Читать книгу Los fantasmas de Armero, o el quinto elemento: crónicas desde el cuerpo - Adriana Leonor López Vela - Страница 7

Prólogo Los fantasmas de J. J.

Оглавление

Las primeras historias que escuché de Armero y sus fantasmas fueron contadas por J. J. el 20 de junio de 2015. Ahí empezó todo. Aquel viaje —aquella visita, en el tiempo en que se dio, en las circunstancias en que se dieron— fue el primero de una serie de eventos sincrónicos que culminaron en este trabajo.

De Armero no sabía nada, o casi nada: la avalancha, los muertos, la agonía de Omayra y la visita del papa. No más. Iba con la familia para Girardot; estaba de duelo. Nos detuvimos en el Centro de Visitantes, dos hombres conversaban bajo la sombra de un árbol, al lado de la carretera, frente a la casa que estaba adornada con dos pancartas, carteleras, afiches y fotografías. Uno de los dos hombres era J. J., quien, al cabo de un tiempo, se puso en disposición de los visitantes que iban llegando. De las primeras cosas que dijo, recuerdo, fueron cifras como “había 4600 casas, de las que quedaron 196 según el último censo que hizo el IGAC, que es el Instituto Geográfico Agustín Codazzi”, o “1500 muertos en Chinchiná, 25 000 en Armero”, y, así, datos y más datos. Hasta que comenzó a hablar de los fantasmas.

Durante la estancia y el recorrido por la zona céntrica de las ruinas experimenté sensaciones de las que hablo en Ahí están, en cuerpo y alma, los fantasmas. Así que no fue difícil relacionar lo vivido con la idea de las presencias. J. J. me prometió videos y fotografías, y testimonios que confirmarían sus historias. Antes de irnos le pedí sus datos: dos correos y dos teléfonos que garabateó en una talega pequeña de papel craft.

Al tiempo, cursaba la Maestría en Literatura y estaba por presentar la propuesta del trabajo de grado; el tema de mi interés era la crónica. Con el hallazgo de Armero, preví que lo observado en los vestigios de esa ciudad en ruinas podría convertirse en la pieza creativa del trabajo final. Lo que entrego aquí es, apenas, el producto creativo, las crónicas. El asunto, los fantasmas en Armero; el enfoque, sin embargo, me resultó problemático: ¿cómo darle altura a un asunto tratado casi siempre como un espectáculo circense? Esta pregunta gravitó en torno al trabajo varios años.

El siguiente paso fue un barrido de prensa y un rastreo bibliográfico con el fin de saber qué material documental había hasta ese momento para valorar el enfoque y trazar una ruta. Lo hallado reforzó lo problemático del enfoque, particularmente en lo que tenía que ver con el momento de la tragedia y, más aún, la agonía de la niña Omayra Sánchez. Era, además, paradójico: aquí fue cuando se empezó a desvelar la dicotomía entre lo sagrado y lo profano que me condujeron a los textos de Mircea Eliade (1998); Sabidurías invisibles, de Douchan Gersi (1993); y “La muerte: el viaje hacia una nueva existencia”, del libro La piel como superficie simbólica, de Sandra Martínez Rossi (2011). Lecturas que me ayudaron a comprender las dinámicas culturales y las ritualidades alrededor de la muerte.

Entre esa bibliografía hubo hallazgos de gran valor literario como Armero, un luto permanente, de Luz García (2005), un libro que recoge su historia y la historia de varios supervivientes de la tragedia, narradas en primera persona y, por tanto, de tal intensidad que ninguna otra historia semejante narrada después se le equipara. En cuanto a legislación, me encontré un repertorio bastante extenso.1 Esta compilación fue suficiente para planear un primer viaje al territorio que programé entre el viernes 30 de octubre y el lunes 2 de noviembre de 2015; contaba con el apoyo que podía brindarme J. J., cuyos datos tenía garabateados en una pequeña bolsa de papel craft.

Los fantasmas de Armero, o el quinto elemento: crónicas desde el cuerpo

Подняться наверх