Читать книгу Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego - Страница 53

La Operación Anorí en el marco de la lucha contrainsurgente

Оглавление

El ELN había surgido en el desarrollo de la administración del presidente Guillermo León Valencia, cuya particularidad había sido la de impulsar una estrategia de pacificación en el contexto de los enunciados de la seguridad nacional, con el propósito fundamental de darle estabilidad política al país y superar la profunda crisis económica que se vivía en el momento.

En el marco de los conflictos este-oeste, Valencia desarrolló su lucha contra la insurgencia armada, como una confrontación contra el avance del comunismo y la consolidación y defensa de la democracia liberal. En este sentido, su principal preocupación fue contar con los instrumentos legales que le permitieran fortalecer la capacidad represiva del Estado, de tal manera que se pudiese dar un tratamiento penal a los delitos políticos, modernizar las fuerzas armadas y colocar a su disposición los recursos suficientes para su fortalecimiento logístico. La finalidad central de la política de orden público era la de fortalecer el aparato militar como recurso del poder político131.

Más allá de la situación social y económica, la que referenciamos como de crisis y permanente conflicto132, interesa a esta parte del trabajo señalar la transformación del papel de las fuerzas armadas en el manejo de los conflictos internos. Durante la administración del presidente Guillermo León Valencia, en el contexto de su proyecto político, las Fuerzas Armadas dejan de tener como objetivo fundamental la defensa de la soberanía nacional contra una posible agresión exterior, y asumen como responsabilidad la lucha contra el enemigo interno, el cual identifican con el comunismo. Es en el marco de esta concepción que el general Ruiz Novoa se convierte en orientador e impulsor de las campañas cívico-militares orientadas a contrarrestar las acciones de la guerrilla en los planos ideológico y militar. La estrategia utilizada para desarrollar este nuevo enfoque se concretó en lo que se conoce como el Plan Laso, un plan de lucha contrainsurgente dirigido a debilitar y acabar con la influencia del comunismo y sus agentes internacionales al interior del país, en momentos en que la lucha armada redefinía su propuesta política y aparecían nuevos grupos que colocaban en el centro de su actividad la transformación revolucionaria de la sociedad y la toma del poder político.

Sin haberse transformado substancialmente la situación política, social y económica del país, el presidente Valencia entrega el poder al electo presidente Carlos Lleras Restrepo. Este asume como tareas de gobierno transformar la estructura político-institucional y fortalecer el poder ejecutivo, recuperando el principio de autoridad perdido en la administración anterior, y aumentar el nivel de intervención del Estado en los asuntos económicos de la nación.

Conforme a esta propuesta, el presidente Carlos Lleras Restrepo impulsa la reforma constitucional de 1968, define su política económica y sus relaciones con los organismos financieros internacionales, e inicia un proceso de ordenamiento social y económico que compromete un conjunto de reformas que buscan esencialmente el encauzamiento del descontento popular, hacia programas específicos de desarrollo.

Para el presidente Lleras, la violencia debía ser atacada integralmente, pues en su concepto la paz convocaba mayores esfuerzos que los predominantemente militares. No obstante, estos, dadas las limitaciones existentes en el impulso de las políticas de bienestar social, seguían constituyendo un soporte fundamental de la seguridad del Estado.

Un importante desarrollo tuvo la organización campesina durante la administración Lleras Restrepo, al crearse la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), que, si bien nace por iniciativa y bajo la tutela gubernamental, con el tiempo se convierte en dinamizadora de las luchas campesinas, defensora de los intereses de los trabajadores del campo y soporte importante del desarrollo de la lucha armada en el país.

Si a la administración Lleras le había correspondido una etapa de transición de un país predominantemente rural a un país crecientemente urbano, a la administración del presidente Misael Pastrana Borrero le correspondió afrontar los problemas de ese proceso de urbanización, en el que su principal opositor, y supuesto triunfador de las elecciones, el general Gustavo Rojas Pinilla y su movimiento Alianza Nacional Popular (Anapo), contaban con un importante soporte electoral. En esta medida, el proyecto político del presidente Pastrana estuvo enfocado en lo fundamental hacia el desarrollo de las ciudades, sin dejar de lado, desde luego, las problemáticas rurales de las que se nutría la lucha armada.

Durante las administraciones Valencia, Lleras y Pastrana, el movimiento social desarrolló una dinámica de confrontación permanente con el Estado y los gremios, fortaleciendo sus niveles de independencia institucional, aumentando su autonomía y capacidad de organización y movilización. En esos doce años del Frente Nacional, se desarrolló un importante movimiento campesino de lucha por la tierra, se fortalecieron las organizaciones sindicales independientes y se libraron decenas de movilizaciones y protestas estudiantiles, en el lenguaje de la época, “antioligárquicas y antiimperialistas”. Igualmente, fue durante este periodo que se redefinió la violencia política interna, asumiendo esta un carácter revolucionario en el que se inscriben los nuevos grupos armados.

Dadas las particularidades que comienza a asumir el conflicto social interno, las que comprometen el problema del orden público, persiste durante este periodo la figura del “estado de sitio” y el papel predominantemente contrainsurgente de las fuerzas armadas.

Las valoraciones hechas sobre el comportamiento de las fuerzas armadas en el desarrollo de los conflictos internos determinan una profunda conservatización de estas y su acogimiento a las estrategias de defensa continental planteadas por las conferencias internacionales de los ejércitos americanos, coordinadas y monitoreadas por los organismos de inteligencia y las fuerzas armadas norteamericanas. Para la época, el desarrollo de la Novena Conferencia de Ejércitos Americanos, realizada en septiembre de 1969, en el “Centro John F. Kennedy de Asistencia Militar, ubicado en Fort Bragg, Carolina del Norte, y la Décima Conferencia realizada en Bogotá en 1970, van definiendo una línea de comportamiento de los ejércitos latinoamericanos cada vez más articulada a la “doctrina de la seguridad nacional (DNS)”, en la que se busca imponer un sistema altamente represivo para combatir la inconformidad popular y particularmente, el denominado fantasma del “enemigo interior”.

El aumento de la inconformidad popular frente al creciente empobrecimiento de la población, fue generando una dinámica de confrontación social durante la administración Pastrana, de la que se hicieron partícipes los sectores trabajadores y campesinos, las capas medias de la población, los estudiantes, maestros e intelectuales, que sentían de alguna manera la situación de crisis social, política y económica que atravesaba el país. A ese movimiento social de protesta se le respondió con la aplicación de los fundamentos de la “doctrina de la seguridad nacional (DNS)”, en la línea de los generales brasileños y uruguayos, mediante la persecución rigurosa, el encarcelamiento, la tortura y la ejecución extrajudicial de los dirigentes y la población inconforme en general.

Colombia llega a la Undécima Conferencia de Ejércitos del continente realizada en Santiago de Chile en 1971, preparada por la Junta Interamericana de Defensa, a compartir, con los demás ejércitos, su experiencia de lucha contrainsurgente. Allí, se solicita a los gobiernos asistentes ser más férreos y contundentes en los mecanismos de represión para salvaguardar la democracia y derrotar la infiltración y el avance comunista. La orientación es contundente: reprimir la incorformidad popular y el movimiento social, cercar y aniquilar al movimiento insurgente133.

En general, hasta comienzos de 1973, el ELN se sostenía en una dinámica que le permitía sobrevivir a un ritmo determinado de crecimiento, en una atmósfera de aciertos y desaciertos militares, y con un proyecto político que se agotaba en medio de las transformaciones que se estaban produciendo en el país. Durante el año y medio que precedió a la ofensiva final de los operativos militares en Anorí, el ELN se desarrolló en una dinámica de colonización política en nuevas zonas hasta entonces no exploradas por la Organización, particularmente, en los territorios de Bolívar, Antioquia y Santander.

En febrero de 1972, se habían ubicado por la región de Remedios los grupos de Ricardo Lara y los hermanos Manuel y Antonio Vásquez. Ricardo Lara inicia con su grupo una travesía hacia el sur de Bolívar con el objeto de encontrarse con Fabio. Los hermanos Vásquez se quedan a realizar el trabajo de colonización armada de la región, para lo cual dividen el grupo en cuatro comisiones o subgrupos: uno a cargo de Manuel (Jerónimo), otro a cargo de Antonio (Emiliano), el tercero a cargo de “Noé” y el último cuya principal función consistía en adelantar tareas de tipo militar, quedó bajo la responsabilidad de “René”.

Los tres primeros grupos dedicaron, hasta junio de 1972, a conocer y reconocer el territorio, a hablar con la población y adelantar el trabajo político de nucleación e incorporación. El último grupo realizó acciones de tipo militar, entre las que se cuenta el asalto a una volqueta en Yalí, que movilizaba efectivos militares. A mediados de junio los grupos se vuelven a encontrar para evaluar el trabajo realizado. Para ese momento se ha producido un número significativo de incorporaciones que en alguna medida obliga a utilizar un espacio de tiempo importante para su formación. Se dispone de los meses de junio, julio y parte de agosto para su capacitación político-militar y para trazar nuevas tareas.

En el mes de septiembre, el grupo de los hermanos Vásquez se reencuentra con parte del grupo de Ricardo Lara; trazan un plan de trabajo y subdividen nuevamente el grupo con el objeto de cubrir una mayor área, desarrollando en ella trabajo político y actividad militar. Se trataba básicamente de consolidar el trabajo realizado en los meses anteriores, conocer en mejor forma la zona, no solo en los aspectos topográficos, sino, fundamentalmente, en los aspectos social y político.

La particularidad de esta etapa de la vida del ELN es que, si bien no se logró consolidar el trabajo político con la población, lo que repercutiría profundamente en los acontecimientos posteriores, la guerrilla sí se reprodujo como estructura militar hasta casi doblarse en número.

En general, en este periodo, el ELN pudo observar que la zona era muy amplia y comprometía, para su trabajo, grandes esfuerzos; fue definiendo la estratificación social de la población y, en particular, su cultura tradicionalista y sus inclinaciones políticas conservadoras.

Para enero de 1973, el grupo inicial se subdividió en dos grupos con el objeto de desplazarse por zonas vecinas a las ya trabajadas. El primero de ellos, bajo la dirección de Manuel Vásquez, se ubicó en terrenos de Amalfi y comenzó a trabajar con la población; el segundo grupo se subdividió en tres comisiones que debían realizar actividades político-organizativas, reconocer la zona e incorporar sobre la marcha nuevos militantes. Para marzo, la guerrilla se encontraba cerca de la carretera que une Segovia y Zaragoza. El primero de los tres grupos viaja por la margen izquierda del río Pocuné, llegan al río Caná y cerca de la desembocadura cruzan el río Porce, ya en territorios de Anorí, para posteriormente, Porce arriba, llegar hasta el sitio El Astillero, donde cruzan el puente hacia la margen derecha en territorios de Amalfi.

El segundo grupo, que se había separado del anterior entre El Encantado y La Fragua, continúa hacia el río Mata, lo cruza, llega al río Tinata, para marchar luego sobre el Porce, atravesar el río y encontrarse con el primer grupo en el mes de abril.

El tercer grupo, al mando de Antonio Vásquez, intenta apoyar una serie de acciones que pretendía realizar la guerrilla en la zona. No obstante, la imposibilidad material de hacerlo lo obliga a desplazarse por la margen izquierda del río Porce, en donde se logra comunicar con el grupo de Manuel Vásquez que se encuentra localizado en las cercanías de Salazar de Amalfi. El grupo de Antonio Vásquez, viaja hacía el Porce con la intención de unirse con el grupo que comanda Manuel y, una vez reunidos los dos grupos, tomarse Anorí; esto a finales del mes de mayo de 1973.

En junio, reunidos los dos grupos, evalúan las dificultades existentes para tomarse Anorí y se decide la constitución de un grupo de treinta guerrilleros para la realización de un operativo militar y de finanzas. Se produce entonces la toma de Salazar (Amalfi). Esta acción generará una serie de patrullajes y operativos militares del ejército, que se constituyen en la antesala de los operativos de Anorí.

A finales de junio y comienzos de julio, los grupos se encontraban distribuidos en los territorios de Amalfi, Anorí y Segovia: Manuel Vásquez con su grupo se había ubicado en la quebrada La Gómez, cerca al río Porce (Amalfí); Antonio va rumbo a Segovia, con un pequeño grupo, con la tarea de entrar en contacto con la ciudad y buscar comunicación con Fabio, del que no se sabía nada desde hacía varios meses; el grupo de “Noé”, se encuentra localizado en el Carmen, territorio de Anorí.

A mediados de julio, en la quebrada La Gómez, se logra reunir gran parte de la gente de los grupos que andaban con los hermanos Vásquez, allí se hace una evaluación general de la situación de la guerrilla, que está colonizando el territorio antioqueño y el estado de seguridad de la zona134. Para ese momento, el ejército ha comenzado a hacer exploraciones hacía el río Nechí y ha intensificado el trabajo de inteligencia e investigación, con los campesinos, sobre la presencia guerrillera en el área. En la reunión, se hace una valoración del estado de la fuerza y de la necesidad que tiene la Organización de crecer para poder asumir tareas militares de mayor contundencia135.

A mediados de septiembre de 1973, después de realizadas las tareas de inteligencia e investigación con la población campesina del área del noreste antioqueño, el Ejército da inicio a la operación militar, concebida por el ELN como la más grande emprendida por las fuerzas armadas colombianas, contra el movimiento insurgente, en toda la historia nacional. Esta operación conocida con el nombre de Anorí, según el grupo insurgente, movilizó 33 000 efectivos con el fin de controlar la población de 20 municipios, así como localizar, cercar y destruir una de las columnas guerrilleras del ELN136.

Las implicaciones políticas y económicas que tiene la guerrilla en la zona del noreste antioqueño, llevaron a los gremios, y a sectores de la población, a exigirle al gobierno nacional una presencia enérgica de sus fuerzas armadas, con el objeto de no permitir el asentamiento y permanencia de la guerrilla en la región. Las labores de inteligencia adelantadas por el ejército con la población campesina, cuyos afectos al proyecto guerrillero estaban mediados por sus tradiciones políticas y culturales137, permitió detectar la presencia de la columna de los hermanos Vásquez, e iniciar el proceso de movilización de tropa y el cercamiento del área.

En la versión que da el ELN, sobre este aspecto, no solo realza la participación de asesores norteamericanos en el estudio y diseño de los operativos, sino que además compromete en ellos a casi la totalidad de las fuerzas armadas existentes en el centro, oriente y norte del país138.

Es posible que la fuerza militar desplegada por parte de las Fuerzas Armadas de Colombia, no haya sido de la magnitud que lo presenta el ELN, o por lo menos, que en el combate el contingente de recursos humanos haya sido menor. No obstante, plantearse una acción de envolvimiento militar de una área del tamaño en que se desarrolló la Operación Anorí, demanda indudablemente de un esfuerzo compartido de muchas unidades de combate, y de la movilización de grandes recursos humanos y logísticos, para operar y controlar en el área con las características geográficas y sociales de esa región139.

Una vez ubicada la columna guerrillera dentro de la zona, se inicia la movilización rápida de las tropas utilizando la carretera que une a Medellín con Yarumal; el ferrocarril de Medellín-Puerto Berrío; el transporte fluvial del río Nechí y, el transporte aéreo, haciendo uso del aeropuerto de Amalfi y de helipuertos construidos en Anorí, Zaragoza, Campamento, Támara y Tamí.

Localizada la tropa en la zona se inicia el censo y control de la población en los municipios y corregimientos de Anorí, Amalfi, La Ceja, El Tigre, Santa Isabel, Remedios, Segovia, Zaragoza, Tamí, Támara, Otú, Cedeño y El Pato. Se establece un estricto control sobre todas y cada una de las pertenencias de los campesinos (vestuario, herramientas, drogas, animales domésticos, cultivos); se confiscan las armas de cacería y se detiene un gran número de sospechosos de auxiliar a la guerrilla140.

Las prácticas de represión se descargaron sobre una población que quedó atrapada en la mitad de un conflicto que le era en gran medida ajeno a su dinámica de desarrollo social, económico y cultural, la cual distaba mucho de estar en guerra. A decenas de pobladores de las veredas se les sometió a interrogatorios extenuantes, a torturas y a confinamientos en campos de reclusión, donde fueron detenidos por tiempo indeterminado sin importar la edad, el sexo o el estado de salud. Cuando la más leve sospecha de colaboración con la guerrilla aparecía sobre algún poblador, se descargaba sobre él toda la barbarie represiva de la institución castrense manifiesta, no solo en intensos interrogatorios y permanente intimidación y tortura, sino en su ejecución física y la utilización de su cuerpo para escarmiento de la población. En muchas ocasiones humildes campesinos fueron arrojados desde los helicópteros o fueron despedazados contra las copas de los árboles colgados de una pierna (ELN, Testimonios, 1974-5).

La campaña de propaganda que acompañó la operación se desarrolló a través de volantes en donde aparecen las fotografías de algunos dirigentes guerrilleros, entre ellos la de Fabio Vásquez, por quien se llegó a ofrecer un millón de pesos en la época de la muerte de Camilo Torres. No obstante, tal vez lo más relevante de esta campaña es hacer aparecer, ante los medios de comunicación, como grandes victorias del ejército, el asesinato de campesinos a quienes se les presentaba como guerrilleros, y el de ocultar ante la población sus propias bajas141.

Durante el mes de agosto de 1973, la columna guerrillera comenzó a detectar los patrullajes del ejército en la zona. La dirección del grupo se reunió, evaluó la situación y planeó el trabajo a seguir inmediatamente. Aún no se sabía de la magnitud del operativo que se les venía encima, aunque sí se sentía preocupación por el crecimiento de las actividades de patrullaje del ejército en una región que se suponía menos congestionada de fuerza militar.

Manuel Vásquez trazó el plan a seguir para los desplazamientos del grupo y los enfrentamientos con el ejército, subdividió el grueso de la columna guerrillera en tres grupos o comisiones: un primer grupo de 10 hombres, bajo la responsabilidad de “Alonso”142, procuraría entrar en confrontación con el ejército en la zona del río Anorí hacia el Porce, con el compromiso de que a los veinte días alcanzaría los otros dos grupos, siguiendo la misma ruta que estos iban a recorrer y a través de los enlaces que se le fuera dejando. La idea era distraer el ejército para permitirle al grueso del grupo salir a encontrarse con Fabio. Un grupo de 13 hombres conducido por Manuel Vásquez; en el que también marcharía “Noé”, se dirigiría hacia el occidente, con la intención de salir a Puerto Valdivia, donde debía organizarse la toma de ese pueblo y luego de hacerlo, situarse al otro lado de la carretera. El tercer grupo de 51 hombres, tenía como primer responsable a Antonio Vásquez, era el grupo más pesado para desplazarse por su tamaño. Esa columna debía seguir la misma ruta del segundo, pero en forma más lenta, utilizando como guía los enlaces que iba dejando en el camino Manuel. La idea era que fueran desarrollando trabajo político o al menos influenciando el área y aprovisionándose.

El plan propuesto por Manuel y aprobado por la dirección de la columna guerrillera, tomó en consideración las experiencias tenidas anteriormente en otras zonas, en las que el conocimiento de estas era relativamente escaso: transitarlas manteniendo la clandestinidad y apoyándose en los pocos campesinos que cumplían con la tarea de aprovisionar a la guerrilla143. Hacerlo en pequeños grupos y, tener en cuenta las opiniones de los campesinos de Amalfi, que habían puesto de presente a la guerrilla la poca receptividad política de los campesinos de Anorí en relación con el proyecto de lucha armada revolucionaria.

El plan comienza a desarrollarse el 8 de agosto, en el lugar en que se encontraban reunidos se queda el grupo de Alonso, mientras los grupos de Manuel y Antonio Vázquez empiezan a desplazarse marchando juntos hasta atravesar el río Anorí y encontrar, en el camino que sigue el río hacía El Charcón, un aprovisionamiento que les permite llenar suficientemente todas las mochilas. El 11 de agosto, conforme a lo planeado, el grupo de Manuel se desprende y marcha adelante. Tres días después el grupo de Antonio se entera que de la comisión que iba marchando adelante a cargo de Manuel, Arnoldo, quien había sido incorporado hacía pocos días en el río Tinita, deserta a hora y media de Anorí, entregándose al ejército y proporcionándole toda la información que poseía sobre la situación y los desplazamientos de la guerrilla144.

El mes de agosto transcurrió en medio de crecientes dificultades para la guerrilla; la comida se fue agotando, se hizo más difícil el aprovisionamiento, lo que obligó a recurrir a los pocos productos que la región podía proporcionar, especialmente panela, maíz y animales. Dadas las particulares condiciones geomorfológicas y climáticas de la región, el desconocimiento del terreno y el tamaño del grupo, la marcha se hizo pesada y lenta, porque era necesario hacer exploraciones previas y desplazarse en las horas de la noche en las zonas donde el terreno era descubierto, pero donde era cerrado y se podía marchar de día, la vegetación tupida obligaba a construir trocha, lo que detenía igualmente la marcha.

Esta situación se vio empeorada por tres elementos adicionales: por una parte, a la adversidad y el desconocimiento del terreno se sumó la temporada de invierno que fue cruda e hizo la zona, que es fría, mucho más invivible para una guerrilla proveniente de tierras bajas y cálidas. Por otra parte, los campesinos que comenzaron a encontrar se mostraron miedosos y renuentes a colaborar, incluso en la venta de comida y animales, para lo cual buscaron todos los pretextos a su alcance para no hacerlo y, por último, internamente, la situación de desmoralización de algunos integrantes fue en crecimiento; comenzaron a perderse los bienes colectivos de la guerrilla (como la panela), a disminuir el paso de la marcha, con el objeto de madurar las deserciones, lo que obligó a mantenerles vigilancia permanente.

En este desarrollo de los acontecimientos, septiembre es un mes definitivo para el desarrollo de la Operación Anorí, la situación general del grupo es de extrema dificultad y comenzando el mes desertan dos hermanos (Miro y Euclides), quienes se entregan al ejército y le proporcionan toda la información que poseen. Con ella, los militares comienzan los procesos de mayor cercamiento del área, colocan patrullaje delante del grupo y en los sitios en donde podían replegarse en caso de choque. Con esto, la tropa empieza a producirle las primeras bajas a la guerrilla; en el grupo de Manuel, mueren Salvador y Sergio, “al introducirse en una casa sin desarrollar ninguna rutina de vigilancia previa”.

El grupo grande procura conservar la dirección trazada cada vez que el terreno y las condiciones se lo permiten, no obstante, la situación empeora, la alimentación es deficiente y el esfuerzo físico es cada vez mayor. Se cuenta con buen armamento y existe bastante material bélico, especialmente explosivos, pero no cargan cable ni pilas, y la mayoría de integrantes del grupo no sabe usarlos. El 9 de septiembre llegan cerca al río Nechí, en la quebrada de Usurá frente al Cedro. Allí se decide acampar por unos días, con el objeto de buscar aprovisionamiento y de tratar de contactar el grupo de Manuel que estaba también sobre el Nechí. Para ese momento el grupo grande cuenta con 49 guerrilleros, de los cuales 10 se contaban en el grupo de los “desmoralizados”, a quienes una comisión de 20 guerrilleros debía vigilar. La posición de Antonio Vásquez frente a esta situación era la de cruzar el río Nechí y mandar a ese pequeño grupo para la casa, pues representaban un problema grave para el conjunto de la columna guerrillera.

En septiembre, los operativos del ejército habían avanzado considerablemente, se tenía concentrada tropa en sitios estratégicos establecidos, basándose en el estudio de la información que se poseía de la zona, y de los desertores en relación con el desplazamiento del grupo. La guerrilla, por su parte, no tenía ningún tipo de información sobre el movimiento de la tropa, pues carecía de un campesinado organizado en capacidad de hacer labores de inteligencia, o por lo menos de proporcionar información, sobre los patrullajes del ejército.

Antonio localizó el campamento en un filo que envolvía la quebrada y desde el cual se podía contemplar el otro lado; ubicó la posta cerca de este y doble. La situación interna y el abastecimiento eran la preocupación central. De ahí que no se establece un plan de emergencia, ni se adelanta el proceso de moralización de la tropa para el combate, el cual podía, como efectivamente ocurrió, iniciarse en cualquier momento.

Al día siguiente de su llegada a ese sitio, el ejército descargó tropa con los helicópteros delante de ellos donde había territorio descubierto, y el 11 de septiembre a las 4:30 pm, se iniciaron los combates. Los militares sorprendieron a la guardia, la cual estaba compuesta por un pequeño grupo de solo tres guerrilleros, quienes estaban a cargo de contener el ataque, mientras los demás estaban en las rutinas diarias del campamento, relacionadas con recoger leña y cocinar. En el repliegue guerrillero se fueron quedando equipos y provisiones145.

El 16 de septiembre, el grupo de Antonio llega a un sitio en el que se puede cruzar el río Nechí, al encontrarlo manso y bajito; no obstante, se decide esperar dos guerrilleros que se quedaron atrás, tratar de recuperar provisiones, sorprender al ejército en una emboscada y buscar información sobre la localización del grupo de Manuel (ELN, “Anorí: lección histórica”. Testimonio de los sobrevivientes, 1978, p. 40). Entre el 17 y el 20 de septiembre se presentaron permanentes enfrentamientos con bajas de parte y parte; la guerrilla avanzaba con un grupo de protección, pero sin ninguna posibilidad de contraatacar. El 20 muere en enfrentamiento “Noé”, el segundo responsable en el grupo de Manuel Vásquez, al día siguiente se encuentran los grupos de Manuel y Antonio. La zona es en extremo desfavorable para la guerrilla y no les queda otra opción que tratar de cruzarla para salir del cerco; en ese intento, sufren el peor golpe de todo el operativo Anorí: en un solo combate mueren 6 guerrilleros y 10 son capturados. Durante los días siguientes, la guerrilla va perdiendo poco a poco sus hombres, entre ellos, el 17 de octubre, a Pedro Antonio Niño, “el tío Efrén”, el encargado del grupo de protección.

Con la muerte de los hermanos Vásquez Castaño146, prácticamente los operativos de Anorí llegan a su fin. Pese a lo anterior, el ejército siguió realizando patrullajes en la búsqueda de lo que se consideraban los últimos reductos de la organización guerrillera. En el grupo de “Alonso”, se produjo la captura del segundo responsable, “Nelson”, quien terminó de informante de los militares. “Alonso” murió tratando de recuperar el arma de un soldado que estaba herido y al cual creía muerto. De los guerrilleros que quedaron dispersos en la zona del operativo, solo algunos lograron romper el cerco con ayuda de los campesinos, los demás fueron capturados y muchos de ellos asesinados después de su captura.

El ELN, en el balance que hace de los enfrentamientos de Anorí, señala la realización de 39 combates, con 178 bajas entre oficiales, suboficiales y soldados y, más de cuatrocientos heridos, por parte del ejército. La guerrilla tuvo 27 bajas en los dos meses de combates de agosto a octubre, un gran número de capturas y de deserciones.

Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018)

Подняться наверх