Читать книгу Aceites esenciales en sinergia - Ana Requejo - Страница 20
X. Biodisponibilidad de los aceites esenciales por VÍA OLFATIVA
ОглавлениеInhalar un aroma provoca en nuestro cuerpo y psique una serie de respuestas automáticas que modifican tanto nuestras emociones como nuestro estado de ánimo y, con ello, nuestra respuesta corporal. La nariz humana es capaz de captar hasta diez mil olores diferentes (teoría esteroquímica de Amoore). Contamos con trescientos cincuenta receptores del olor (frente a los mil de un perro) y cada uno de estos receptores capta una molécula aromática diferente. ¿Y qué nos dice la ciencia sobre este tema?
Según Linus Pauling (1946), ingeniero químico y bioquímico, uno de los primeros químicos cuánticos y ganador de un premio Nobel de química en 1954 por su trabajo sobre enlaces químicos; el olor está íntimamente relacionado con su estructura molecular. Amoore (1963), en cambio, y su teoría esteroquímica (también llamada Cerradura y llave) nos dice que las moléculas olorosas tienen formas bien definidas las cuales determinan la clase de olor que percibimos. Por ello, llegó a segmentar la gama de olores en siete grupos fundamentales: etéreo, alcanforado, almizclado, floral, mentáceo, acre y pútrido. También determinó que la superficie de cada nervio olfativo, conectado a su vez al bulbo olfatorio donde se conectan las ochocientas millones de terminaciones nerviosas, finaliza en un receptor con forma y configuración específica para cada aroma. Por tanto, según Amoore, cuando una molécula de aceite esencial, que no es otra cosa que vapor con un peso molecular inferior a 300 mol, alcanza nuestra mucosa en el órgano olfatorio, alcanza también el receptor más adecuado y conecta con el nervio olfativo que a su vez transforma el aroma en una señal que es proyectada a nuestro sistema límbico y, en concreto, a los lóbulos temporales. Dicha señal es interpretada reaccionando con una respuesta emocional, un recuerdo que no podemos controlar conscientemente, motivando en nosotros placer o desagrado. Desde nuestro sistema límbico, el aroma va interfiriendo y actuando en los diferentes bloques de nuestro sistema central:
1. hipocampo, nuestra corteza primitiva: es responsable de nuestra memoria episódica y espacial, e interviene en los procesos mentales relacionados con la memoria a largo plazo, la producción y regulación de estados emocionales, y la navegación espacial.
2. Córtex: tejido nervioso, materia gris compuesta por más de diez mil millones de neuronas y que, mediante la sinapsis, envía información. Aquí radica nuestra percepción, pensamiento, juicio y decisiones, es decir, todos nuestros procesos intelectuales.
3. Hipotálamo, el director de orquesta: es un 1 % de la masa encefálica que es capaz de dar respuestas a todas las señales que nos rodean y también a las que vienen de nuestro interior. Regula la hipófisis o glándula pituitaria (glándula endocrina) que a su vez coordina nuestro sistema endocrino (glándulas sexuales y suprarrenales), que secretan las hormonas hipofisarias, relacionadas con el crecimiento y el desarrollo correcto del metabolismo. También regula nuestro equilibrio y nuestros instintos y emociones.
Esta interfaz es beneficiosa para tratar problemas alérgicos (rinitis, sinusitis) del sistema respiratorio (bronquitis, neumonías, infecciones alveolares) y problemas emocionales (ansiedad, estrés, insomnio, nerviosismo). Es extremadamente útil para modificar la respuesta de toxicómanos en terapias.
Indiscutiblemente, cuando aplicamos los aceites esenciales por vía dermal diluidos en un vehículo como es el aceite, nuestras vías respiratorias están abiertas y recibiendo el aroma que desprende la sinergia de aceites esenciales y vegetales que estamos aplicando mediante un masaje o unas simples friegas sobre nuestra piel y, por tanto, incidiendo en nuestra musculatura y sistema nervioso. Dependiendo del sistema vehicular utilizado, tenemos las siguientes aplicaciones:
• el aire con difusores, spray, manos con la aplicación de aceites sin consecuencias (no dermocáusticos) y pañuelos (estrés);
• el agua con baños, saunas, compresas y enjuagues;
• las lociones, cremas y aceites con masajes y tratamientos cosméticos;
• y los preparados galénicos con aceites esenciales puros en cápsulas, soluciones alcohólicas y miel.