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EDICIONES Y TRADUCCIONES

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La editio princeps de las obras filosóficas de Apuleyo apareció en Roma en 1469, siendo su editor Giovanni Andrea de Bussi. Antes del siglo XVII aparecieron, entre otras ediciones, la Aldina (Venecia, 1521), la de Colvius (Leiden, 1588) y la de Casaubon (Heidelberg. 1594).

Entre el siglo XVII y la primera mitad del XIX asistimos a las grandes ediciones de Elmenhorst (Francfort, 1621), Oudendorp (Leiden, 1786-1823) y la de Hildebrand (Leipzig, 1842), que supusieron un progreso en el establecimiento del texto por el manejo de numerosos manuscritos y comentarios eruditos.

Con el siglo XIX aparecen las primeras ediciones críticas propiamente dichas de los opúsculos filosóficos, entre ellas las de Goldbacher (Viena, 1876), muy útil aún por presentar ya un texto depurado de la mayoría de los errores y con un aparato crítico muy preciso. Pero el primero en ofrecer un texto de los Philosophica ya bastante seguro fue Thomas (Teubner, Leipzig, 1908, con reproducción anastática en 1921), pues, a diferencia de Goldbacher, empleó el que ha resultado ser el mejor manuscrito de la obra filosófica del Madaurense, el famoso Bruxellensis.

Después de la aparición de la edición de Thomas y hasta 1930, sobre todo, se sucedieron un buen número de estudios críticos del texto de Apuleyo, proponiéndose gran número de enmiendas, muchas de ellas verosímiles.

Entre las ediciones más recientes se cuentan la de Barra y Pannuti del De deo Socratis y la de Minio-Paluello del De mundo. Pero, sobre todo, nos interesa destacar las ediciones de Beaujeu (Les Belles-Lettres, París, 1973, con una segunda edición en 2002), que incluye todos los opúsculos filosóficos que mayoritariamente son considerados auténticos (De deo Socratis, De Platone y De mundo) más algunos fragmentos, y la de Moreschini (Teubner, Leipzig, 1991), que incluye también las obras tenidas por espurias, es decir, el Asclepius y el Peri hermeneias o De interpretatione.

Para nuestra traducción hemos seguido fundamentalmente la edición de Beaujeu, que incluye también traducción al francés, y la hemos confrontado y completado con la de Moreschini. Nos ha sido también de gran ayuda la traducción al español de A. Camarero, que incluye todos los tratados filosóficos salvo el Asclepius. Muy útiles nos han resultado, asimismo, los detallados comentarios de Beaujeu y el aparato de notas de Camarero. En fin, para el tratado de lógica nos hemos servido de las explicaciones teóricas y la traducción al inglés de D. Londey & C. Johanson, así como del minucioso comentario de M. W. Sullivan.

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1 Una de las pruebas más seguras es la inscripción encontrada, en 1918 en esta localidad argelina, en el pedestal de una estatua dedicada por el pueblo de Madaura a un filósofo platónico que era la honra de la ciudad. Aunque no se conserva el nombre de tal filósofo, todo apunta a que se trataría de Apuleyo. Para el texto de tal inscripción, cf. ST . GSELL , Inscriptions latines de l’Algérie , I, París, 1922, n° 2.115. El texto dice: [Ph]ilosopho [Pl]atonico [Ma]daurenses cives ornament[o] suo d(e)d(icaverunt) p(ecunia) [p(ublica)]. El propio Apuleyo, en Apología 24, I dice que es «seminúmida y semigétulo».

2 Según su propia confesión, la herencia ascendería a dos millones de sestercios, más o menos, que para la época en que pronunció su Apología ya estaba algo mermada por sus viajes, sus prolongados estudios y sus liberalidades, puesto que no sólo ayudaba a los amigos, sino que incluso les proporcionaba la dote a las hijas de éstos.

3 Añade en este pasaje que él también desempeñó tal cargo a plena satisfacción, integrándose en la curia de su ciudad.

4 En efecto, en I, 2, 1, Lucio afirma que es oriundo de Tesalia por línea materna y que entre sus antepasados cuenta con Plutarco y con su sobrino el filósofo Sexto.

5 Cf. CL . MORESCHINI , Apuleio e il platonismo, Leo S. Olschki, Florencia, 1978, pág. 12, quien cita a E. ROHDE , «Zu Apuleius». Rhein. Mus., 11 (1885), 66-95. Sobre esto, cf. también G. BARRA , «Il valore e il significato del De deo Socratis di Apuleio», AFLN, IX (1960-1961), 67-119, pág. 77.

6 Cf. CL . MORESCHINI , ibid.

7 En Flórida 15 y en De mundo 17 se contienen descripciones de Samos y Frigia que demuestran, aparentemente, un conocimiento directo de ambos lugares.

8 Cf. D. LONDEY & C. JOHANSON , The logic of Apuleius , Brill, Leiden, 1987, pág. 11. Por su parte, U. Carratello, «Apuleio mori nel 163-164?», GIF, 16 (1963), 97-110, basándose en la cronología que puede extraer de sus obras, en particular de los Flórida, adelanta la hipótesis de que nuestro autor hubiese muerto o abandonado la actividad literaria sobre los años 163-164, cuando contaba unos cuarenta años: «Perché l’ignoto autore del florilegio, che scelse con cura nei discorsi di Apuleio e conservò I passi che riguardavano Cartagine e i suoi magistrati non avrebe dovuto tramandare il ricordo di avvenimenti posteriori al 163-164, se ne avesse trovato traccia nelle orazioni apuleiane?» (pág. 110).

9 Cf. D. LONDEY y C. JOHANSON , op. cit., pág. 9.

10 CL . MORESCHINI , Apuleio e il platonismo, pág. 13.

11 Cf. E. H. HAIGHT , Apuleius and his influence, Cooper Square Publishers, Nueva York, 1963, pág. 77.

12 Cf. X. RENAU NEBOT , Textos herméticos, introd., trad. y notas, Gredos, Madrid, 1999, págs. 422-423. Por su parte, Cl. MORESCHINI , «Sulla fama di Apuleio nel Medioevo e nel Rinascimento», en Studi filologici, letterari e storici in memoria di Guido Favati, 1977, págs. 457-476, en pág. 465 insiste en la idea de que el Asclepius nunca fue considerado verdaderamente como obra de Apuleyo y que ningún manuscrito lleva el nombre de nuestro autor ni en la subscripción ni en el título; asimismo, nunca fue citado como perteneciente a Apuleyo.

13 Sin embargo, en la reciente edición de Moreschini de la obra filosófica de Apuleyo el autor italiano incluye el Asclepius dentro de este corpus; asimismo. B. L. HIJMANS , «Apuleius, Philosophus Platonicus», ANRW 2, 36, 1 (1987), págs. 395-475, en págs. 411 y ss. no descarta del todo la atribución de la obra a nuestro autor.

14 Cf. CL . MORESCHINI , Apuleio e il platonismo, pág. 255 y D. LONDEY y C. JOHANSON , op. cit., págs. 11-12.

15 Cf. CL . MORESCHINI , Apuleio e il platonismo, pág. 256.

16 Sobre las objeciones tradicionales y las respuestas de MEISS . cf . D. LONDEY y C. JOHANSON , op. cit., págs. 12-15 y M. W. SULLIVAN , Apuleian Logic, North Holland Publishing Company, Amsterdam, 1967. págs. 9-14.

17 Sobre este punto concreto, cf. D. LONDEY y C. JOHANSON , op. cit., pág. 13.

18 Cf. D. LONDEY y C. JOHANSON , op. cit ., pág. 17.

19 Cf. D. LONDEY y C. JOHANSON , op. cit., pág. 19.

20 Cf. CL . MORESCHINI , Apuleio e il platonismo, pág. 15.

21 Cf. J. BEAUJEU , Apulée, Opuscules philosophiques: Du Dieu de Socrate, Platon et sa doctrine, Du monde, Fragments, texte établi, traduit et commenté par Jean Beaujeu, Les Belles Lettres, París, 1973, 20022 , pág. XXXIII y M. A. MARCOS CASQUERO y A. DOMÍNGUEZ GARCíA , Aulo Gelio. Noches Áticas, introd. trad., notas e índices, 2 vols. Universidad de León, 2006, vol. I, págs. 20-22.

22 Cf. J. BEAUJEU , op. cit., págs. XXXI-XXXII. Algunos autores postulan una datación tardía del De Platone y el De mundo argumentando que el dedicatario de ambos tratados, Faustino (cf. De Platone 219 y De mundo 285) era el hijo de Apuleyo —al interpretar en sentido literal el Faustine fili que aparece en ambos pasajes—, nacido de su relación con Pudentila y que habría de tener una cierta edad cuando se escribieron ambas obras. Es la opinión de J. DILLON , The Middle Platonists. A Study of Platonism 80 B. C. to A. D. 220, Duckworth, Londres, 1996 (2a ed. revisada y ampliada), pág. 310 y de S. GERSH , Middle Platonism and Neoplatonism. The Latin Tradition, University of Notre Dame Press, Notre Dame (Indiana), 1986, pág. 220. Sin embargo, BEAUJEU , op. cit., pág. 310, n. 2 y REGEN , «Il De deo Socratis di Apuleio (I parte)», Maia, Rivista di letterature classiche, 51, 3 (1999), 429-456, pág. 437 apuestan por considerarlo un destinatario ficticio (es decir, que ese filius no parece que pueda interpretarse literalmente). En cambio, BARRA , «Il valore e il significato del De deo Socratis», pág. 79, por ejemplo, prefiere no pronunciarse.

23 Cf. J. BEAUJEU , op. cit., págs. XXXIII-XXXIV.

24 Cf. J. BEAUJEU , op. cit., pág. XXXIII. Respecto al epíteto. BEAUJEU (pág. XXXII) añade que nada impide que alguna de las inscripciones pudiera ser anterior al 177.

25 Cf. J. BEAUJEU , op. cit., pág. XXXV.

26 Es decir, el De interpretatione estaría recogiendo las enseñanzas de lógica que pudo recibir Apuleyo durante su paso por Atenas.

27 Cf. CL . MORESCHINI , Apuleio e il platonismo, págs. 15-17.

28 Cf. CL . MORESCHINI , «¿Apuleyo mago o Apuleius philosophus Platonicus?», en G. Cruz Andreotti y A. Pérez Jiménez (coords.), Daimon páredros: magos y prácticas mágicas en el mundo mediterráneo, 2002, págs. 159-188, en pág. 186.

29 Cf. CL . MORESCHINI , Apuleio e il platonismo, págs. 133-191, cap. V. «La posizione di Apuleio e della Scuola di Gaio nella cultura del I-II secolo d. C.». Para este autor, la escuela de Gayo fue, entre las varias escuelas platónicas de la época de los Antoninos, «quella che ha conservato un più stretto legame con la tradizione» (cf. págs. 190-191).

30 Cf. R. E. WITT , Albinus and the history of middle platonism, Adolf M. Hakkert, Amsterdam, 1971 (= 1937), pág. 103, quien además pone en relación con éstos los Philosophoumena de HIPÓLITO .

31 S. Gersh, op. cit., pág. 223: «But we must admit that, although the reasons for linking Gaius with Albinus seem adequate, those for connecting him with Apuleius are less cogent».

32 Cf. S. GERSH , op. cit., pág. 227 y J. DILLON , The Middle Platonists, pág. 338. En lo que Dillon insiste también mucho es en que el gran volumen de doctrinas que comparten ambos autores no tiene por qué deberse a la labor de un solo maestro, sino que «much of which also had been elaborated by schoolmen in the hundred or so years since his time [el de Ario Dídimo]» (cf. ibid. ).

33 Cf. J. DILLON , Alcinous. The handbook of platonism. Clarendon Press, Oxford, 1993, págs. XI-XIII.

34 Sobre esto, cf. CL . MORESCHINI , «Sulla fama di Apuleio», pág. 464.

35 Cf. CL . MORESCHINI , «Sulla fama di Apuleio», ibid.

36 Cf. CL . MORESCHINI , «Sulla fama di Apuleio», págs. 468-469 y C. G. SCHLAM , «Apuleius in the Middle Ages», en The classics in the Middle Ages, Center for Medieval & Early Renaissance Studies, Binghamton (N.Y.), 1990, págs. 363-369, en pág. 365. En particular, este último afirma: «The inaccessibility of Greek sources, along with the praise of Augustine, enhanced the authority of these texts and they served an important role in the transmission of Platonic Concepts».

37 Cf. CL . MORESCHINI , «Sulla fama di Apuleio», pág. 476.

38 Cf. C. G. SCHLAM , «Apuleius in the Middle-Ages», pág. 365 y F. REGEN , «Il De deo Socratis di Apuleio», pág. 431.

39 Lo fundamental de la tradición manuscrita de la obra filosófica de Apuleyo fue establecido por algunos de sus primeros editores modernos, en particular Goldbacher y Thomas. La información que aquí ofrecemos proviene esencialmente de BEAUJEU , op. cit., págs. XXXV-XLIV y MORESCHINI , Apuleius. De phìlosophia libri , Teubner, Stuttgart & Leipzig. 1991. págs. III-XIII.

40 Según L. D. REYNOLDS , Texts and Transmission: A Survey of the Latin Classics , Oxford. 1983. pág. 17. este manuscrito pertenece a la tercera década del siglo IX. Se hacen eco de esta nueva datación C. G. SCHLAM , «Apuleius in the Middle-Ages», pág. 365; F. REGEN , «Il De deo Socratis di Apuleio», pág. 437, y MORESCHINI , Apuleius. De Philosophia Libri, pág. V.

41 A saber, el Bernensis 136, quizás del siglo XII , el Marcianus 341 y el Parisinus 4588 A, ambos del XIII , y el Laurentianus plut. LIV. 32, del siglo XIV .

42 Toda la información procede de MORESCHINI , Apuleius. De Philosophia Libri, págs. XI-XII .

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