Читать книгу La derrota de lo épico - Ana Cabana Iglesia - Страница 7
ОглавлениеAGRADECIMIENTOS
Nací un 20-N y me licencié en Historia, lo que pudiera indicar cierta predisposición para hacer del franquismo mi tema de investigación. Pero nada más lejos de designios divinos y meigas que esta decisión. En este camino, como en muchas otras decisiones académicas acertadas, le debo reconocimiento a mi tutor, el profesor Lourenzo Fernández Prieto. Para él mi gratitud por todo el apoyo y la confianza que me ha demostrado en estos años.
La derrota de lo épico es una parte de mi tesis doctoral, defendida en noviembre del 2006 en la Universidade de Santiago de Compostela; por ello quiero agradecer los comentarios y críticas que los miembros del tribunal que la juzgaron, los doctores Ramón Villares, Manuel González de Molina, Carme Molinero, Francisco Cobo y Ángela Cenarro, me hicieron, pues han contribuido sin ningún género de dudas a enriquecer la investigación inicial.
He contraído deudas de reconocimiento con el conjunto de miembros del Departamento de Historia Contemporánea e de América, siempre prestos en ayudas y consejos. Mención especial debo hacer a los miembros del Grupo de Historia Agraria –Histagra– que, por proximidad temática, me sufrieron y sufren más asiduamente.
Mi investigación se ha visto beneficiada por los programas de investigación a cargo de Ramón Villares y Lourenzo Fernández Prieto en los que se ha inscrito, y también de las estancias predoctorales que he podido realizar fuera de la USC en el marco de la beca FPU. Por ello, es más que de justicia agradecer el papel que jugaron los profesores que aceptaron convertirse en mis tutores en la Universidade Nova de Lisboa, como la antropóloga Paula Godinho (que aún sigue velando por su alumna do norte, tarea en la que la flanquean as minhas caras Dulce Freire e Inés Fonseca); en el Centro Cañada Blanch de la London School, el hispanista Sebastian Balfour, y en la Universidad Autónoma de Madrid, el historiador Juan Pan-Montojo.
Si hay algo que defina la investigación que implica hacer una tesis doctoral es la soledad. El trabajo con las fuentes, las lecturas bibliográficas y la redacción son tareas todas ellas que no conllevan el gusto de compartir. Yo probablemente sea una excepción, pues mi aislamiento se redujo a lo mínimo necesario gracias a que Daniel Lanero, Antonio Míguez y Antóm Santos compartieron conmigo congresos y días de archivo, enriqueciendo así mi trabajo. Les agradezco infinitamente sus lecturas críticas, sus consejos historiográficos y los seminarios-debate organizados. Les debo también, al igual que a David Soto, Emilia García, Prudencio Viveiro, Anxo Collarte y Xosé Penedo, la compañía y la amistad de muchos días compartidos en el despacho de becarios de la facultad.
Quiero hacer mención especial a los de Lugo, a Duarte, Pili, Paco, Mar, Ana Isabel, Quique, Emilio, Teresa, Xerardo, Marcelo, María, Elvira, Loli, Martázul (¡mi infatigable correctora!), Veva, Patricia, José Ramón, etc. Desde que llegué en el 2003 a la ciudad de las murallas me han acompañado por los vericuetos del campus... y por los que hay fuera de él.
Para mis amigos de siempre y mi familia va mi más profunda gratitud. De su generosidad infinita se ha aprovechado mi trabajo y se beneficia cada día mi vida.