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Introducción

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Una de las formas clásicas para abordar un tema complejo es por medio de metáforas, analogías o parábolas. Por eso he querido aproximarme al estudio del conocimiento con el apoyo de formas poéticas. Aunque no siempre lo logro, me gusta pensar que si comprendo primero el lenguaje, si analizo la cultura y me concentro en situaciones de la realidad, la idea de lo que es conocimiento se hace clara en mi mente. Como dice Jaime Sabines en Yo no lo sé de cierto: “Todo se hace en silencio. Como se hace la luz dentro del ojo”.

La idea central de este libro es el conocimiento. No es posible saber qué de lo que se dice de él es cierto si primero no se comprende la potencia del lenguaje humano como competencia intelectual. Lenguaje y conocimiento se apoyan mutuamente, creciendo, empujándose y formando un precioso arco ojival de mediopunto, sobre el cual uno queda de pie mirando más lejos. Y, puesto que lenguaje y conocimiento son como aire quieto, es preciso apreciar lo que se produce con ellos en movimiento, ya sea ciencia para el amor o para el odio, sea economía para la paz o para la guerra, así como la brisa o el tornado.

El conocimiento puede ser herramienta o ser arma, no obstante, es un fenómeno; no es una cosa ni la cualidad de una cosa; no es una situación, ni un producto, ni un servicio. Conocimiento es fenómeno. La alegría es un fenómeno psicológico; la lluvia, un volcán o un relámpago son fenómenos meteorológicos; un eclipse, un cometa y el amanecer son astronómicos; la muerte y la vida son fenómenos biológicos. El conocimiento es intelectual, subjetivo e intransferible. Por eso, no se puede gestionar, y decirlo así es una licencia que nos damos, pero eso confunde. Se pueden administrar y disponer las condiciones y los precursores para generar conocimiento —el que usted es capaz de generar y vivir—, pero el conocimiento se vive.

El desarrollo del mundo actual y sus grandes tragedias —muchas de ellas ignoradas— se ha logrado con la aplicación de conocimientos como herramienta y como arma. En este libro, el camino para comprender el conocimiento como fenómeno es el de la calidad educativa; se centra en la calidad de un modelo intensivo en conocimiento, es decir, en lenguaje, o, para decirlo mejor, enfocado en la calidad intelectual de la educación. Suena muy íntimo y quiero que así sea. Mi conocimiento es parte de mi intimidad. Solo uno sabe.

Si logro llevar su lectura hasta el final, usted sabrá la relación poética que anida entre las palabras, las ideas y la realidad, y entre la educación y el conocimiento. Si usted enseña, comprenderá cómo hacerlo de manera efectiva. Si usted es alumno, comprenderá la importancia del lenguaje directo y llano para fortalecer el aprendizaje, nombrando las cosas de manera pertinente y precisa, sin metáforas innecesarias. Es posible enamorarse de un modelo así.

La calidad educativa se ha convertido en la piedra angular del progreso de las naciones, mucho más ahora, en la era de la globalización. Si se logra comprender en contexto la relación entre lenguaje, conocimiento y calidad educativa, sabremos qué y cómo hacer lo mejor por nuestro país.

Lenguaje, conocimiento y educación superior

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