Читать книгу Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3) - Bernal Diaz del Castillo - Страница 79
CAPÍTULO LXXV
ОглавлениеCÓMO FUIMOS Á LA CIUDAD DE TLASCALA, Y LO QUE LOS CACIQUES VIEJOS HICIERON DE UN PRESENTE QUE NOS DIERON, Y CÓMO TRUJERON SUS HIJAS Y SOBRINAS, Y LO QUE MÁS PASÓ.
Como los caciques vieron que comenzaba á ir nuestro fardaje camino de su ciudad, luego se fueron adelante para mandar que todo estuviese aparejado para nos recebir y para tener los aposentos muy enramados; é ya que llegábamos á un cuarto de legua de la ciudad, sálennos á recebir los mismos caciques que se habian adelantado, y traen consigo sus hijas y sobrinas y muchos principales, cada parentela y bando y parcialidad por sí; porque en Tlascala habia cuatro parcialidades, sin las de Tecapaneca, señor de Tepoyanco, que eran cinco; y tambien vinieron de todos los lugares sus sugetos, y traian sus libreas diferenciadas, que aunque eran de nequen, eran muy primas y de buenas labores y pinturas, porque algodon no lo alcanzaban.
Y luego vinieron los papas de toda la provincia, que habia muchos por los grandes adoratorios que tenian; que ya he dicho que entre ellos se llama cues, que son donde tienen sus ídolos y sacrifican; y traian aquellos papas braseros con brasas, y con sus inciensos zahumando á todos nosotros, y traian vestidos algunos dellos ropas muy largas á manera de sobrepellices, y eran blancas y traian capillas en ellos, como que querian parecer á las que traen los canónigos, como ya lo tengo dicho, y los cabellos muy largos y enredados, que no se pueden desparcir si no se cortan, y llenos de sangre que les salian de las orejas, que en aquel dia se habian sacrificado; y abajaban las cabezas como á manera de humildad cuando nos vieron, y traian las uñas de los dedos de las manos muy largas; é oimos decir que aquellos papas tenian por religiosos y de buena vida, y junto á Cortés se allegaron muchos principales acompañándole; y como entramos en lo poblado no cabian por las calles y azuteas, de tantos indios é indias que nos salian á ver con rostros muy alegres, y trujeron obra de veinte piñas hechas de muchas rosas de la tierra, diferenciadas las colores y de buenos olores, y las dieron á Cortés y á los demás soldados que les parecian capitanes, especial á los de á caballo; y como llegamos á unos buenos patios adonde estaban los aposentos, tomaron luego por la mano á Cortés, Xicotenga el viejo y Masse-Escaci, y le meten en los aposentos, y allí tenian aparejado para cada uno de nosotros á su usanza unas camillas de esteras y mantas de nequen; y tambien se aposentaron los amigos que traiamos de Cempoal y de Cocotlan cerca de nosotros; y mandó Cortés que los mensajeros del gran Montezuma se aposentasen junto con su aposento.
Y puesto que estábamos en tierra que viamos claramente que estaban de buenas voluntades y muy de paz, no nos descuidamos de estar muy apercebidos, segun teniamos de costumbre; y parece ser que nuestro capitan, á quien cabia el cuarto de poner corredores del campo y espías y velas, dijo á Cortés:
—«Parece, señor, que están muy de paz, y no habemos menester tanta guarda ni estar tan recatados como solemos.»
—«Mirar, señores, bien veo lo que decis; mas por la buena costumbre hemos de estar apercebidos, que aunque sean muy buenos, no habemos de creer en su paz, sino como si nos quisiesen dar guerra y los viésemos venir á encontrar con nosotros; que muchos capitanes por se confiar y descuidar fueron desbaratados, especialmente nosotros, como somos tan pocos, y habiéndonos enviado á avisar el gran Montezuma, puesto que sea fingido, y no verdad, hemos de estar muy alerta.»
Dejemos de hablar de tantos cumplimientos é órden como teniamos en nuestras velas y guardas, y volvamos á decir cómo Xicotenga el viejo y Masse-Escaci, que eran grandes caciques, se enojaron mucho con Cortés, y le dijeron con nuestras lenguas:
—«Malinche, ó tú nos tienes por enemigos ó no muestras obras en lo que te vemos hacer, que no tienes confianza de nuestras personas y en las paces que nos has dado y nosotros á tí; y esto te decimos porque vemos que así os velais y venis por los caminos apercebidos como cuando veníais á encontrar con nuestros escuadrones; y esto, Malinche, creemos que lo haces por las traiciones y maldades que los mejicanos te han dicho en secreto para que estés mal con nosotros: mira no los creas; que ya aquí estás y te daremos todo lo que quisieres, hasta nuestras personas y hijos, y moriremos por vosotros; por eso demanda en rehenes todo lo que quisieres y fuere tu voluntad.»
Y Cortés y todos nosotros estábamos espantados de la gracia y amor con que lo decian; y Cortés les respondió con doña Marina que así lo tiene creido, é que no ha menester rehenes, sino ver sus muy buenas voluntades; y que en cuanto á venir apercebidos, que siempre lo teniamos de costumbre y que no lo tuviesen á mal; y por todos los ofrecimientos se lo tenia en merced y se lo pagaria el tiempo andando.
Y pasadas estas pláticas, vienen otros principales con gran aparato de gallinas y pan de maíz y tunas, y otras cosas de legumbres que habia en la tierra, y bastecen el real muy cumplidamente, que en veinte dias que allí estuvimos todo lo hubo sobrado; y entramos en esta ciudad á 23 dias del mes de Setiembre de 1519 años; é quedaráse aquí, y diré lo que más pasó.