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De VISIONES Y SORTILEGIOS (1945-1960)92

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Ninguno se dio cuenta

todavía

de que mi pena y mi voz

no son mías.

Nadie

adivina

que en una existencia

antigua

he vivido

otra vida

que en otras primaveras florecieron mis dedos

y otras desilusiones cercenaron mis risas.

Ninguno vio

la vieja herida

y el reflejo de otros muchos reflejos

en el agua dormida.

Nadie percibe

la voz cautiva

ni esta Sombra alucinada que me sigue:

extranjera… y amiga…

Te conozco camino

de todos los tormentos

con raíces quemadas

con losas de silencio.

Te conozco camino

mordido por el viento

roedor de las torres

abruptas de mis Sueños.

Te conozco camino

laberinto protervo.

Nada cambia. Mis huellas

se vienen a mi encuentro.

Y un rostro desvelado

me acecha en tus espejos.

Del tronco le sube

una lima aguda.

De la rama derecha un puñal

de la izquierda un pez y una brújula.

Hay una mujer

que corre desnuda

las manos cortadas sobre la jofaina

verde de la luna.

El columpio que se mece solo.

La aldaba que da en la puerta.

La mancha que nada borra.

La sombra que avanza lenta.

La mano que ninguno ve

y que la ventana cierra.

El reloj que se pone a andar.

La rosa que cae muerta.

La cuchilla que segó la luz.

El cortinaje que tiembla.

La trenza que alguien cortó

rígida sobre la mesa.

El eco: sin voz audible.

El paso: limpio de huellas.

Y este grito verde rejón de horror que hurga

los largos corredores de las casas desiertas…

No me dejan hablar

con sus gritos de espanto

con sus quejas rebeldes

de eternos supliciados.

No puede mi voz débil

calmar el arrebato

de este océano hostil

demente y encrespado.

Día y noche me arredra

el tumulto enconado

el clamor de esas voces

en rostros devorados.

Velan la luz del sol

enturbian los remansos

estrangulan mi voz

truecan mi risa en llanto.

¡Oh muertos inclementes

nunca pude enterraros!

Vais conmigo cubriéndome

de ceniza y cansancio.

A través de mis ojos

los vuestros van mirando

la noche interminable

de mi vivir amargo.

No me imploréis ya más

no me cortéis el paso

no me gritéis los nombres

de mis sueños truncados

¡que hace tiempo morí

bajo este cielo extraño!

La voz sola

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