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John Dos Passos

I. El juicio ideológico

He aquí la crónica de una muerte anunciada: la de los anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, ejecutados en la silla eléctrica en 1927 tras siete años de cárcel, los cuales habían sido detenidos y acusados de robo y asesinato. En torno a su causa se posicionó un gran número de intelectuales de todo el mundo, dadas las irregularidades apreciadas en el juicio. Einstein, B. Russell, Marie Curie, T. Mann, G. B. Shaw o H .G. Wells son algunos de los que pidieron libertad para estos dos inmigrantes italianos, e incluso Mussolini y Stalin criticaron la condena, como explica Alba Montes Sánchez en el prólogo de Ante la silla eléctrica (Errata Naturae, 2011), pero quien más a fondo estudió el caso fue John Dos Passos (Chicago, 1896-Baltimore, 1970), célebre ya por su novela Manhattan Transfer (1925).

El texto tiene un gran valor histórico, judicial e periodístico, pero no tanto en términos literarios, pese a que Dos Passos consigue un estilo sintético y fluido, lo que no evita que las transcripciones de las declaraciones y el detallismo de todo el proceso lastre la lectura. Estamos ante un juicio que marcó una época y sigue presente en el «imaginario colectivo de EEUU, como demuestra la infinidad de manifestaciones artísticas y culturales de todo tipo que la historia de Sacco y Vinzetti ha seguido inspirando hasta nuestros días», apunta la traductora. Películas, canciones, libros que no se olvidan de que la democracia americana cometió una injusticia por culpa de una mezcla de temor por el comunismo y xenofobia, llevando a la muerte a dos obreros por su ideología. En vano, Dos Passos pediría: «Salven a Sacco y Vanzetti».

II. Conexión Manhattan-Castilla

Calle de Toledo, Getafe, Cuatro Caminos, paseo de la Castellana, plaza de Cibeles, plaza Santa Ana, calle del Gato, Puerta del Sol, Aranjuez… Estos lugares que son recodos habituales para el turista del siglo XXI que pasa por Madrid tuvieron hace cien años un cronista de altura, que remataba sus poemas concretando cada lugar, como certificando la realidad tras colocar en versos su observación. Fue este poeta, que prácticamente sólo es conocido por su relevante obra narrativa, John Dos Passos, quien firmó un único libro de poesía, A Pushcart at the Curb (1922), del que «Invierno en Castilla» es su parte más importante, como dice John Dos Passos Coggin en el prefacio de Invierno en Castilla y otros poemas (Renacimiento, 2018). «Cuando Dos Passos era un niño viajó mucho con sus padres por Europa. Siempre tuvo un profundo sentimiento de desarraigo y, por ello, la literatura se convirtió en su hogar permanente. Sin embargo, desde su primera visita a España encontró el calor y la sensación de pertenencia que tanto anhelaba», sigue diciendo el nieto del escritor de Chicago.

Era 1916. Un Dos Passos de veinte años se acababa de graduar en la Universidad de Harvard —donde estudió literatura europea— y visitaba Madrid lleno de entusiasmo, por sus cafés y su cultura mestiza, fruto de siglos de diferentes civilizaciones, permaneciendo en España en aquella ocasión casi tres meses. Recorrió lugares como Cartagena, Alicante y Tarragona, y tres años más tarde regresaría para quedarse ocho meses, todo lo cual le inspiraría su libro de viajes Rocinante vuelve al camino. Al fin, su eclosión como novelista sucedería durante la década siguiente, pero es en estos poemas y en su mirada viajera, curiosa y descriptiva, donde Dos Passos cultiva y forma su percepción del mundo, la entrena para que surjan novelas tan audaces, desde el punto de vista estilístico y estructural, como Manhattan Transfer o la trilogía U.S.A. Es asimismo el Dos Passos empático, compasivo, que capta el desgarro de las gentes más humildes, pero sin sentimentalismo, con la sobriedad del que mira y anota, con mirada de pintor, con anotación lírica; una actitud solidaria hacia el prójimo que se extendería a la España que sufrió la guerra, a la que acudió y en la que perdió a amigos muy queridos.

Eulalia Piñero Gil, profesora titular de Literatura y Estudios de Género de la Universidad Autónoma de Madrid, se encarga de traducir y prologar magnífica y extensamente estos poemas, iluminando la vida de un Dos Passos que ya de joven fue activista en contra de la Primera Guerra Mundial e incluso pisó el frente de Verdún para ayudar a rescatar heridos, haciendo un somero repaso de su búsqueda cervantina por las tierras de España, de su alma anarquista y solidaria, de su percepción de lugares como la sierra de Guadarrama, Cercedilla y Siete Picos como espacios idílicos. En todos estos versos tenemos a un Dos Passos andariego, cervantino, que mira a los ciegos y a los niños, a las mujeres enfrascadas en sus labores, al afilador y al que muele, a las vendedoras de flores o al lechero. Es el detalle contemplativo convertido en estrofa naturalista: «Una mujer con paraguas / mira hacia delante / y se recoge el vestido / para evitar el barro del pavimento», dice en un poema marcado por «el lento golpeteo de la lluvia», mientras que en la calle Atocha ve «una anciana arrugada y desdentada / [que] tirita de frío en la esquina de la calle tormentosa / muestra sus castañas asadas de forma sugerente / como hijas casaderas».

De modo que, como explica la traductora, Dos Passos se dedica «a retratar verbalmente escenas pintorescas y sesudas apreciaciones» sobre Madrid, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía y Valencia, la amada tierra de su héroe Don Quijote, pues, como le dijo por carta a un amigo este enamorado de nuestro país. «Estoy loco por España —la maravillosa vida apacible, la dignidad, los estratos de las distintas culturas». Él mismo era un individuo idealista que en España trabó amistad con personalidades antagónicas, caso del egocéntrico y egoísta Hemingway —su libro Años inolvidables son unas memorias que, en buena parte, son la crónica de esa relación; se rememora el primer encuentro de ambos en la Italia de 1918, su vínculo en el París de los años veinte, etcétera— y su apreciado amigo José Robles Pazos, profesor universitario y traductor que volvió de su vida en Estados Unidos para unirse a la República y que desaparecía, asesinado por los servicios secretos soviéticos, en 1936, provocándole el mayor de los sufrimientos.

El fruto de la vida diversa

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