Читать книгу Mentes insanas - Brigitte Vasallo - Страница 11

QUE NOS LLEVEN LAS MALETAS

Оглавление

Queridas Mentes Insanas:

He estado pensando mucho últimamente, y me refiero con ello a los últimos veinte años, en la cosa esta del patriarcado y el feminismo y los cuidados y los autocuidados. Estamos ahí luchando, resistiendo, pensando, exprimiéndonos el coco, las tripas, haciendo asambleas de esas que no terminan nunca o que ya empalman con la siguiente, montando manifestaciones y todo eso y hay muchas cosas que han cambiado y mucho trabajo por hacer y voy a poner un punto en esta frase porque ya.

Punto.

Todo esto ya lo sabemos, y que quede constancia de que ni lo niego ni lo nada. Pero iba yo el otro día (de 1993) carreteando penosamente una maleta por una estación de tren cuando me dije a mí misma: «Joder, Brigitte, qué mal nos lo estamos montando. Ahora los hombres ya pueden llorar, y nosotras ya podemos cargar maletas infinitamente y montar estanterías».

Sí, claro, ya sé que la idea es desvincular estas cosas del género y todo eso, pero a lo que vamos. Que a nosotras nos siguen violando y ahora, además, tenemos que cargar las maletas, que es un hecho central en tu pensamiento feminista cuando la estás cargando por una estación de tren después de mil horas de viaje y estás que trinas.

¡Es que nosotras, me diréis ofendidas, también somos capaces de cargar maletas! Y sí, lo sé. Soy de esas mujeres que demuestran que la estadística es mentira, que miden 1,80 m y pueden partirle la cara a cualquiera sin despeinarse mucho. Esa soy yo, por regalo de mi genética. Ahora bien, el caso es: puedo cargar maletas, pero… ¿quiero hacerlo? ¿Qué parte del mundo es mejor si yo cargo mis propias maletas?

Y ¿sabéis qué me dije en 1993? Que no quiero, que no me da la gana. Así que no volví a cargar una maldita maleta, porque siempre había un señor dispuesto a ejercer de susodicho y a herniarse la espalda para demostrar su masculinidad. Pues bienvenido, colega. Yo, a lo mío.

Ahora, con los años y la pinta marimacho que luzco, cada vez tengo menos señores dispuestos a galantear a costa de sus hernias. Pero ahora aprovecho la edad, mis cuarenta y pico años como cuarenta y pico soles, y siempre hay un gallito dispuesto a ayudar a una señora mayor para demostrar que es un nuevo masculino de esos. Pues bienvenido también. Y yo, a lo mío.

Tengo la suerte de que ya nadie me puede quitar el carnet de feminista porque hace siglos que me lo quitaron por diversos motivos que no vienen a cuento, pero todos ellos bien justificados. Soy una feminista nefasta. De hecho, soy una feminista entre comillas. «Feminista». Porque no me va la identidad en ello. El feminismo es una perspectiva, una forma de mirar y estar en el mundo. Y cuidarse la espalda a costa de los privilegios masculinos me parece una perspectiva feminista de autocuidados maravillosa. Y un acto de teatro callejero de esos disruptivos muy divertido si después de que el gallito de turno te haya subido la maleta, haces una demostración de fuerza bajándola tú solita o cualquier otra cosa así. O cuando le dices a la niña de al lado: «¿Sabes? Yo puedo subir esa maleta, pero no me da la gana». Y la niña te mira con un brillo en los ojos y el señor también, pero de odio.

Que sí, queridas. Que a nosotras nos matan. Bastante tenemos con ello.

Y, para acabar, echad un vistazo a Sojourner Truth y su «¿Acaso no soy una mujer?».

Para situar el tema feminismo y tal.

Mentes insanas

Подняться наверх