Читать книгу El libro expandido - Amaranth Borsuk - Страница 16

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La invención griega del alfabeto de consonantes y vocales aseguró el desarrollo de la alfabetización y el paso de la tablilla al rollo. Dicho alfabeto era más sencillo de aprender a leer y escribir que sus antecesores, dado que consistía en menos signos y, al igual que el sistema de escritura hierático de los egipcios, era más adecuado para la escritura sobre el papiro que sobre la arcilla, lo cual llevó a la adopción general del rollo. La dependencia del papiro llevó a otra importante invención por parte de los griegos: el cálamo. Extraído de la caña y con una punta filosa dividida, el cálamo aseguraba claridad y velocidad: con el tiempo fue adoptado, al igual que el alfabeto griego, por los propios egipcios en el siglo cuarto. (33) El incremento en la velocidad de escritura, a su vez, influyó en el desarrollo del alfabeto. El latín se escribía originalmente en mayúsculas de líneas rectas, pero a lo largo del siglo IV e. c. fue adquiriendo curvas y, en el V, minúsculas, quizás por el aumento en la producción de códices por parte del cristianismo durante ese período. Volveremos sobre las letras mayúsculas y minúsculas cuando abordemos la invención de los tipos móviles, pero es interesante destacar que la forma y los materiales de la escritura se desarrollaron de manera conjunta, incluso en este incipiente estadio, lo cual fue moldeando tanto al libro como a los escritores y a los lectores.

El rollo y la llegada del papel

Al igual que en la Mesopotamia con la arcilla y en Egipto con el papiro, los chinos desarrollaron su primera versión del libro, jiance, con la fibra vegetal que tenían en abundancia: el bambú, un material versátil que se utilizaba en la arquitectura, la agricultura y las artes antes de que se lo adoptara como soporte de escritura. Al tiempo que el rey Asurbanipal construía su biblioteca, en China los artesanos partían varas de bambú por los nudos, las dividían en tiras de una media pulgada de ancho, las cortaban de un mismo largo y las curaban con fuego. Pulían las tiras de un lado hasta que quedaran lisas (lo que se conocía como el lado amarillo) y las ataban entre sí con cuerdas de seda, fibras de caña o cuero de modo que se las pudiera enrollar como una esterilla para su guardado y traslado (véase figura 1). (34) Si bien en la mayoría de los casos las cuerdas se han desintegrado, algunos jiance presentan orificios en el texto o incisiones en el bambú que indican dónde hubieran estado las ligaduras. Según señala el académico Liu Guozhong, el propio nombre de los rollos chinos, “ce”, que se traduce en algo así como “volúmenes [de tiras]” (es decir: jian/tira de bambú + ce/volumen), es un pictograma que representa tiras de distintos largos rodeadas con una cuerda:. (35) Casualmente, esa forma proporciona un modelo excelente para la idea de grano: la dirección en que están dispuestas las fibras de una hoja de papel. Uno dobla el papel en forma paralela al grano para obtener el doblez más suave y asegurarse de que las páginas se puedan dar vuelta con facilidad. Tal como demuestra el artista de libros Scott McCarney a sus alumnos con una esterilla de sushi, doblar un jiance en sentido contrario al grano lo rompería como un atado de ramas y resquebrajaría el papel. (36)

Aquella forma preliminar influyó la propia forma de la escritura china. Los jiance se escribían en tinta con un pincel fino de cerdas duras. Al igual que con los rollos egipcios y griegos, se utilizaba un cuchillo para raspar los errores, aunque a veces también se utilizaban agua y saliva. El estilo tradicional de escritura china desde arriba hacia abajo proviene directamente del propio material del libro: una tira de bambú era demasiado finita como para que cupiera más de un carácter por línea. Así, se inscribían de arriba abajo, en una columna de caracteres individuales, y el texto continuaba hacia la izquierda. Uno pensaría que los escribas también habrían podido desarrollar una orientación de arriba abajo y de izquierda a derecha, pero, una vez más, la forma impacta en el contenido. Dado que los escribas escribían con la mano derecha, las tiras en blanco se colocaban a la izquierda. Lo habitual era mover la tira pintada hacia la derecha para dejarla secar y agregar una tira en blanco a la izquierda, ya que era lo más sencillo y, por ese motivo, se las unía de ese modo. (37) Además de la disposición en forma de columna, los escribas establecieron otras características que trasladarían a los manuscritos y a los libros impresos, como la numeración de las tiras ya sea en la parte inferior de la cara amarilla o en la cara posterior, o la incorporación del número de cada capítulo y del título en la tira más externa de cada rollo, así como el título y colofón en el reverso (algo similar a lo que se hacía, según hemos visto, con las tablillas de arcilla).

El hecho de que las tiras fueran tan estrechas contribuyó no solo al modo en que se disponía el texto, sino también en la evolución de los propios caracteres. Dado que las tiras eran tan estrechas, los escribas desarrollaron ideogramas en sentido vertical, ya que podían escribirse con mayor facilidad. Guozhong nos da los ejemplos de los caracteres que expresan “caballo” y “cerdo”, que parecen estar parados sobre las patas traseras, en lugar de estar con las cuatro patas sobre la tierra, como uno esperaría. (38) Además de caber cómodamente en los espacios que otorgaban los soportes, las figuras humanas y animales miran hacia la izquierda, indicando la dirección en la que continúan la escritura y la lectura. (39)

Mientras que la escritura sobre otras superficies, como caparazones de tortuga, cerámica, artefactos de bronce y sellos ya aparece en 1400 a. e. c., los jiance fueron el primer método portátil aparecido para distribuir información en China, como por ejemplo: listas de funerales, adivinaciones, registros cívicos, y luego libros de medicina, tratados filosóficos y científicos, al igual que literatura (un patrón que se repite en casi todas las culturas que desarrollaron la escritura). El ejemplo más conocido de un libro compuesto con tiras podría ser el Yijing o I Ching (El libro de las mutaciones, ca. 1000 a. e. c.), un texto de adivinación que se consulta arrojando monedas para conformar un hexagrama cuyo significado debe interpretarse. El jiance completo más antiguo, cuyas setenta y siete tiras intactas están enlazadas con una cuerda de fibra de caña, data de entre 93 y 95 e. c. y consiste en un inventario mensual de armas del pelotón al cual pertenecía. (40) Si bien los rollos de bambú eran durables y portátiles, los que medían casi un metro eran incómodos de transportar y de leer. La seda, otra fibra cuya producción los chinos perfeccionaron, era liviana y duradera y también se utilizaba para escribir e ilustrar, especialmente entre los siglos III y V e. c. Pero su producción era mucho más costosa, por lo que se estima que los rollos de seda encontrados eran objetos de lujo. (41)

Para que el libro pudiera tener mayor difusión, era necesario desarrollar una alternativa más liviana y menos costosa que el bambú y la seda. Y así nació el papel, un invento atribuido a Cai Lun, un eunuco de la corte imperial de la dinastía Han, aunque también existen muestras que lo anteceden dos siglos. Cai Lun presentó un método al emperador en 105 e. c. a través del cual suspendía en el agua una mezcla de fibras de caña, corteza de morera, redes de pesca y retazos de género (que en la elaboración del papel se conoce como lechada) y luego se la colaba a través de un tamiz para obtener las fibras enroscadas, que después se dejaban secar y se blanqueaban. (42) La orientación aleatoria y el entrecruzamiento de las fibras hacían que el papel fuera durable y flexible. Estas páginas se adherían al rollo de una manera muy similar al sistema egipcio y se escribía sobre ellas con el mismo método que los jiance. Una vez más, si bien podríamos pensar que aquella nueva tecnología reemplazó rápidamente al sistema que la precedió, el rollo de papel y de bambú siguieron siendo utilizados en forma paralela hasta el siglo V, cuando el emperador Huan Xuan sintió la necesidad de emitir un decreto imperial que ordenaba a los fabricantes de libros a utilizar papel en lugar de seguir confiando en lo que él consideraba técnicas anticuadas. (43)

El libro expandido

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