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CAPÍTULO XXX

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CÓMO NOS TORNAMOS Á EMBARCAR Y NOS HICIMOS Á LA VELA PARA EL RIO DE GRIJALVA, Y LO QUE NOS AVINO EN EL VIAJE.

En 4 dias del mes de Marzo de 1519 años, habiendo tan buen suceso en llevar tan buena lengua y fiel, mandó Cortés que nos embarcásemos segun y de la manera que habiamos venido ántes que arribásemos á Cozumel, é con las mismas instrucciones y señas de los faroles para de noche.

Yendo navegando con buen tiempo, revuelve un tiempo, ya que queria anochecer, tan recio y contrario, que echó cada navío por su parte, con harto riesgo de dar en tierra; y quiso Dios que á media noche aflojó, y desque amaneció luego se volvieron á juntar todos los navíos, excepto uno en que iba Juan Velazquez de Leon; é íbamos nuestro viaje sin saber dél hasta medio dia, de lo cual llevábamos pena, creyendo fuese perdido en unos bajos, y desque se pasaba el dia é no parecia, dijo Cortés al piloto Alaminos que no era ir bien más adelante sin saber dél, y el piloto hizo señas á todos los navíos que estuviesen al reparo, aguardando si por ventura le echó el tiempo en alguna ensenada, donde no podia salir por ser el tiempo contrario; é como vió que no venia, dijo el piloto á Cortés:

—«Señor, tengo por cierto que se metió en uno como puerto ó bahía que queda atrás, y que el viento no le deja salir, porque el piloto que llevaba es el que vino con Francisco Hernandez de Córdoba é volvió con Grijalva, que se decia Juan Álvarez el Manquillo, é sabe aquel puerto.»

Y luego fue acordado de volver á buscarle con toda la armada, y en aquella bahía donde habia dicho el piloto lo hallamos anclado, de que todos hubimos placer; y estuvimos allí un dia, y echamos dos bateles en el agua, é saltó en tierra el piloto é un capitan que se decia Francisco de Lugo; é habia por allí unas estancias donde habia maizales é hacian sal, y tenian cuatros cues, que son casas de ídolos, y en ellos muchas figuras, é todas las más de mujeres, y eran altas de cuerpo y se puso nombre á aquella tierra la Punta de las Mujeres.

Acuérdome que decia el Aguilar que cerca de aquellas estancias estaba el pueblo donde era esclavo, y que allí vino cargado, que le trujo su amo, é cayó malo de traer la carga; y que tambien estaba no muy léjos el pueblo donde estaba Gonzalo Guerrero, y que todos tenian oro, aunque era poco, y que si queria, que él guiaria, y que fuésemos allá; é Cortés le dijo riendo que no venia para tan pocas cosas, sino para servir á Dios é al Rey.

É luego mandó Cortés á un capitan que se decia Escobar que fuese en el navío de que era capitan, que era muy velero y demandaba poca agua, hasta Boca de Términos, é mirase muy bien qué tierra era, é si era buen puerto para poblar, é si habia mucha caza, como le habian informado; y esto que le mandó fué por consejo del piloto, porque cuando por allí pasásemos con todos los navíos no nos detener en entrar en él; y que despues de visto, que pusiese una señal y quebrase árboles en la boca del puerto, ó escribiese una carta é la pusiese donde la viésemos de una parte y de otra del puerto para que conociésemos que habia entrado dentro, ó que aguardase en la mar á la armada barloventeando despues que lo hubiese visto.

Y luego el Escobar partió é fué á Puerto de Términos (que así se llama), é hizo todo lo que le fué mandado, é halló la lebrela que se hubo quedado cuando lo de Grijalva, y estaba gorda é lucia; é dijo el Escobar que cuando la lebrela vió el navío que estaba en el puerto, que estaba halagando con la cola é haciendo otras señas de halagos, y se vino luego á los soldados, y se metió con ellos en la nao; y esto hecho, se salió luego el Escobar del puerto á la mar, y estaba esperando el armada, é parece ser, con viento Sur que le dió, no pudo esperar al reparo y metióse mucho en la mar.

Volvamos á nuestra armada, que quedábamos en la Punta de las Mujeres, que otro dia de mañana salimos con buen tiempo terral y llegamos en Boca de Términos, y no hallamos á Escobar.

Mandó Cortés que sacasen el batel y con diez ballesteros le fuesen á buscar en la Boca de Términos ó á ver si habia señal ó carta; y luego se halló árboles cortados é una carta que en ella decia cómo era muy buen puerto y buena tierra y de mucha caza, é lo de la lebrela; é dijo el piloto Alaminos á Cortés que fuésemos nuestra derrota, porque con el viento Sur se debia haber metido en la mar, y que no podria ir muy léjos, porque habia de navegar á orza.

Y puesto que Cortés sintió pena no le hubiese acaecido algun desman, mandó meter velas, y luego le alcanzamos, y dió el Escobar sus descargos á Cortés y la causa porque no pudo aguardar.

Estando en esto llegamos en el paraje de Potonchan, y Cortés mandó al piloto que surgiésemos en aquella ensenada; y el piloto respondió que era mal puerto, porque habian de estar los navíos surtos más de dos leguas léjos de tierra, que mengua mucho la mar; porque tenia pensamiento Cortés de dalles una buena mano por el desbarate de lo de Francisco Hernandez de Córdoba é Grijalva, y muchos de los soldados que nos habiamos hallado en aquellas batallas se lo suplicamos que entrase dentro, é no quedasen sin buen castigo, aunque se detuviesen allí dos ó tres dias.

El piloto Alaminos con otros pilotos porfiaron que si allí entrábamos que en ocho dias no podriamos salir, por el tiempo contrario, y que ahora llevábamos buen viento y que en dos dias llegariamos á Tabasco; é así, pasamos de largo, y en tres dias que navegamos llegamos al rio de Grijalva; é lo que allí nos acaeció y las guerras que nos dieron diré adelante.

Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3)

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