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TEMPLOS DE PERDICIÓN
ОглавлениеCuando Salomón fue ungido rey, había paz en el territorio. Algunos se refieren a esta época como la época dorada de Israel. Finalmente, parecía haber una oportunidad para que Israel fuera una bendición para otras naciones. Sin embargo, Dios no estaba listo; resulta que Israel tampoco. Salomón se distrajo un poco —con mujeres; mujeres extranjeras y sus dioses extranjeros. El tema del templo no fraguó.
Aquí hay algo que suele pasarse por alto: además de construir un templo para su Dios, Salomón construyó muchas capillitas para un abanico de otros dioses. ¿Por qué? Porque quería mantener contentas a sus esposas extranjeras. “¿Cuántos otros?”, te preguntas.
Prepárate.
Unos setecientos.
El autor de 1 Reyes nos cuenta que Salomón tuvo setecientas esposas de sangre real.10
Construyó altares, santuarios y casas de adoración para cada dios adorado por sus setecientas esposas de sangre real. Una de estas esposas fue, ¿puedes creerlo?, ¡hija del faraón! Aun peor, sabemos que, hacia el final de su vida, Salomón, junto con sus esposas, adoraba a estos dioses extranjeros.11 Pero no crean que dejó de adorar al Dios de su padre, David. Hizo algo peor: los adoraba junto al Dios de su padre, David.
Aunque esto es confuso para nosotros, tenía todo el sentido del mundo para Salomón. Una vez que Salomón metió a Dios, por así decirlo, a su propio templo, lo rebajó al nivel de todas las demás deidades paganas de todas las naciones del mundo. Dios tenía una ubicación; una ubicación similar a la que los vecinos de Israel crearon para sus dioses. Con la construcción del templo, el Dios móvil de Israel parecía un poco más domesticado, regional. Había desaparecido la tienda de campaña, el recordatorio visual de que el Dios de Israel era un Dios que podía ir de un lugar a otro. Había desaparecido el recordatorio de que él podía levantarse e irse sin previo aviso. Y habiendo paz en el territorio, no había necesidad de invocar a Dios para que protegiera a Israel de sus enemigos.
Bajo el reinado de Salomón, Israel no estuvo en condiciones de bendecir a las naciones de la Tierra. Para el final de dicho reinado, Israel se parecía mucho a todas las demás naciones de la Tierra. Sin embargo, mientras que Salomón olvidó, o simplemente abandonó, su promesa a Dios, Dios no olvidó ni abandonó su promesa a Salomón. Su acuerdo con Salomón reflejaba la naturaleza condicional de su acuerdo con la nación.
Este templo no será más que un montón de ruinas y todos los que pasen a su lado se asombrarán y se burlarán, diciendo: “¿Por qué Dios ha hecho esto con Israel y con este templo?”12
Fiel a su palabra, en el año 587 a. C., después de un asedio sangriento, los soldados de Nabucodonosor atravesaron una brecha en el muro de Jerusalén, asesinaron a miles de ciudadanos, esclavizaron a miles más, y derrumbaron el templo de Salomón hasta sus cimientos.
Afortunadamente, Dios no estaba en casa esa tarde.
Se había mudado mucho antes.