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PRÓLOGO: DE FRANQUISMO Y ANTIFRANQUISMO

El franquismo sigue siendo un territorio bastante desconocido historiográficamente, del que creemos, sin embargo, saberlo casi todo. Este libro de Ana Cabana descubre facetas desconocidas pero fácilmente reconocibles, y sobre todo sólidamente fundamentadas, de un tiempo y un lugar que sigue envuelto en el misterio del mito y los tópicos. A la confusión del franquismo como tiempo vivido se añade la de la propia capacidad del franquismo para crear explicaciones duraderas sobre sí mismo y las del antifranquismo para combatirlas, a veces alimentándolas sin querer. Los mitos políticos creados por el franquismo y los épicos del antifranquismo son apartados unos y deconstruidos otros en este libro, que tiene su origen en una investigación más amplia, presentada en el 2006 como tesis doctoral en la Universidade de Santiago de Compostela, titulada Entre a resistencia e a adaptación. A sociedade rural galega no franquismo 1936-1960.

Este trabajo aporta distancia historiográfica donde floreció –a veces en exclusiva– el compromiso cívico y político. Los nacidos antes de 1962 conservamos recuerdos y experiencias de la dictadura porque iniciamos la adolescencia antes de que la muerte de Franco –lo que la verborrea franquista solía predecir como el hecho biológico– diese el pistoletazo de salida para el fin del régimen. La investigación que aquí se presenta comprende el periodo 1936-1960, por lo que, con el mismo criterio, la experiencia de vida del tiempo que trata se restringe a los nacidos antes de 1947. Si bien la larga posguerra de hambre, estraperlo, violencia, represión y adoctrinamiento nacional-sindicalista y nacional-católico puede extenderse poderosamente al tiempo de la dictadura del desarrollismo y de la sociedad de consumo de masas de la década de los sesenta, como memoria y como presente. Trata por tanto de lo que se ha dado en llamar primer franquismo. Una denominación que no tiene continuidad en un segundo franquismo, que por arte de magia se transforma siempre en desarrollismo, como separando, por la cesura de 1959, un primer franquismo para olvidar de un desarrollismo para recordar.

En su indagación, la autora no desprecia ninguna de las fuentes que puede utilizar para responder a preguntas relevantes sobre las formas de consenso, colaboración, sumisión, disenso y resistencia. Son preguntas no muy diferentes de las que se hacen sobre otras dictaduras europeas del tiempo del fascismo, y quiere resolverlas empleado los instrumentos del oficio, recurriendo a otras ciencias sociales y buscando la luz de la teoría que el pasado necesita para ser indagado. Una de sus preguntas tiene que ver con el carácter de la pretendida adhesión de Galicia al régimen del 18 de julio que la memoria franquista –la única pública durante el régimen– asentó como una losa aparentemente inamovible. En un trabajo previo –producto también de su tesis–trató de modo específico la cuestión del consentimiento (Xente de orde. O consentimento cara ao franquismo en Galicia, 2009, Santiago, Ed. TresCtres). Sus respuestas son necesariamente complejas, a la luz de la historiografía europea más actualizada, alejadas de lugares comunes y, por supuesto, pensadas para ser sometidas a juicio en un debate crítico.

Ni la sumisión del rural gallego fue tal ni la razón de la persistencia del régimen reside exclusivamente en su naturaleza represiva. La conclusión tal vez no resulta en sí misma novedosa, pero sí lo es su fundamentación. Sus argumentos se sitúan por encima de las dos historias oficiales –memorias sociales– que perviven sobre la dictadura y que corren parejas sin apenas tocarse desde la transición: la del franquismo y la del antifranquismo. La primera fue construida por el régimen y divulgada como única a través de sus medios, asentada y renovada durante su vigencia, y en la actualidad sigue constituyendo un valor seguro –dado su elevado consumo, demanda constante y rentabilidad editorial– en la literatura no académica sobre la guerra y el franquismo. La segunda fue construida por el antifranquismo desde el exilio primero, de la forma confusa y convulsa que la derrota determinó, y después con la ayuda de los hispanistas liberales y, no pocas veces, hegemonizada por la interpretación de los intelectuales de matriz comunista, conforme avanzó su dominio intelectual en el antifranquismo. Ambas conviven actualmente como si de alguna forma fuesen oficiales, y así son percibidas y difundidas por cada una de las partes que se sienten vinculadas y herederas del conflicto bélico provocado por el golpe militar de 1936.

Treinta y cinco años después del óbito del dictador, para las nuevas generaciones de historiadores e historiadoras estas continuidades no son comprensibles ni aceptables. Tal vez porque están educadas en los valores de la democracia y de los derechos humanos universales promulgados por las Naciones Unidas tras la derrota de los fascismos y en la herencia de los juicios de Nuremberg –aunque sea más a través de Hollywood que de la escuela de la democracia–. El nuevo clima social respecto del pasado incómodo aparecido desde finales de los años noventa contribuyó también a este giro, atendiendo a la nueva demanda. Seguramente, por todo ello este libro se inscribe en la construcción de una interpretación historiográfica de la dictadura fundamentada en investigaciones que abordan empíricamente, a través de fuentes y registros del pasado, el conocimiento de ese periodo para construir una Historia (o Historias) que superen el juego de memorias y olvidos que advirtió Paloma Aguilar hace ya quince años.

En su análisis de las formas de resistencia que descubre en el mundo rural gallego, la autora consigue dar sentido a un trabajo histórico pionero de Harmunt Heine sobre la guerrilla antifranquista en Galicia publicado en 1980, que pasó casi desapercibido para la historiografía española hasta que veinte años más tarde el asunto se puso por fin a tiro. El trabajo del historiador alemán, construido desde la distancia académica y la importancia objetiva del objeto de estudio, en el marco de las resistencias europeas al fascismo, no encontró sin embargo receptores ni continuadores entonces. Ana Cabana explica que la dimensión y duración de aquella resistencia armada convencional tenían su correlato y su soporte en una resistencia civil que descubre a través de las múltiples formas de disenso que identifica, describe y analiza. Para ello echa mano de un amplio bagaje que parte de E. P. Thompson, J. Scott y un profundo conocimiento de las sociedades campesinas, desde el manejo de la historia rural y la antropología histórica. Enlaza con una línea de investigación enhebrada desde finales de los años ochenta en el Departamento de Historia Contemporánea de Santiago por Marc Wouters, Isaura Varela y M. X. Souto; saca partido al fondo Historga de historia oral iniciado por los dos primeros, construido a lo largo de más de veinte años y actualmente integrado en la UPDOC (Unidad de Patrimonio Documental) del Departamento. Sigue directamente las pistas que en sucesivos trabajos construyó Eduardo Rico Boquete sobre las resistencias vecinales al intervencionismo autárquico en el rural gallego, en especial contra las repoblaciones forestales y las apropiaciones de los montes comunales. Se vincula también a los trabajos de colegas de la Universidade de Vigo como Xulio Prada o Domingo Teixeiro, investigadores free lance como Dionisio Pereira, compañeros del Departamento como X. M. Núñez Seixas o E. Grandío, con las nuevas aproximaciones de Antonio Míguez o Andrés Domínguez o con las tareas de recopilación del grupo Nomes e Voces, por citar a los más próximos. Esta flota acompaña su singladura.

El presupuesto de partida es relativamente simple. Como otros autores recientes la autora parte de la idea de lo poco que sabemos todavía los historiadores sobre aquel régimen que triunfó en el asentamiento y la proyección de su memoria más de lo que estábamos dispuestos a reconocer desde los valores democráticos del presente, tamizados por la idealización de la transición como momento fundador. Su investigación forma parte de un programa de investigación más amplio desarrollado a finales de los años noventa a través de dos proyectos de investigación del Ministerio y la Xunta de Galicia, dentro del Grupo de Historia Agraria de la USC (HISTAGRA), creado por R. Villares. Un programa que tenía por objetivo definir y conocer algunas claves del franquismo, indagando en sus instrumentos organizativos (hermandades), en los mecanismos creados para construir consensos, en la aplicación de las políticas agrarias, en los conflictos latentes o manifiestos. En su diseño participaron las profesoras Aurora Artiaga, M. X. Baz o Pilar López, X. Balboa y E. Rico, y entre sus resultados se sitúan trabajos de Daniel Lanero, Anxo Collarte, José Penedo o Antonio Somoza. Se trataba de construir un conocimiento, en algunos aspectos meramente positivo, del asentamiento y desarrollo de la dictadura después de la represión que siguió a un golpe militar que en Galicia no llegó a ser guerra abierta. Aquel programa se situaba lejos de una historia heroica o trágica, ideológica o militante, alentada por urgencias del presente, pero corrió parejo –y se alimentó– de la explosión de la reivindicación cívica que en los últimos años logró avanzar en el camino –necesario e inacabado–de reconocer y dignificar a los perseguidos de la guerra y del franquismo.

Aquel programa de investigación, que Ana contribuyó decisivamente a diseñar y desarrollar, trataba en primer lugar de avanzar en el conocimiento más allá de 1936, un limes historiográfico que parecía difícil de vadear. Creímos encontrar la forma de hacerlo. Historiar el tiempo de la guerra y las décadas de los cuarenta y los cincuenta se volvía imprescindible para comprobar qué había acontecido con una sociedad civil plural y políticamente compleja, construida antes de esa fecha en el mundo rural gallego y que había sido profusa y profundamente estudiada (con trabajos, entre otros, de M. Cabo, A. Domínguez, A. Bernárdez) en el marco de un programa previo de investigación que completó el conocimiento del vigoroso primer tercio del siglo XX. Qué recursos, cultura social, hábitos, comportamientos, mecanismos de participación y organización del mundo rural construido en aquel proceso histórico sobrevivieron después de 1936 era una pregunta sin respuesta todavía a finales del siglo pasado (a sesenta años de la Guerra Civil). Mejor dicho, era una pregunta innecesaria porque todos conocían la respuesta y sufrían las consecuencias, porque la memoria del tiempo del franquismo era poderosa y doliente.

El libro que el lector está abriendo contribuye a caracterizar históricamente el franquismo en Galicia y el Estado español, de forma más acabada y menos mixtificada. Explica cómo, a diferencia de otros regímenes de matriz fascista de los años treinta, no procuró y no fue capaz de construir una auténtica comunidad nacional. Sus orígenes en el golpe de Estado y la Guerra Civil que desencadenó lo diferencian de otros regímenes nacidos en el periodo de entreguerras, porque su legitimidad –de haberla– no derivó de un proceso político sino de la victoria militar en una guerra civil. No procuró tanto integrar y construir como subsistir, sobre todo después de la derrota en 1945 de los regímenes de su color y de su tiempo. Y cuando lo procuró, no lo logró y además lo supo. La represión estuvo siempre acompañada de resistencias y la acción de reacción. Una represión dotada de un amplio repertorio de instrumentos, incluida la construcción y el manejo de una memoria basada en la guerra y la victoria que acompañó eficazmente a los instrumentos policiales y judiciales convencionales. Sus políticas agrarias, energéticas o industriales, marcadas por el intervencionismo y la autarquía y aplicadas desde el principio con lógicas tecnocráticas, compartían raíz fascista. Y la reacción a su aplicación generó mecanismos de resistencia que aquí son analizados, adentrándose en la caja negra del pasado social, con madurez historiográfica y generacional.

Mencioné algunas de las preguntas que se hace la autora pero, en este ya largo prólogo, intenté eludir las respuestas. Los lectores las encontrarán en estas páginas, podrán comprobar de dónde procede la información y cómo fue lograda, así como evaluar el tratamiento que de ella se hace, y juzgar las interpretaciones a que da lugar. Aprovechen su lectura.

LOURENZO FERNÁNDEZ PRIETO

Departamento de Historia Contemporánea e de América

Santiago de Compostela, 16 de octubre del 2011

La derrota de lo épico

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