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ESTRUCTURA

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El plan general de la obra es bastante claro. Según Beaujeu 7 sería el siguiente:

1. Introducción (115-132): los dioses y los hombres.

1.1. Tripartición de los seres superiores (115-116).

1.2. Los dioses visibles: los astros (116-121).

1.3. Los dioses invisibles (121-124).

1.4. Los hombres (125-132).

2. 1a parte (132-156): los démones en general.

2.1. Papel de los démones (132-136).

2.2. Morada de los démones (137-145).

2.3. Características generales de los démones (145-150).

2.4. Clasificación de los démones: a ) démones-almas (150-154); b ) démones no encarnados (154-156).

3. 2a parte (157-167): el demon de Sócrates.

3.1. Distinción entre la sapientia y la divinatio (157-162).

3.2. Esencia y manifestaciones del demon de Sócrates (162-167).

4. Conclusión (168-178): exhortación a practicar la sabiduría.

Por su parte, Regen 8 lo simplifica hasta el extremo, estableciendo como temas principales del tratado los siguientes:

1 Los dioses (116-124).

2 Los hombres (125-132).

3 Los démones (132-156).

4 El demon de Sócrates (157-167).

5 La filosofía imitando a Sócrates (168-178).

El texto del De deo Socratis aparece en la mayoría de los manuscritos precedido de una suerte de prefacio, constituido en realidad por cinco fragmentos sin aparente relación entre sí, que recuerdan el contenido heterogéneo de los Flórida , con los cuales la crítica actual está de acuerdo en relacionarlos.

No obstante, de estos cinco fragmentos, el quinto, que se presenta como la transición de una conferencia, cuya primera parte se habría pronunciado en griego y la segunda se tendría que continuar en latín, fue considerado ya desde el siglo XVI como parte integrante del De deo Socratis. Esto supondría que el texto latino conservado sería esa segunda parte de una conferencia iniciada en griego, cuyo tema habrían sido las diversas opiniones de los antiguos sobre el demon de Sócrates.

Sin embargo, el hecho de que por el texto que nos ha llegado se vea claramente que el auditorio debía de ser latino, no griego, y que no se encuentren referencias a un desarrollo anterior ante el mismo auditorio, como habría sido lo lógico, nos lleva a pensar con Beaujeu que conservamos el texto íntegro del De deo Socratis. Como mucho, cabría suponer que se ha perdido un breve preámbulo, dado que el comienzo actual parece algo abrupto 9 .

A pesar de que estamos ante unos fragmentos que no pertenecen propiamente hablando a nuestro tratado, como toda la tradición manuscrita los ha considerado como el prefacio de la obra, hemos optado, siguiendo a Moreschini, por incluirlos precediendo al texto verdadero. Por su parte, Beaujeu los coloca aparte, entre los fragmentos de sus opuscula filosóficos.

Motivo de debate ha sido también el título del tratado: ¿Por qué De deo Socratis y no De daemone o incluso De genio ? Ya san Agustín (Ciudad de Dios VIII, 14) se hace eco del problema y llega a decir que non appellare de deo, sed de daemone Socratis debuit 10 .

En primer lugar, después de explicar en 132 y 133 qué son esos entes que los griegos llaman démones, en 157 dice que Sócrates hunc deum suum cognovit et coluit, y en 162 utiliza casi en el mismo contexto daemon y deus: ibi vi daemonis praesagiari egebat […] eoque erat deo suo longe acceptior. Esto demuestra bien a las claras un uso casi sinónimo de deus y daemon, siendo el primero de sentido más general y que englobaba al segundo. Algo similar hace Cicerón en Sobre la adivinación, donde en I 54, 123 habla primero del daimonion , dicho del demon de Sócrates, y algo después emplea deus para designar lo mismo.

Por lo tanto, Apuleyo emplea deus en el título por ser el término general que engloba al daemon y, quizá también, por ser el término más familiar a su auditorio latino 11 . Por estas mismas razones mantenemos en la traducción el término ‘dios’ en vez del de ‘demon’.

Más fácil resulta explicar por qué no emplea el término Genius. Según dice en 150, se puede dar el nombre de Genius al alma individual entendida como demon, mientras que el de Sócrates es una especie de consejero, externo al propio Sócrates.

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