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6. El desafío de la creatividad para la teoría social

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Se puede escribir mucho sobre creatividad, existe una extendida bibliografía sobre el tema y desde la literatura empresarial a la académica se habla de ella. Y quizá aquí aparece ya un problema. Por un lado, las transformaciones en curso del capitalismo requieren, como se verá en el capítulo 8, creatividad. De hecho, se puede decir que en cuanto herramienta de la gestión y dirección de empresas, se tiende a quitarle contenido crítico y a convertirla en mero recurso productivo (Falero, 2017; Santamaría, 2018). Pero, por otro, esa capacidad relacional para la producción de teoría y de un marco teórico de la que se hablaba antes también exige creatividad. Pero en este caso es pensar la creatividad no contenida en límites preestablecidos, de hecho exige traspasarlos.

Ahora bien, aquí surgen muchas preguntas posibles, pero considerando que aquí se trata simplemente de colocar sobre la mesa elementos principales para el tema de fondo que hace a la relación teoría social con investigación, la lista se puede reducir a las tres siguientes: ¿que implica la creatividad en teoría social?, ¿qué metáforas se pueden emplear para entender cómo se puede potenciar o proyectar? y ¿existen realmente condiciones sociales y académicas para hacerlo?

Respecto de la primera pregunta, lo primero es situarla. Si se entiende que en una investigación de lo social el primer movimiento es de apertura del problema y no de cierre o confinamiento temático, si se considera que la construcción del objeto de estudio derivado del problema es una fase posterior a ese movimiento inverso de apertura, si se asume que una precipitación de ese segundo momento lleva a cortar mediaciones analíticas que pueden tener enorme potencial explicativo, entonces existe un desafío de creatividad que tiene efectos en la construcción del marco teórico.

Como se puede observar, el tema se conecta con lo ya establecido sobre capacidad relacional. Este “contexto de descubrimiento” del problema –por retomar la vieja expresión sociológica– es entonces también de integración creativa de insumos teóricos. Decía el físico David Bohm (2011) en su libro justamente sobre la creatividad que lo más creativo del trabajo científico está en el desarrollo de teorías.

Desde su ámbito de trabajo vinculado a las ciencias naturales, establecía que las teorías debían ser consideradas una forma de ver el mundo, una manera de percepción, aunque no necesariamente ya un conocimiento sobre el mundo. Y aquí aparece una consideración posible: en las ciencias sociales, las teorías son más que eso. Su proyección en el marco teórico de una investigación ya anticipa conocimiento sobre el problema social a abordar porque la relación entre lo empírico y lo teórico es igualmente otra, implica un ida y vuelta permanente, continuo. Una investigación puede dejar preguntas que cuestionen la capacidad explicativa de conceptos utilizados en esa misma investigación. De modo que la capacidad de apropiación y uso de la teoría social es clave.

Esto implica un permanente reto creativo, pero ¿qué criterios pueden establecerse para postular que hay creatividad? El criterio de la novedad puede ser utilizado en los distintos ámbitos y también puede postularse en esta discusión, pero resulta menos claro de lo que aparece en primera instancia: algo es novedoso con relación a qué. En todo caso, es un criterio más cualitativo que estadístico. Una posibilidad es decir que “una respuesta es nueva porque es única en un grupo determinado o porque el individuo se evade de un sistema conceptual previo y construye uno nuevo que afecta tanto a las ideas como a las personas” (Monreal, 2000: 49). Puede establecerse entonces que supone anticipación, aunque con relación a un contexto determinado.

Seguramente la novedad no puede ser el único criterio. También se ha dicho que debe tener “eficacia social”. Pero dónde está la “eficacia social” de, por ejemplo, Las señoritas de Aviñón de Picasso. Se puede decir que es creativo por su calidad, no por su “eficacia”. Y así se pueden ir añadiendo y discutiendo criterios de aproximación. Por lo pronto, parece más pragmático pensar en Bourdieu y establecer que algo es creativo porque el producto del espacio social específico del cual emerge es considerado creativo por sus pares.

Y, en el caso de la teoría social y específicamente de la construcción de un marco conceptual de una investigación, ¿hasta dónde el espacio académico inmediato, aun en el caso de que sea diverso, es capaz de considerar que allí hay creatividad? Y si la hay, ¿hasta dónde se transmite o proyecta luego en el trabajo empírico, el análisis y las conclusiones?, ¿hasta dónde se considera que lo teórico es realmente importante cuando en verdad es solo una parte de la investigación de un problema social cuyo trabajo de campo puede implicar numerosas incertidumbres o hacer preveer complicaciones? Porque generalmente hay tiempos acotados y una dinámica de producción de conocimiento que no puede detenerse. Es decir, fácilmente se puede caer en repeticiones teóricas.

De este modo, se llega a la otra pregunta: las imágenes que se pueden utilizar para hablar de requerimientos de creatividad. En términos de armado de un marco teórico, se podría contraponer con la idea de puzzle que obviamente implica componer una imagen combinando de manera correcta piezas de distintas formas. El problema es que en un marco teórico no se sabe la cantidad de piezas que se disponen y no están concentradas en un lugar, ni se conoce la imagen a la que se quiere llegar, y, para peor, estas piezas tienen flexibilidad en sus formatos para encastrarse. Y aquí aparece precisamente la creatividad posible.

Una imagen que se podría emplear cuando se está en la construcción de un marco teórico es la del viajero, con una dirección general, pero, al mismo tiempo, con algo de errante, de explorador para internarse por otros caminos, aunque con la capacidad de volver a esa dirección general, y es justamente aquí donde puede aparecer la creatividad teórica. Es decir, por momentos tiene un camino trazado, por momentos se deja llevar, en algunos tramos descubre algo inexplorado, en otros sigue el sendero abierto por otros. Esto en términos teóricos significa capacidad de reflexión. Si el viaje pensado en términos de curiosidad cognitiva en cierta forma supone “desestabilización” de lo aprendido o lo conocido, el viajero teórico es quien puede desconfiar, pero no incomodarse al descubrir una apertura conceptual nueva.

Y, al igual que el explorador que cuenta con mapas y herramientas que le facilitan la orientación, si el investigador en cuestión dispone de capital cultural, tendrá más oportunidades de ser creativo en su camino. Cualquier docente de sociología conoce la relación entre capacidad de integrar y discutir teoría de un estudiante y su capital cultural heredado.

Además, igual que ocurrió con la Revolución Industrial, a la par que supone cambios organizacionales globales en la estructuración del capital y del trabajo, en las formas e instituciones estatales, en las relaciones que se tejen entre todo lo anterior, también se produce una mutación de los mapas cognitivos heredados. Por ejemplo, ello puede ocurrir con la capacidad de reflexión y el tipo de mediaciones que se establece (el hipertexto), con la atención atrapada en imágenes, con los nuevos modos de leer más alejados de la lectura meditativa y más cercanos a la lectura zapping, con los flujos constantes y en permanente expansión de información, con la persecución del dato actualizado en distintos círculos de conocimiento (en cuanto también los datos tienen una caducidad mucho más rápida que antes).

Un último aspecto a incorporar son los obstáculos a la creatividad teórica que la propia sociedad coloca. Por ejemplo, se puede pensar la “cultura” actual de la fugacidad como un obstáculo. “Cultura” es un término demasiado problemático, complejo, porque, si se asume en el sentido amplio de una forma de vida en su conjunto, corre el peligro de abarcar demasiado. Aquí simplemente se usa para transmitir rápidamente la idea de mutaciones en la forma de experimentar la sociedad, que no pueden ser desvinculadas de los cambios del capitalismo global. En particular se piensa aquí relacionada a las imposiciones de la revolución informacional (Falero, 2011a; sobre esto se volverá más adelante).

La pregunta central podría formularse de la siguiente forma: ¿cómo se puede elaborar teoría social creativa –lo cual requiere reflexión– para un mundo que premia la velocidad, la acción, el dato inmediato, la imagen? Instantaneidad y fugacidad son la contracara de la reflexión serena que requiere la elaboración creativa y la captación de la teoría. Es preciso problematizar muy introductoriamente este tema.

Se ha demostrado que el ser humano piensa más creativamente cuando está sereno, libre de estrés y de apremios que si está sometido a la presión del tiempo (Smart, 2014), pero la vida social bombardea precisamente con otras consignas y genera otros comportamientos. Asimismo, es conocido que la red asociativa de nuestro cerebro se encuentra en metamorfosis permanente y aquí, para bien o para mal, parecen esbozarse cambios que no parecen ser temporarios y superficiales. Sin caer en visiones apocalípticas, se trata de tener presente una suerte de agitación mental permanente, cotidiana, una sucesión de instantaneidades, de pérdida de memoria colectiva.

Sobre la base de elementos como los anteriores es que se quiere llamar la atención sobre las nuevas condiciones sociales de producción de teoría y la necesidad de reflexionar sobre ellas en términos de desafío hacia el futuro. Si bien no puede ser un juicio generalizable sin más, la idea es que la sobrecarga de estímulos debe relacionarse con la capacidad creativa de elaborar y utilizar teoría social.

La paradoja es que justamente cuanto más necesaria se vuelve esa función de la teoría social, en cuanto guía ordenadora y filtro de selección de información, es cuando más débiles se vuelven las condiciones sociales para su producción. Porque la captación de teoría social –y más su elaboración aplicada en un marco conceptual– requiere un entrenamiento que va contra la hiperactividad o el tipo de conexión zapping que tiene el internauta. Nuevamente se llega a un tema que excede ampliamente el objetivo de este trabajo, pero era preciso tenerlo en cuenta en un esquema básico de obstáculos a la reflexión y creatividad en teoría social.

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