Читать книгу Irresistible - Andy Stanley - Страница 39
VAMOS DE NUEVO
ОглавлениеMientras caminaba con sus discípulos en la región de Cesárea de Filipo, los doce no tenían la menor idea que estaban al borde de una nueva era. No había manera de que ellos supieran lo importante que esa conversación en particular resultaría ser. Ciertamente no tenían idea de la importancia que ellos tendrían en los eventos que estaban por suceder. Ellos estaban pensando en un reino con un trono y ejército. Su visión no llegaba más allá de las antiguas fronteras de Israel. Pero Jesús tenía algo más grande en mente.
Algo nuevo.
Su ekklesía.
Su nuevo movimiento eventualmente llevaría su nuevo mensaje más allá de las fronteras de Judea y Galilea. En un lapso increíblemente corto y en contra de todo pronóstico imaginable, el mensaje de Jesús logró llegar al corazón del Imperio romano. Para el inicio del segundo siglo, había conquistado la atención de muchos paganos, tanto dentro como fuera del imperio. Uno de esos, fue un abogado convertido en teólogo y apologista cristiano llamado Quinto Septimio Florente Tertuliano, mejor conocido como Tertuliano. Tertuliano fue tanto producto, como testigo de la difusión del cristianismo al final del segundo siglo y a principios del tercero. Cuando Tertuliano escribió las siguientes palabras, aún había cruces en Roma con cuerpos de sentenciados a muerte colgando de ellas. Sin embargo, la ekklesía de Jesús florecía:
¿Qué puedo decir de los mismos romanos, quienes fortifican su propio imperio con guarniciones de sus propias legiones, y no pueden extender el poder de su reino más allá de estas naciones?
Pero el nombre de Cristo se extiende por todo lugar, se cree en todos lados, es adorado en todas las naciones anteriormente mencionadas, reina en todo lugar, es adorado en todos lados y es conferido sobre todos por igual sin importar el lugar. No hay rey que con Él encuentre mayor favor, ni bárbaro menor gozo; ninguna dignidad o linaje disfruta de una distinción por mérito; Él es igual para todos, es Rey para todos, es Juez para todos, es Dios y Señor para todos.12
“Pero el nombre de Cristo se extiende por todo lugar, se cree en todos lados…”
Esto habría sido imposible de comprender para aquellos doce hombres que caminaban con Jesús.
“¿En todos lados?”
Pero después de su resurrección, los seguidores de Jesús del primer siglo fueron testigos del lanzamiento de un movimiento que, de hecho, se extendería “en todos lados”. El epicentro de este movimiento sería la declaración inspirada de Pedro en relación con la identidad de su amigo y maestro. Jesús era, de hecho, el Mesías, el Hijo del Dios viviente.