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2.2. Balance final

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Una vez pasada la época de la irrupción del feminismo radical, enfrentadas en ciertos temas clave y desorganizadas por la obsesión igualitarista que certeramente analizó Jo Freeman31, sus teóricas y militantes tomarán diferentes rumbos. Algunas, como las pertenecientes al New York Radical Feminist fundado por Anne Koedt y Shulamith Firestone en 1969, se acercarán al feminismo liberal que proponía reformas concretas, más fácilmente alcanzables que los grandes proyectos utópicos. Otras, desde la preocupación por la salud, el rechazo de la guerra y la protección de la Naturaleza, se encaminaron hacia el ecofeminismo (véase capítulo correspondiente a esta tendencia). Se crearon organizaciones y se diseñaron estrategias para luchar contra la violencia sexual y el tráfico de mujeres. Algunas teóricas exploraron una revalorización de virtudes y prácticas tradicionales femeninas, desembocando en feminismos de la diferencia que practicaron políticas de la identidad. Como he intentado mostrar, los recorridos posteriores hacia la exaltación de los roles femeninos tradicionales estaban ya en germen en algunas de las primeras obras. Como ha observado agudamente Celia Amorós, existe «una tensión entre la crítica al androcentrismo y las demandas de redistribución hechas en nombre de consideraciones de igualdad» y cuando la primera ocupa la totalidad del primer plano, se pierde el aspecto reivindicativo del feminismo32.

La idea inicial de sororidad sostenida por el feminismo radical no resistió las críticas de las feministas negras, socialistas y postmodernas que insistieron en la pluralidad del colectivo femenino y en la existencia de relaciones de explotación no sólo entre los sexos sino entre las mismas mujeres. Se superó, así, cierta ingenuidad propia de los momentos de gran cohesión contestataria, al precio de una pérdida de la unidad y el impulso revolucionario.

Pero el debilitamiento y la gran fragmentación debida a todos estos factores, no nos debe hacer olvidar las extraordinarias aportaciones del feminismo radical y su enorme influencia en todo el espectro de posiciones feministas. Ya en el momento de su aparición, introdujo una necesaria dosis de audacia en las demandas del feminismo liberal. Más tarde, su idea de que el patriarcado es un sistema de dominación diferente al capitalismo dio origen a un feminismo socialista liberado de las tesis marxistas sobre «la condición femenina». Así, Heidi Hartmann, por ejemplo, elaborará la idea de adaptación del patriarcado a los distintos sistemas de organización social, y en particular al capitalismo, en el que se producirían curiosos pactos patriarcales interclasistas con objeto de mantener la situación de subordinación de las mujeres (véase capítulo de Cristina Molina Petit). Generó un movimiento de salud y ginecología alternativas y ayudó a transformar nuestra visión de la sexualidad y la vida de las mujeres en una rotunda afirmación de autonomía. Todos los informes Hite, incluso los publicados en los 9033, son deudores directos de sus intensas discusiones sobre el deseo y las prácticas sexuales. Asimismo, cuando Sally Cline34 en esa misma década, reivindica la posibilidad de un «celibato apasionado» como acto de libertad en un mundo consumista en el que la sexualidad ha sido convertida en una obligación, podemos percibir la continuidad de un pensamiento feminista radical que, a principios de los 70, denunciaba el sesgo masculino de la revolución sexual.

En declaraciones realizadas en el año 2000, Kate Millett ya no se muestra tan optimista como en los 70 y sostiene que, en EEUU, el movimiento feminista casi ha desaparecido y los derechos sociales y las libertades de las mujeres han sufrido un grave retroceso. Sin embargo, creo que una perspectiva histórica amplia nos permite concluir que las transformaciones producidas en el conjunto de las sociedades occidentales confirman su hipótesis inicial: aunque el sistema patriarcal hunde sus raíces en los orígenes de la humanidad, el cambio es posible. Pero quizás sea mucho más lento y más sometido a corsi e ricorsi de lo que se esperaba en los felices 60 y 70.

Teoría feminista 2: De la ilustración a la globalización

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