Читать книгу El coraje de romperse - Alberto Simoncini - Страница 18
Cómo desactivar
las dinámicas del ego
Оглавление¿Qué hacer, pues, cuando el ego se sobreactiva y no nos permite vivir nuestra vida con serenidad? En primer lugar, tomar conciencia de ello y aceptarlo por ser una respuesta natural y humana de nuestro sistema emocional. Cada vez que aceptamos algo de nosotros eliminamos la energía que utiliza para llamar nuestra atención. Esto explica que desde la fuerza de voluntad podamos modificar tamaño y gravedad de los acontecimientos que vivimos.
También es fundamental reconocer las emociones y hablar con ellas, con cada una de ellas. Y agradecer muchas veces al día. Esta es una práctica importante y efectiva que es bueno volver a integrar en nuestra cotidianidad.
Un punto clave de este trabajo es, por tanto, el reconocimiento de las emociones y de los pensamientos que las provocan. Reconocer las emociones, dejándoles el espacio que necesitan para expresarse y cumplir su misión es el punto de partida donde tomamos conciencia de la relación automática entre unos recuerdos antiguos cargados de dolor y el sistema de defensa del ego, que se activa cuando se le obliga a cambiar mucha información de la realidad/cuando hay dolor.
Las emociones existen para ayudarnos a vivir, o, mejor dicho, a sobrevivir. Así pues, es de vital importancia dejar que cumplan su misión, que es la de decirnos algo, decirnos por qué han venido a visitarnos. En el momento en que tapamos una emoción y no le dejamos el debido tiempo y espacio para expresarse, es cuando se queda en nuestro sistema físico, psíquico y emocional, a la espera de podernos hablar. De alguna forma, cuando el ego se sobreactiva toma como rehenes a las emociones y las encapsula en memorias de dolor.
Cuando una emoción se asocia a un evento traumático nunca vivido con anterioridad, allí es cuando se crea el looping frame. Es algo parecido a una alarma que se activa cuando el ego reconoce una situación o un evento parecido. Cuando la alarma suena, el ego reactiva las mismas emociones que crearon el looping frame, básicamente miedo y otras emociones derivadas como sufrimiento o rabia.
Es por ello que algunas veces reaccionamos de forma casi automática a las mismas situaciones y solemos justificarlo con frases como “es que cuando me hablan así yo reacciono mal” o “no puedo tolerar estas cosas, es más fuerte que yo”.
Podemos ser conscientes del mecanismo, pero para profundizar y descubrir el origen casi siempre necesitamos la ayuda de un profesional, porque la mayoría de los looping frames se han originado cuando éramos pequeños, así que se encuentran en las capas más antiguas y profundas de nuestra personalidad, de modo que es complicado acceder a ellos.
En el momento en que podemos llegar a la memoria original y liberar las emociones asociadas a ella, las integramos y soltamos un mecanismo que por lo general solo produce sufrimiento y que dificulta el proceso de andar por la vida con serenidad.
No hay que olvidar, además, que la sociedad en que vivimos prefiere sobreactivar nuestro ego. Por eso vivimos rodeados de una abundancia de información que genera miedo, dolor y duda. ¿Eso por qué? Porque una persona con el ego sobreactivado consume más, necesita nuevas etiquetas, nuevos ladrillos.
Una persona centrada, feliz con lo que tiene, serena, no consume mucho. No necesita apagar el sufrimiento. No necesita enseñar las cosas que posee, los lugares que pisa, su apasionante vida social (las redes sociales son potentes activadores del ego, nos exponen a una inmensa cantidad de estimulaciones sensoriales a través de vídeos e imágenes, nos dan premios a través de likes y del seudo reconocimiento social, nos piden juzgar todo el tiempo -y los juicios son etiquetas, el pan del ego-, poniendo likes, caritas, escribiendo o compartiendo).
Una persona feliz con lo que tiene pasa tiempo con la familia, con los amigos, con los animales y con las plantas y piedras. Y evidentemente pasa tiempo en soledad o, mejor dicho, consigo misma.
Si decidimos cambiar en nuestro espacio de ego, aportaremos cambios positivos también a nuestro entorno. Es en este espacio donde se producen los grandes cambios reales.
Una idea, un mensaje, una actitud, un acto de amor constante y repetidamente enviados al universo.