Читать книгу Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego - Страница 44
Las relaciones con la base campesina
ОглавлениеGrandes limitaciones de orden político y práctico tuvo el ELN, durante los años que precedieron los operativos de Anorí, para relacionarse con la base campesina. La experiencia del Opón, en la que todo el trabajo se había derrumbado ante la primera ofensiva del Estado los había vuelto cautelosos en el desarrollo del trabajo de masas. Pero también la concepción misma que tenían de la lucha guerrillera, que aún no lograba distanciarse en la práctica de la concepción foquista, le marcaba pautas muy estrechas al trabajo campesino, el que se orientó básicamente a conseguir apoyo logístico y realizar tareas de seguridad para el grupo.
Este enfoque, además de las limitaciones en la formación política del conjunto de los cuadros, generó una práctica en la que se le prestaba poca atención al trabajo organizativo de nucleación, el cual sí hacía el Partido Comunista Colombiano, por ejemplo. Bajo esta perspectiva, todo el trabajo centraba su atención en canalizar para la Organización aquellos que se mostraban más dispuestos a colaborar y mayor interés por incorporarse a la guerrilla.
La atención a la población campesina, en las áreas de operación, era superficial y espontánea, dada la poca importancia que al interior del grupo se le daba, durante estos años, a la formación ideológico-política, no solo interna, sino también de los campesinos. Manuel Vásquez tuvo como preocupación central la formación política de la base guerrillera y campesina, la cual encontraba supremamente baja; como resultado de esa preocupación, comenzó conjuntamente con Antonio Vásquez y otros miembros de la Organización a elaborar el periódico Simacota con un contenido que superara los aspectos estrictamente agitacionales y fortaleciera lo educativo, como parte esencial para el proceso de formación política de la base guerrillera y del movimiento campesino. Entre mayo de 1972 y mayo de 1973 se produjeron once números del periódico Simacota. Después de la muerte de Manuel en Anorí, el periódico dejó de circular durante casi diez años. El número 12 de la publicación apareció en octubre de 1981, como un documento de formación y discusión interna del ELN.
Hubo muchos esfuerzos realizados por el Estado mayor, y en particular por Manuel Vásquez, sentían la necesidad de manejar con el sector campesino y con el movimiento de masas unas relaciones cargadas de formación política y de crecimiento organizativo. Sin embargo, la capacidad de la Organización en su conjunto era precaria, lo que se expresaba en actitudes y comportamientos que terminaban por imponer criterios autoritarios y de fuerza. La forma vertical en que se trazaban las orientaciones, o se hacían los llamados al campesinado para que colaborara con la guerrilla, muchas veces infundía más temor que respeto, e impedía que madurara una participación plenamente consiente de profunda convicción en la lucha. Esta situación traería a la postre graves consecuencias que se manifestarían en permanentes delaciones, deserciones, juicios y ajusticiamientos.
Motivados por necesidades que desbordaban los intereses puramente políticos y entraban a comprometer aspectos humanos de vital importancia (como las relaciones afectivas), se generaron conflictos de esta naturaleza al interior de la guerrilla y con la población campesina. Esto, en forma oculta, esporádica o permanente, sin compromiso o responsabilidad alguna, trajo repercusiones negativas en el seno mismo de las estructuras guerrilleras y con las familias campesinas, que vivían con el temor de que los guerrilleros abusaran de sus esposas e hijas.
Al interior de la Organización existía una normatividad que cuestionaba y castigaba duramente este tipo de comportamiento. No obstante, se sanciona fuertemente a los guerrilleros de base que incurrían en las prácticas de seducción afectiva a la población femenina del campo, aplicando unos principios éticos y morales que no tenían el mismo peso cuando se trataba de los responsables, quienes en ocasiones ocultaban estas prácticas cubiertos por el manto de una doble moral.
Más allá de estos inconvenientes de la cotidianidad de la vida guerrillera, en general las relaciones con la población campesina eran buenas, pues la guerrilla tenía claro que este grupo social constituía no solo su principal soporte logístico, sino su efectivo sistema de seguridad. En este sentido, los grupos se preocuparon por mantener con las familias campesinas que habitaban sus áreas de influencia, una estrecha relación, visitarlas regularmente y conversar con ellas sobre su proyecto político y sus ideales de lucha.