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CAPÍTULO LXXVI

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CÓMO SE DIJO MISA ESTANDO PRESENTES MUCHOS CACIQUES, Y DE UN PRESENTE QUE TRAJERON LOS CACIQUES VIEJOS.

Otro dia de mañana mandó Cortés que se pusiese un altar para que se dijese Misa, porque ya teniamos vino é hostias; la cual Misa dijo el clérigo Juan Diaz, porque el padre de la Merced estaba con calenturas y muy flaco, y estando presente Masse-Escaci el viejo y Xicotenga y otros caciques; y acabada la Misa, Cortés se entró en su aposento, y con él parte de los soldados que le soliamos acompañar, y tambien los dos caciques viejos y nuestras lenguas, y díjole el Xicotenga que le querian traer un presente, y Cortés les mostraba mucho amor, y les dijo que cuando quisiesen; y luego tendieron unas esteras, y una manta encima, y trujeron seis ó siete pecezuelos de oro y piedras de poco valor, y ciertas cargas de ropa de nequen, que toda era muy pobre que no valía veinte pesos; y cuando lo daban, dijeron aquellos caciques riendo:

—«Malinche, bien creemos que como es poco eso que te damos, no lo recebirás con buena voluntad; ya te hemos enviado á decir que somos pobres, é que no tenemos oro ni ningunas riquezas, y la causa dello es que esos traidores y malos de los mejicanos y Montezuma, que ahora es señor, nos lo han sacado todo cuando soliamos tener paces y tréguas, que les demandábamos porque no nos diesen guerra; y no mires que es poco valor, sino recíbelo con buena voluntad, como cosa de amigos y servidores que te seremos.»

Y entónces tambien trujeron aparte mucho bastimento. Cortés lo recibió con alegría, y les dijo que en más tenia aquello por ser de su mano y con la voluntad que se lo daban, que si le trujeran otros una casa llena de oro en granos, y que así lo recibe, y les mostró mucho amor; y parece ser tenian concertado entre todos los caciques de darnos sus hijas y sobrinas, las más hermosas que tenian, que fuesen doncellas por casar; y dijo el viejo Xicotenga:

—«Malinche, porque más claramente conozcais el bien que os queremos y deseamos en todo contentaros, nosotros os queremos dar nuestras hijas para que sean vuestras mujeres y hagais generacion, porque queremos teneros por hermanos, pues sois tan buenos y esforzados. Yo tengo una hija muy hermosa, é no ha sido casada, é quiérola para vos.»

Y asimismo Masse-Escaci y todos los más caciques dijeron que traerian sus hijas y que las recibiésemos por mujeres, y dijeron otros muchos ofrecimientos, y en todo el dia no se quitaban, así el Masse-Escaci como el Xicotenga, de cabe Cortés; y como era ciego, de viejo, el Xicotenga, con la mano atentaba á Cortés en la cabeza y en las barbas y rostro, y se la traia por todo el cuerpo; y Cortés les respondió á lo de las mujeres, que él y todos nosotros se lo teniamos en merced, y que en buenas obras se lo pagariamos el tiempo andando; y estaba allí presente el padre de la Merced, y Cortés le dijo:

—«Señor padre, paréceme que será ahora bien que demos un tiento á estos caciques para que dejen sus ídolos y no sacrifiquen, porque harán cualquier cosa que les mandarémos, por causa del gran temor que tienen á los mejicanos.»

Y el fraile dijo:

—«Señor, bien es; pero dejémoslo hasta que traigan las hijas y entónces habrá materia para ello, y dirá vuesamerced que no las quiere recibir hasta que prometan de no sacrificar: si aprovechare, bien; si no harémos lo que somos obligados.»

Y así quedó para otro dia, y lo que se hizo se dirá adelante.

Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3)

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