Читать книгу Irresistible - Andy Stanley - Страница 22
NOTORIAMENTE INVISIBLE
ОглавлениеQuizá no sepas esto, pero el templo de Salomón contenía características de diseño similares a las de los templos paganos que podían encontrarse en todo el mundo antiguo. Si te tomas en serio el Antiguo Testamento, es difícil imaginar que este sea el caso. Las Escrituras judías incluyen detalles extraordinarios sobre cómo debía lucir y funcionar el templo, y sobre quién tenía permiso de dirigirlo. Pero, pese a unas cuantas características únicas, el templo judío tenía mucho en común con los templos paganos del mundo antiguo, incluyendo los pórticos, salones, patios, estancias y un altar utilizado para el sacrificio de animales. Los templos paganos de esa época, siempre incluían un espacio sagrado, diseñado específicamente para la imagen del dios para el cual se había construido y dedicado el templo. Una caja fuerte para sus dioses. Fue esta recámara sagrada, la que diferenció al templo judío de todos sus competidores. De hecho, puede argumentarse que esta recámara, con frecuencia llamada “Lugar Santísimo”, fue lo único que marcó la diferencia del templo judío.
La característica distintiva del templo judío no fue que tuviera algo que los otros templos no tuvieran, sino todo lo contrario; el templo judío se distinguía por no tener algo que todos los demás sí tenían.
Una imagen.
El Lugar Santísimo era como un hermoso marco diseñado con muchas ornamentaciones, pero sin ninguna imagen, escultura o pintura. Por eso Israel no necesitaba un templo, para empezar. La característica distintiva del judaísmo no era el diseño de su templo, sino la falta de una imagen representativa de su Dios. Las imágenes estaban estrictamente prohibidas en el judaísmo. Como descubrimos antes, esta prohibición en particular era una de las “diez grandes”.
Para los evangélicos de hoy en día, la idea de un lugar de adoración sin imágenes no nos resulta nada extraño. Sin embargo, en la antigüedad tener imágenes era muy común. Una religión sin una imagen era… absurda. Cuando el general romano Pompeyo entró a Jerusalén, en el año 63 a. C., hizo un recorrido por el templo. Sintió curiosidad de ver a este Dios judío del que tanto había oído hablar, quien se ofendía con tanta facilidad y era tan exclusivo que no se juntaba con otros dioses. Hizo a un lado a los sacerdotes, y con atrevimiento entró a donde solo los sumos sacerdotes habían entrado hasta ese momento: el Lugar Santísimo. Al empujar el velo del templo, una cortina con un gran diseño de ingeniería que separaba la habitación de Dios del patio exterior, quedó decepcionado al descubrir que ¡no había ningún dios! Ningún ídolo. Solo había una mesa dorada, un candelabro y unos dos mil talentos de oro.7
Todo lo cual dejó intacto.
Quizá pensó: Estos judíos locos. Construyeron una elaborada estructura física para un dios que no tiene representación física. ¿Quién alguna vez ha oído de un dios sin imagen?
Exacto.
¿Quién habría oído hablar de este extraño Dios a quien no se podía contener, reducir ni definir mediante ninguna cosa creada?
Todos.
¿Cómo?
Por medio de la nación de Israel.
Regresemos a Salomón.
Aunque el templo no haya sido idea original de Dios, tenía un propósito. Destacaba, acentuaba y subrayaba la principal diferencia entre el Dios de Israel y los de sus vecinos: Israel servía a un Dios vivo. A diferencia de los dioses paganos de los días de Salomón, o los dioses adorados siglos después por los ciudadanos de Roma, el Dios de Israel no necesitaba ser acarreado hacia el interior de su templo y levantado hasta su pedestal. El Dios de Israel no necesitaba ruedas para que los sacerdotes lo sacaran en los días de fiesta. El Dios de Israel no necesitaba que lo guardaran con llave durante la noche, para que nadie se lo robara, o para que nadie le quitara un pedacito, para la buena suerte. El Dios de Israel no necesitaba guardaespaldas. No necesitaba ser protegido contra los elementos. El Dios de Israel era Espíritu.
Un Espíritu Santo.
El Dios de Israel no fue puesto en su templo.
El Dios de Israel habitó en su templo.
Así como había habitado en el tabernáculo todos esos años, habitó el templo de Salomón bajo sus propios términos. Esta es la forma en que sucedió:
Luego los sacerdotes llevaron el arca del pacto del Señor a su lugar en el santuario interior del templo, que es el Lugar Santísimo, y la pusieron bajo las alas de los querubines.8
Pero la presencia del arca no igualó la presencia de Dios. El arca que contenía la ley de Dios no fue creada como objeto de adoración. Lo que pasó después, dio al templo su significado:
Cuando los sacerdotes se retiraron del Lugar Santo, la nube llenó el templo del SEÑOR. Y por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del SEÑOR había llenado el templo.9
La presencia del Espíritu de Dios, bajo sus propios términos, fue la característica distintiva del templo judío. Cada nación tenía sus leyes. Cada nación tenía sus sacerdotes y rituales religiosos. Las religiones más antiguas exigían sacrificios de animales. Los judíos tenían todo eso, salvo una cosa: su templo servía como marco imponente de algo que no estaba ahí. Pero el propósito de este magnífico edificio, construido para la gloria del Dios invisible, se extendió más allá de Israel.
El templo judío, con su intrincado sistema de sacrificios, serviría como contexto. El templo de Jerusalén serviría como el epicentro de una serie de acontecimientos que más tarde remodelarían el mundo, y no solo al mundo antiguo. A diferencia de los dioses paganos, el Dios de Israel no era un dios regional de alcance menor. El Dios de Israel era el Dios vivo cuyo poder y presencia no se limitaban a un edificio. El templo jugaría un papel importante, pero temporal en el plan profético de Dios. Sus similitudes con otros templos de la región, puntualizaron, enfatizaron, acentuaron y subrayaron la única diferencia significativa; la cual preparó el escenario para la siguiente gran actividad de Dios en el mundo. La ausencia de imagen o ídolo era más que un detalle diferenciador. Señalaba el propósito global de Dios para la nación.