frente a la energía y vitalidad de sus generales Cécina y Valente, a quienes ordena invadir Italia por dos rutas diferentes. A ellos seguiría más tarde el propio Vitelio. Tácito regresa a dar cuenta de los acontecimientos de Roma en los capítulos 71-89 centrándose en los sucesos acaecidos desde la muerte de Galba el 15 de enero, también contados por Plutarco. Destaca la narración del motín de los pretorianos, que termina después de un largo discurso de Otón a los soldados (I 83, 2-84), una magistral pieza de oratoria deliberativa. En las Idus de marzo o día 15 Otón salió de Roma (I 90) para ir al encuentro de Vitelio. La ciudad quedó bajo el mando de su hermano Salvio Ticiano.

Historias. Libros I-II

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