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Armero, ciudad virtual y heterotópica

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En la geografía de la antigua Armero, donde se hallan las ruinas existen, cuando menos, dos ciudades que conviven y se traslapan en dos dimensiones paralelas. Y no me refiero a las once dimensiones de las que da cuenta la teoría de cuerdas a través de sus ecuaciones y, en general, la física cuántica —que es otro tema—. Me refiero, en primer lugar, a esa ciudad que está en esta tercera dimensión, que es la que conocemos porque es en la que nos movemos. Esa sería una de las dos ciudades que observé, fue la que caminé y exploré. Y hay una segunda ciudad que es virtual y heterotópica, concepto que tomé de Michael Foucault para comprender los lazos que se han creado entre una ciudad que flota invisible, superpuesta a la ciudad de los vestigios, y los armeritas que pervivieron a la tragedia. Me refiero a esa ciudad que se erigió en la virtualidad y que es punto de encuentro de los armeritas en diáspora fundamentalmente, pero a la que cualquiera puede acceder porque tiene un lugar y, como todo lugar, tiene una dirección que en este caso es www.revivearmero.com, una página web diseñada, trazada, montada y administrada por Ana María García Nova, financiada por la Fundación Colonia Armerita en Bogotá, que partió como una iniciativa de Hernán Darío, quien ya venía desde 2007 con Narrativas de Armero, un perfil en Facebook que se llama Armero Virtual, https://www.facebook.com/memoriadearmeropagina/, creado con la idea de rescatar esa ciudad que solo está en la memoria de quienes la habitaron. Pienso que no es un lugar utópico —sigo con los términos de Foucault—, aunque podría pensarse que sí. No lo es porque

las utopías, que son los emplazamientos sin lugar real, emplazamientos que mantienen con el espacio real de la sociedad una relación general de analogía directa o invertida. Son la sociedad misma perfeccionada, o el reverso de la sociedad, pero, en cualquier caso, las utopías son, fundamentalmente, espacios esencialmente irreales. (Foucault, 1967, p. 19)

Y estos lugares, si bien no existen como materia, están anclados, necesariamente, a la ciudad que fue, cuya geografía, topografía y ruinas siguen estando ahí y que en cualquier momento puede ser punto de encuentro real, concreto. Precisamente por ello, porque el anclaje está en esta geografía sin la que podría existir la virtualidad, es que me inclino por la heterotopía:

Igualmente hay, y esto probablemente en toda cultura, en toda civilización, lugares reales, lugares efectivos, lugares dibujados en la institución misma de la sociedad y que son especies de contraemplazamientos, especies de utopías efectivamente realizadas donde los emplazamientos reales, todos los demás emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de la cultura están a la vez representados, contestados e invertidos; suertes de lugares que, estando fuera de todos los lugares son, sin embargo, efectivamente localizables. (Foucault, 1967, p. 19)

Es un concepto difícil de incorporar, que descentra. Foucault se refiere a esta característica en Las palabras y las cosas:

Las heterotopías inquietan, sin duda, porque minan secretamente el lenguaje, porque impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan, porque arruinan de antemano la “sintaxis”, y no solo la que construye las frases: también aquella menos evidente que hace “mantenerse juntas” (lado a lado y frente a frente unas y otras) las palabras y las cosas. (Foucault, 2010, p.11)

Es aparentemente absurdo, inconcebible, que una ciudad invisible exista —insisto en que hablo desde el universo foucaultiano—, es casi ridículo pensarlo desde nuestra lógica que sigue tan permeada por los antiguos griegos. Sin embargo, la paradoja está en que es justamente el lenguaje el que se ofrece como condición de posibilidad para su existencia: www.revivearmero.com y https://www.facebook.com/memoriadearmeropagina/, existen como lugares de encuentro gracias al lenguaje (los textos que narran desde la memoria) y gracias a su anclaje a la Armero que puede hallarse en las coordenadas: 4º57´54´´ N 74º54´18´´ O.

Los fantasmas de Armero, o el quinto elemento: crónicas desde el cuerpo

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