Читать книгу El coraje de romperse - Alberto Simoncini - Страница 12

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En primer lugar, ¿por qué este título? Hemos sido construidos para resistir a cualquier acontecimiento. Rompernos es inevitable. Cada día podemos ver imágenes de personas que han perdido partes de su cuerpo y que a pesar de todo son capaces de lograr metas impensables para muchas personas que conservan intacto todo el cuerpo. Conozco personalmente a muchas de ellas, y son para mí una fuente de inspiración sorprendente debido a la fuerza y entusiasmo que emanan. Personas que pierden seres queridos, que pierden la salud, que pierden la casa y que a pesar del dolor y del miedo son capaces de levantar la mirada, de sonreír, de decir a la vida, de ser uno con todo a pesar de la aparente división.

La pregunta es: ¿de dónde sale esa fuerza?

Siempre ha estado allí, sin duda, en potencia, aunque a menudo ha sido utilizada solo a medias. O no utilizada nunca. Las virtudes o se aprenden o se desarrollan. Se aprenden de otros, cuando el ambiente que nos rodea es positivo y nos transmite sus virtudes a través del ejemplo. También se pueden desarrollar cuando el ambiente que nos rodea es negativo y nos “empuja” (y a veces casi “obliga”) a desarrollarlas para contrarrestar lo que llamamos anti-virtudes. De ahí la importancia de aceptar los acontecimientos que nos rompen, sabiendo que una vez rotos podremos mirar hacia dentro, descubrir quiénes somos desde una inesperada perspectiva, sabiendo que podremos reconstruirnos de una forma nueva y con poderes que encontraremos dentro, que desde fuera no era posible ver.

Las cosas se rompen cuando se utilizan. Y cuanto más se utilizan, más fácil es que se rompan. Así es la vida, así somos nosotros, nuestros cuerpos y nuestros corazones. Un corazón que no ama está a salvo de romperse, pero ¿para qué sirve un corazón si no ama? ¿Para qué sirve una llave que no abre ninguna puerta? ¿Para qué sirve un barco siempre seguro en un puerto?

El coraje de romperse

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