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CAPÍTULO XX

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DE LAS COSAS QUE HIZO Y ENTENDIÓ EL CAPITAN HERNANDO CORTÉS DESPUES QUE FUÉ ELEGIDO POR CAPITAN, COMO DICHO ES.

Pues como ya fué elegido Hernando Cortés por general de la armada que dicho tengo, comenzó á buscar todo género de armas, así escopetas como pólvora y ballestas, é todos cuantos pertrechos de guerra pudo haber y buscar, todas cuantas maneras de rescate, y tambien otras cosas pertenecientes para aquel viaje.

É demás desto, se comenzó de pulir é abellidar en su persona mucho más que de ántes, é se puso un penacho de plumas con su medalla de oro, que le parecia muy bien. Pues para hacer aquestos gastos que he dicho no tenia de qué, porque en aquella sazon estaba muy adeudado y pobre, puesto que tenia buenos indios de encomienda y le daban buena renta de las minas de oro; más todo lo gastaba en su persona y en atavíos de su mujer, que era recien casado.

Era apacible en su persona y bien quisto y de buena conversacion, y habia sido dos veces alcalde en la villa de Santiago de Boroco, adonde era vecino, porque en aquestas tierras se tiene por mucha honra.

Y como ciertos mercaderes amigos suyos, que se decian Jaime Tria ó Gerónimo Tria y un Pedro de Jerez, le vieron con capitanía y prosperado, le prestaron cuatro mil pesos de oro y le dieron otras mercaderías sobre la renta de sus indios, y luego hizo hacer unas lazadas de oro, que puso en una ropa de terciopelo, y mandó hacer estandartes y banderas labradas de oro, con las armas Reales y una cruz de cada parte, juntamente con las armas de nuestro Rey y Señor, con un letrero en latin, que decia: «Hermanos, sigamos la señal de la Santa Cruz con fe verdadera, que con ella venceremos;» y luego mandó dar pregones y tocar sus atambores y trompetas en nombre de su majestad, y en su Real nombre por Diego Velazquez, para cualesquier personas que quisiesen ir en su compañía á las tierras nuevamente descubiertas á las conquistar y doblar, les darian sus partes del oro, plata y joyas que se hubiese, y encomiendas de indios despues de pacificada, y que para ello tenia el Diego Velazquez de su majestad.

É puesto que se pregonó aquesto de la licencia del Rey nuestro Señor, aún no habia venido con ella de Castilla el Capellan Benito Martinez, que fué el que Diego Velazquez hubo despachado á Castilla para que le trujese, como dicho tengo en el capítulo que dello habla.

Pues como se supo esta nueva en toda la isla de Cuba, y tambien Cortés escribió á todas las villas á sus amigos que se aparejasen para ir con él á aquel viaje, unos vendian sus haciendas para buscar armas y caballos, otros comenzaban á hacer cazabe y salar tocinos para matalotaje, y se colchaban armas y se apercebian de lo que habian menester lo mejor que podian.

De manera que nos juntamos en Santiago de Cuba, donde salimos con el armada, más de trescientos soldados; y de la casa del mismo Diego Velazquez vinieron los más principales que tenia en su servicio, que era un Diego de Ordás, su mayordomo mayor, y á este el mismo Velazquez lo envió para que mirase y entendiese no hubiese alguna mala trama en la armada; que siempre se temió de Cortés, aunque lo disimulaba; y vino un Francisco de Morla y un Escobar y un Heredia, y Juan Ruano y Pedro Escudero, y un Martin Ramos de Lares, vizcaino, y otros muchos que eran amigos y paniaguados del Diego Velazquez. É yo me pongo á la postre, ya que estos soldados pongo aquí por memoria, y no á otros, porque en su tiempo y sazon los nombraré á todos los que se me acordare.

Y como Cortés andaba muy solícito en aviar su armada, y en todo se daba mucha priesa, como ya la malicia y envidia reinaba siempre en aquellos deudos del Diego Velazquez, estaban afrentados como no se fiaba el pariente dellos, y dió aquel cargo y capitanía á Cortés, sabiendo que le habia tenido por su grande enemigo pocos dias habia sobre el casamiento de la mujer de Cortés, que se decia Catalina Suarez la Marcaida (como dicho tengo); y á esta causa andaban mormurando del pariente Diego de Velazquez y aun de Cortés, y por todas las vías que podian la revolvian con el Diego Velazquez para que en todas maneras le revocasen el poder; de lo cual tenia dello aviso el Cortés, y á esta causa no se quitaba de la compañía de estar con el gobernador y siempre mostrándose muy gran su servidor. Él decia que le habia de hacer muy ilustre señor é rico en poco tiempo.

Y demás desto, el Andrés de Duero avisaba siempre á Cortés que se diese priesa en embarcar, porque ya tenian trastrocado al Diego Velazquez con importunidad de aquellos sus parientes los Velazquez. Y desque aquello vió Cortés, mandó á su mujer doña Catalina Suarez la Marcaida que todo lo que hubiese de llevar de bastimentos y otros regalos que suelen hacer para sus maridos, en especial para tal jornada, se llevase luego á embarcar á los navíos.

É ya tenia mandado apregonar é apregonado, é apercebidos á los maestres y pilotos y á todos los soldados, que para tal dia y noche no quedase ninguno en tierra.

Y desque aquello tuvo mandado y los vió todos embarcados, se fué á despedir del Diego Velazquez, acompañado de aquellos sus grandes amigos y compañeros, Andrés de Duero y el contador Amador de Lares, y todos los más nobles vecinos de aquella villa; y despues de muchos ofrecimientos y abrazos de Cortés al gobernador y del gobernador á Cortés, se despidió dél; y otro dia muy de mañana, despues de haber oido Misa, nos fuimos á los navíos, y el mismo Diego Velazquez le tornó á acompañar, y otros muchos hidalgos, hasta acercarnos á la vela, y con próspero tiempo en pocos dias llegamos á la villa de la Trinidad; y tomado puerto y saltados en tierra, lo que allí le avino á Cortés adelante se dirá.

Aquí en esta relacion verán lo que á Cortés le acaeció y las contrariedades que tuvo hasta elegir por capitan y todo lo demás ya por mí dicho; y sobre ello miren lo que dice Gómora en su historia, y hallarán ser muy contrario lo uno de lo otro, y cómo á Andrés de Duero, siendo secretario que mandaba la isla de Cuba, le hace mercader, y al Diego de Ordás, que vino ahora con Cortés, dijo que habia venido con Grijalva.

Dejemos al Gómora y á su mala relacion, y digamos cómo desembarcamos con Cortés en la villa de la Trinidad.

Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3)

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