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XII. Normas de seguridad básicas en el uso de los aceites

Garantías de calidad de un aceite esencial

Antes de entrar más a fondo en el proceso de destilado de los aceites esenciales y en su composición química, hay parámetros básicos y fáciles de reconocer para que nuestro uso y disfrute de ellos sea también seguro y con un final feliz. Hemos de ser conscientes de que por muy naturales que nos parezcan los aceites esenciales no dejan de ser un conjunto químico de moléculas con sus beneficios y también, como ya hemos visto, con sus riesgos y contraindicaciones.

Además de esto, el mercado mundial de los aceites esenciales está monopolizado por la industria perfumista, cosmética y alimenticia, las más de las veces sin muchos miramientos en mantener una calidad y, en muchas ocasiones, con el único objetivo de lograr el mayor rendimiento al menor coste posible. Si para ello se ha de forzar la obtención de un aceite esencial estandarizado, crear productos exactamente iguales año tras año y regular a su gusto el mundo de los aromas sin cumplir con las mínimas condiciones de destilado, se hace. La mayoría de los aceites esenciales que se comercializan actualmente se venden como puros, naturales, ecológicos, quimiotipados… cuando la realidad es que, más a menudo de lo que pensamos, han sido diluidos, adulterados con aceites vegetales o minerales, emulsionantes químicos, trementina, alcohol…, sobre todo si el producto proviene de las llamadas empresas multinivel, donde prima el beneficio sobre la salud.

Cómo se adultera un aceite esencial

Dilución en alcohol etílico: los aceites esenciales son muchos menos fluidos que el agua, por lo que, si la densidad es demasiada parecida a la del agua, entonces puede haber sido un aceite esencial cortado con algún alcohol.

• Añadiendo componentes de otro aceite esencial más económico, por ejemplo, terpenos, geraniol o linalol.

• Con otro aceite esencial similar, pero más barato, como es el caso del geranio por la rosa.

• Añadiendo componentes sintéticos como el dipropilenglicol (DPG), el fenil etil alcohol…

• Etiquetando un aceite esencial similar y más barato por otro más caro, como el lavandín por la lavanda.

• También simulando un aceite esencial con creaciones sintéticas de laboratorio.

La lavanda fina (Lavandula angustifolia) es un ejemplo clásico de adulteración. Los datos económicos muestran que las exportaciones anules de lavanda fina son de 250 t cuando las estadísticas de las asociaciones de productores de lavanda en los campos franceses de Saignon, Lagarde d’Apt y Mont Ventoux (donde se cultiva actualmente la lavanda fina) nos indican que solo son destiladas 20 t. Para suplir la demanda de lavanda, se suele adulterar el producto con acetato de linalol sintético o, en su defecto, vender lavanda híbrida o lavandín en su lugar. Estos son los parámetros básicos de una lavanda fina auténtica:

• linalol + acetato de linalilo (no superior al 80 %);

• monoterpenos (no menos de 9 %);

• y alcanfor (por debajo de 0,5 %).

Etiquetaje y envasado de calidad de un aceite esencial

Para conseguir en las aplicaciones, sea cual sea la vía escogida (externa o interna), unos resultados óptimos, sin problemas, efectos secundarios no deseados, nuestros aceites esenciales han de ser naturales y puros, completos al 100 %, y deben cumplir con los siguientes parámetros:

etiquetado correcto conteniendo la siguiente información:

– nombre botánico en latín: (1.er nombre = Género de la planta) + (2.º nombre = Especie); – quimiotipo bien visible (si existe; para más información ver apartado XIII); – proceso de extracción bien claro: destilación o expresión;

– origen del aceite esencial: planta de la que procede, país;

– órgano del cual se ha extraído el aceite esencial;

– y proceso de cultivo: biológico, orgánico…

Envasado correcto:

– frasco de vidrio oscuro, marrón o azul, que lo proteja de la luz;

– y obturador cuentagotas y cuello estrecho, esencial para evitar accidentes en caso de que caiga en manos infantiles.

Una vez abierto el frasco, este ha de ser guardado en una caja oscura, lejos de zonas propensas a los cambios de temperatura bruscos.

Vida útil de un aceite esencial

La vida útil de un aceite esencial es difícil de establecer: bien cerrados y almacenados, pueden llegar a durar años. En general, está determinada por su composición química: algunos componentes se oxidan o se evaporan más rápidamente que otros. Los aceites esenciales se ven afectados por el oxígeno, el calor, la luz y el tiempo transcurrido desde que su frasco se ha abierto.

1. Oxígeno: reacciona con el aceite y lo oxida. Al oxidarse, el aceite esencial puede irritar más la piel, puro y diluido en aceite vegetal.

2. Calor: provoca una mayor y más rápida volatilidad del aceite esencial.

3. La luz ultravioleta promueve los radicales libres, por lo que las botellas de color ámbar son las más efectivas para mantener el aceite esencial a salvo.

4. Tiempo: cuanto más tiempo transcurra desde la apertura de los frascos, más posibilidades de que los componentes químicos cambien y, por tanto, sus riesgos en el uso aumenten.

Hay algunos aceites esenciales que mejoran con el tiempo, sobre todo los procedentes de la resina de los árboles o sus raíces, como el pachuli, el sándalo, la mirra, el incienso y el vetivert. En general, los aceites esenciales con alta concentración de monoterpenos u óxidos tienen la vida útil más corta, de aproximadamente uno o dos años. Los aceites esenciales que contienen muchos fenoles pueden durar hasta tres años, los que contienen cetonas, monoterpenoles y/o ésteres tienen una vida útil de cuatro a cinco años y los más duraderos, aquellos con más sesquiterpenos y sesquiterpenoles, que pueden extender su vida útil hasta seis años. Los cítricos son quizás los más propensos a cambiar (seis meses), ya que sus terpenos se transforman en ácidos y las ceras que contienen se depositan en el fondo del frasco. El aceite esencial puede seguir usándose, adoptando las precauciones adecuadas en cuanto a diluciones (ver pág. 57). Más adelante, se especifica cuáles son los componentes químicos y los aceites esenciales con más riesgo de sufrir oxidación y, por ello, de convertirse en posibles irritativos para la piel y las mucosas, así como los aceites esenciales más sensibilizantes y los alérgenos reconocidos por la Comunidad Europea.

Cromatografía de gases, espectometría de masas

Gracias a los avances técnicos, a la cromatografía de gases y a la espectrometría de masas, podemos analizar los compuestos orgánicos volátiles de los aceites esenciales y así identificar y cuantificar dichos componentes, cerciorándonos de su autenticidad, de si están adulterados o de si contienen solventes u otros componentes no originales de la planta de la cual se extrae.

Un cromatógrafo de gases, invento del botánico ruso Mikhail Tswett en 1906, separa y clasifica los componentes químicos del aceite, dependiendo del punto de ebullición, del peso molecular, la estructura y la polaridad. Finalmente, el procesador lo traduce en un registro con el porcentaje de cada componente. La cromatografía de gases, por tanto, está limitada por el hecho de que, como su nombre indica, su funcionamiento se basa en gases, por lo que las moléculas que se separan deben ser gaseosas. Un espectrómetro de masas ioniza cada componente químico, creando una «huella digital» molecular que posteriormente es identificada por el software de un ordenador, el cual nos da el patrón de cada componente molecular. Sin este espectrómetro al final de un cromatógrafo, los compuestos simplemente se liberan en el aire, separados el uno del otro. Por lo tanto, el cromatógrafo y el espectrómetro trabajan juntos con el objetivo de separar y obtener la información precisa de identidad y cantidad individual de cada una de las moléculas: el cromatógrafo separa y el espectrómetro analiza.

Y ¿qué es lo que nos muestra este tándem CG-MS? Según el director científico del Laboratoire PhytoChemia en Canadá, Alex St-Gelais, referencia norteamericana en el campo del análisis de aceites esenciales(4), podemos saber a través de este estudio:

• la cantidad de moléculas volátiles;

• las proporciones de los compuestos;

• y la confirmación de la fuente botánica, origen geográfico de las muestras, por ejemplo, la diferenciación entre los aceites de lavanda y lavandín; además de que determina quimiotipos e incluso confirma ingredientes de una mezcla de aceite.

• Compara aceites esenciales similares, ayudando así al agricultor a seleccionar mejor las plantas que desea cultivar;

• ayuda en la detección de adulteraciones y contaminación;

• nos indica si existe oxidación;

• verifica la rectificación, como sucede, por ejemplo, en la bergamota rectificada, de la cual se extraen la furocumarinas, componente fototóxico;

• y distingue entre aceites destilados y otros productos como absolutos, resinoides, oleorresinas y aceites expresados —cítricos, extractos de solventes y extractos de CO2—.

Pero lo que no nos indica es:

• si un compuesto es natural o sintético: se requiere de pruebas más específicas.

• No pueden detectar metales pesados dada su nula capacidad volátil.

• No proporciona información complementaria sobre aceites esenciales;

• y sobre otros aspectos del control de calidad aplicados a ellos: el índice de refracción, la densidad específica o la rotación óptica.

• Comparar laboratorios: además de requerir una calibración constante, hay más parámetros para configurar, por lo que resultados dependerán de la cantidad de muestra a estudiar.

Estos documentos han de ser facilitados por el proveedor de aceites esenciales siempre que el usuario lo solicite, así como la hoja de seguridad, que ya muchos proveedores comienzan a añadir y que aporta información valiosa y útil como:

• la identificación del producto y la compañía;

• la identificación de peligros;

• la composición e información sobre los ingredientes;

• las medidas de primeros auxilios a través de todas las vías: oral, dermal y olfativa;

• las medidas de lucha contra incendios;

• las medidas de liberación accidental;

• el manejo y el almacenamiento;

• el control de exposición y protección personal;

• las propiedades físicas y químicas;

• la estabilidad y la reactividad;

• la información toxicológica;

• la información ecológica;

• las consideraciones de eliminación;

• la información de transporte;

• la información reglamentaria: legislación.

Si todos estos datos acompañan al aceite esencial, mucha más seguridad, confianza y autenticidad nos otorga el proveedor.

Aceites esenciales en sinergia

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