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Epidemiología en México

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En 1993, resultados de la Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas (ENEC) (Barrera et al., 2013) mostraron que 21.5% de la población adulta tenía obesidad en México, mientras que con datos de la Encuesta Nacional de Salud 2000 se observó que 24% de los adultos en nuestro país la padecían. De 2006 a 2012, con base en mediciones obtenidas por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (Ensanut) (Gutiérrez et al., 2013), el índice de sobrepeso y obesidad en mujeres adolescentes aumentó de 33.4 a 35.8%. Y en el caso de mujeres de más de 20 años, este porcentaje pasó de 71.9 a 73% en esa fecha. Para ambos grupos de edad, la proporción del sexo femenino con peso inadecuado fue mayor que la del masculino. Por su parte, en el caso de los hombres adolescentes el aumento fue menor; la prevalencia creció un punto en dichos años, pasando de 33 a 34.1%, y en los adultos el crecimiento fue de 2.7%, lo que significa que hasta 2012, 69.4% de los hombres tenía sobrepeso u obesidad.

En suma, la prevalencia de sobrepeso y obesidad en México en adultos mexicanos de 20 años o más fue de 71.3% (que representan a 48.6 millones de personas). El índice de obesidad (IMC ≥ 30 kg/m2) en este grupo fue de 32.4% (IC95% = 31.6, 33.3) y la de sobrepeso de 38.8% (IC95% = 38.1, 39.6). De manera específica, la obesidad fue más alta en las mujeres (37.5%, IC95% = 36.5, 38.6) que en los hombres (26.9%, IC95% = 25.7, 28.0), al contrario del sobrepeso, donde el sexo masculino tuvo una prevalencia de 42.6%, (IC95%= 41.3, 43.8) y el femenino una de 35.5%, (IC95%= 34.5, 36.5). La prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad es de solamente 3.6 puntos porcentuales mayor en las mujeres (73.0%, IC95%=72.0, 74.0) que en los hombres (69.4%, IC95%= 68.2, 70.6) (Barquera et al., 2013; Gutiérrez et al., 2013).

Un dato importante es que el incremento en las cifras de sobrepeso y obesidad en el periodo de 2000 a 2012 es mayor en los sujetos más jóvenes. En el grupo de edad de 20 a 29 años se advierte un crecimiento de 15.8%, (Ensanut 2000: 47.0%, IC95% = 45.3,48.8 comparado con Ensanut 2012: 54.5%, IC95% = 52.7,56.2). Sin embargo, en el periodo comprendido entre 2006 y 2012 no se observa una elevación significativa entre grupos de edad (Gutiérrez et al., 2013).

En la población infantil, México ocupa el cuarto lugar entre los países con más obesidad del mundo. Esta se presenta en aproximadamente 28.1% de los niños y en 29% de las niñas, solo superado por Grecia, Estados Unidos e Italia (Franco, 2012). La prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad en niños de 5 a 11 años, con base en los criterios de la IOTF, fue de aproximadamente de 26% para ambos sexos –26.8% en niñas y 25.9% en niños–, lo que representa alrededor de 4 millones 158 mil 800 escolares con sobrepeso u obesidad, mientras que en la población de adolescentes se estima que 1 de cada 3 hombres o mujeres tiene sobrepeso u obesidad, es decir 5 millones 757 mil 400 adolescentes en el país (Olaiz-Fernández et al., 2006). La obesidad en este grupo de edad se asocia con estilos de vida sedentaria e inactividad física (Pérez et al., 2012).

De acuerdo con los resultados de la Ensanut 2012, la prevalencia de sobrepeso y obesidad en menores de 5 años ha registrado un incremento a lo largo del tiempo de casi 2 puntos porcentuales de 1988 a 2012 (de 7.8 a 9.7%, respectivamente), sobretodo en la región norte del país, la cual llegó a 12% en 2012. Con la población en edad escolar (de 5 a 11 años de edad), la prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad en 2012, a partir de los criterios de la OMS, fue de 34.4% (19.8 y 14.6%, respectivamente). Para las niñas, esta cantidad es de 32% (20.2 y 11.8%) y para los niños es casi 5 puntos porcentuales mayor, 36.9% (19.5 y 17.4%). Esta cifra en niños en edad escolar representan alrededor de 5 millones 664 mil 870 niños con sobrepeso y obesidad (Gutiérrez et al., 2013).

Ahora bien, de 1988 a 2012, el sobrepeso en mujeres de 20 a 49 años de edad se elevó de 25 a 35.3% y la obesidad de 9.5 a 35.2%. Afortunadamente en el último periodo de evaluación (de 2006 a 2012), la prevalencia agregada de sobrepeso y obesidad en adultos ha mostrado una reducción en la velocidad de aumento, que era cercana a 2% anual (en el periodo 2000-2006), para ubicarse en un nivel inferior a 0.35% anual. Más de una tercera parte de los adolescentes del país presentan exceso de peso, lo que indica que más de 1 de cada 5 adolescentes tiene sobrepeso y 1 de cada 10 padece obesidad. En lo que respecta a los adolescentes, según datos de la Ensanut 2012, 35% de estos tienen sobrepeso u obesidad. Esto en el ámbito nacional representa alrededor de 6 millones 325 mil 131 individuos entre 12 y 19 años de edad (Gutiérrez et al., 2013).

Con relación a la diferencia de sexo, la obesidad es más común entre la población con escasos recursos y nivel educativo bajo (Ford y Mokdad, 2008). En varios países de la OCDE, las mujeres con poca educación son entre 2 y 3 veces más propensas a tener sobrepeso que las mujeres más educadas; asimismo, los niños con al menos un padre obeso tienen entre 3 y 4 veces más probabilidades de ser también obesos. Está bien documentado que el sobrepeso o la obesidad en la infancia y la adolescencia aumentan el riesgo de tener sobrepeso u obesidad en la edad adulta (Franco, 2012). Si bien se puede decir que lo anterior es en parte genético, es cierto que los niños generalmente comparten dietas inadecuadas y formas de vida sedentaria con sus padres, un aspecto social relevante en la diseminación de la obesidad. En este sentido, todo ese escenario pone en peligro la sustentabilidad del sistema de salud, pues incrementa el riesgo de muerte y el desarrollo de otras enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a la obesidad, como diabetes mellitus, enfermedad cardiovascular y cáncer.

Las cifras mencionadas son, por lo tanto, reveladoras de condiciones culturales, sociales y económicas del país, y como política nacional se convierte en un reto para el sector salud de los últimos gobiernos federales. De ahí la variedad de propuestas de políticas públicas que van desde el incremento de impuestos a productos a partir de cierta cantidad de calorías y a controles de venta de productos llamados ”chatarra” en el sector educativo, todo con el propósito de promover estilos de vida saludables en la población y así revertir el entorno obesogénico.

Existen claras diferencias entre los patrones dietéticos y el riesgo de padecer sobrepeso y obesidad en el país, ya sea en las distintas subpoblaciones, nivel socioeconómico, localidad rural o urbana o región (Rodríguez et al., 2011). Al utilizar la clasificación de la IOTF para definir sobrepeso y obesidad en los escolares, se observó que los estados de Oaxaca y Chiapas fueron los que tenían menor prevalencia de exceso de peso en niños (15.75%), en tanto que Baja California y Baja California Sur eran los que tenían las cifras más altas (41.7 y 45.5%, respectivamente). En el caso de los adolescentes y adultos, los estados del sur como Oaxaca y Guerrero fueron los que mostraron menor prevalencia de sobrepeso en comparación con los del norte, como Baja California Sur y Durango (OMS, 2014). Según Barrera-Cruz et al. (2013), el sector salud debe prestar mayor atención a las enfermedades crónicas relacionadas con la nutrición.

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