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Epidemiología en el mundo

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Generalmente las estimaciones de la prevalencia de la obesidad se derivan de encuestas o estudios de población, ya que los datos sistemáticos no pueden ser recogidos de las historias clínicas o estadísticas vitales. Prácticamente todos los datos sobre la prevalencia y las tendencias se basan en mediciones de peso y talla utilizando las clasificaciones descritas anteriormente y no en la grasa corporal, debido a las dificultades logísticas que implica esta medición en los estudios poblacionales.

Si bien se tenía la idea de que Estados Unidos era el país con más aumento en los índices de obesidad, México no se queda atrás, pues ambos ocupan los primeros lugares de prevalencia mundial de obesidad entre la población adulta (30%), la cual es 10 veces mayor que la de países como Japón y Corea (4%) (Barrera, Rodríguez y Molina, 2013; Franco, 2010). En nuestro país, las tendencias de sobrepeso y obesidad en las diferentes encuestas nacionales muestran un incremento constante de la prevalencia a lo largo del tiempo. En menos de 40 años, la población con obesidad y sobrepeso en México se ha triplicado, alcanzando proporciones alarmantes (Villa et al., 2004).

De acuerdo con Kitzinger y Karle (2013), en otros países y regiones del mundo se han registrado incrementos similares (WHO, 1997). Por ejemplo, en Inglaterra, entre 1993 y 2002, los índices de obesidad (>30) entre las mujeres de 25 a 34 años de edad aumentaron de 12 a 24%. Asimismo, en Portugal el sobrepeso entre los niños en edad escolar se levantó 61% (Padez et al., 2004). Los países menos desarrollados también han visto un aumento significativo en este fenómeno. Entre los niños en edad preescolar en las zonas urbanas de China, la prevalencia de la obesidad subió de 1.5% en 1989 a 12.6% en 1997. En la Unión Europea (UE), a su vez, los niveles de obesidad y sobrepeso se han elevado en las últimas décadas, aunque hay variaciones en los índices. En el año 2005, la International Obesity Task Force (IOTF) estimó que la prevalencia de la obesidad entre los adultos se encontraba en 15.7% para la UE, lo que significa que cerca de 65 millones de europeos (con exclusión de los niños) eran clínicamente obesos (IOTF, 2005).

En los casos de Italia y Letonia, las tasas de obesidad se encuentran entre menos de 10%; y en Austria, Alemania, Gran Bretaña, Hungría, Grecia, República Checa, Chipre, Irlanda, y Malta, en más de 20%. Es importante resaltar que aquí la tendencia es aún más pronunciada para niños y adolescentes. Se estima que el número de niños en edad escolar de la UE afectados por el sobrepeso y la obesidad crece un promedio de 400 mil cada año, aunado a un 30% de los niños que ya fueron clasificados con sobrepeso en 2006. La prevalencia más alta se encuentra en el sur de Europa, con países como España, Portugal e Italia, que informan niveles de sobrepeso y obesidad por encima de 30% entre los niños con edades comprendidas entre 7 y 11 años (Garde, 2010).

Datos reportados por el Ministerio de Salud en Chile señalan que 3.7% de los niños menores de 6 años están por debajo de una desviación estándar de la mediana del peso de referencia establecido por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los Estados Unidos de América (NCHS) y la proporción de quienes se ubican por encima de esa desviación es de 21.6%. Estos son valores que reflejan un notable desplazamiento hacia la derecha en la distribución del indicador peso para la edad (OPS, 1998).

En Brasil, de 1974 a 1975 se realizaron encuestas en los hogares y durante 1989 (Sichieri et al., 1994) mostraron un aumento notable de sobrepeso entre esos dos periodos en todos los intervalos de edad entre 18 y 65 años, tanto en mujeres como en hombres. La tendencia ascendente se confirma en un informe de 1996 (Monteiro y Lisboa, 1998) que indica una prevalencia de sobrepeso todavía mayor. En un estudio reportado por Pena y Bacallao (2005), En Sao Paulo, Brasil, de 535 familias (2,411 individuos) de una población urbana marginal, se observó que 30% de los niños presentaban un déficit relativo de estatura, y que 5.8% de los varones y 6.8% de las niñas tenían exceso de peso; además, 9% de los miembros adultos de las familias eran obesos, información que evidencia la coexistencia de la malnutrición y la obesidad en el mismo escenario y reflejo en todos los países con condiciones sociales y económicas polarizadas.

En lo que respecta a Perú, los resultados de la Encuesta demográfica y de salud familiar (Endes) (INEI, 1992), presentados por la Organización Panamericana de Salud (OPS), en la que se examinó a 9,600 mujeres que habían dado a luz por lo menos un niño durante los 5 años precedentes, mostraron un IMC de 25.1 (± 3.8 kg/m2). También se estimó que 34.5% de las mujeres tenían un IMC de 25 kg/m2 a 29.9 kg/m2, y que 9.4% tenían un IMC de más de 30 kg/m2; el IMC promedio en la zona metropolitana de Lima fue de 25.8 kg/m2. Por último, los estudios diacrónicos realizados en Costa Rica y Panamá también mostraron un aumento de la prevalencia de obesidad en los adultos (OPS/INCAP, 1994).

Finalmente, si se compara la prevalencia de la obesidad entre los países de Europa o entre los grupos de raza étnica en los Estados Unidos, estas tienden a ser más pronunciadas para las mujeres que para los hombres (Seidell y Flegal, 1997). Por ejemplo, en Europa, la supervisión de la OMS, con estudios multinacionales sobre las tendencias y determinantes en la enfermedad cardiovascular, reunió datos de 39 sitios en 18 países, y encontró que la prevalencia de obesidad fue similar para los hombres en todos los sitios. Para las mujeres, sin embargo, hubo marcadas diferencias en la prevalencia entre los sitios, con valores más altos para las de Europa del Este. Del mismo modo, en los Estados Unidos hay una desigualdad notable en los índices de la obesidad al grupo étnico de la carrera para las mujeres, pero no para los hombres. De 1999 a 2004, se notan diferencias en este punto entre los adolescentes de los Estados Unidos, tanto en raza/grupo étnico entre los niños y las niñas.

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