Читать книгу Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426) - Cicéron - Страница 16

167 (IX 1) (Finca de Formias, 6 de marzo del 49)

Оглавление

Cicerón saluda a Ático.

Aunque pienso que cuando leas esta carta tendré ya conocimiento de lo que ha pasado en Brundisio (pues Gneo salió de Canusio el 21 y te estoy escribiendo el 6, trece días después de su partida de Canusio), sin embargo me angustia cada hora de espera y me extraña que no haya llegado nada, ni siquiera un rumor; es sorprendente este silencio. Pero eso quizá son ‘cosas sin importancia’, que sin embargo necesariamente sabremos enseguida.

Sí, me molesta la imposibilidad de averiguar todavía [2] dónde está nuestro Publio Léntulo, dónde Domicio; me pregunto, buscando la posibilidad de conocer más fácilmente sus intenciones, si irán al encuentro de Pompeyo y, caso de hacerlo, por qué camino y cuándo irán.

Por cierto, oigo que la Urbe está llena ya de optimates y que administran justicia Sosio y Lupo, los cuales, según pensaba nuestro Gneo, llegarían a Brundisio antes que él. De aquí, ciertamente, se van en masa; incluso Manio Lépido, con quien solía pasarme el día entero, piensa hacerlo mañana.

Yo por mi parte aguardo en la finca de Formias para [3] recibir más pronto noticias; quiero ir luego a Arpino y desde allí seguir por donde el camino sea ‘lo menos frecuentado’ hacia el Adriático, después de alejar, o incluso licenciar, a mis lictores. Oigo, en efecto, que las gentes de bien, que ahora y muchas veces antes han supuesto una gran salvaguarda para la república, no aprueban esta vacilación mía y discuten mucho y con severidad acerca de mí en sus banquetes, sin duda iniciados temprano 52 .

Cedamos, pues, y, para ser buenos ciudadanos, hagamos la guerra a Italia por tierra y por mar; encendamos de nuevo contra nosotros los odios de los malvados, que ya estaban extinguidos, y sigamos los consejos de Luceyo y Teófanes 53 .

[4] Pues Escipión, o se marcha a Siria, de acuerdo con el sorteo, o junto a su yerno 54 , de acuerdo con su honorabilidad, o bien huye de la cólera de César. Los Marcelos desde luego se quedarían si no temieran a la espada de César. Apio, por ese mismo temor y el de enemistades recientes 55 . Sin embargo, salvo éste y Gayo Casio, los demás son legados y Fausto procuestor; tan sólo a mí me es lícito lo uno o lo otro.

También está mi hermano, a quien no es justo asociar a mi suerte actual; con él César se enfadará incluso más, pero no puedo conseguir que se quede. Daré esto a Pompeyo, con el que estoy en deuda; pues a mí por lo menos no me mueve ningún otro: ni las palabras de los buenos, que no existen, ni una causa que ha sido llevada con tibieza y lo será con torpeza; a uno, a uno solo le doy esto, aun cuando ni siquiera me lo pida y la causa que lleva no sea suya, como él dice, sino de todos.

Me gustaría mucho conocer tu opinión respecto a lo de hacer la travesía a Epiro.

Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426)

Подняться наверх