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162C (VIII 12C) (Luceria, 16 de febrero del 49)

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El procónsul Gneo Magno saluda al procónsul Lucio Domicio.

Marco Calenio 20 me ha traído una carta tuya el 16 de febrero; en esa carta escribes que tienes intención de vigilar a César y, si emprende la marcha en mi dirección a lo largo de la costa, acudir enseguida a mi encuentro a Samnio; en cambio, si se detiene en los alrededores de esa zona, quieres oponerle resistencia a poco que se acerque.

Estimo esa actuación tuya de gran coraje y energía, pero debemos mirar con más celo por no dispersarnos y estar en desventaja respecto al adversario cuando él tiene grandes fuerzas y en breve las tendrá mayores. No debes, pues, de acuerdo con tus previsiones, atender sólo a una cosa: el número de cohortes que en este momento tiene César contra ti, sino a la cantidad de fuerzas de caballería y de infantería que reunirá en breve tiempo. Testimonio de ello es la carta que me ha mandado Busenio 21 ; en ella me escribe (y lo mismo me escriben también otros) que Curión 22 reúne las guarniciones que están en Umbría y Toscana y emprende el camino al encuentro de César. Si estas fuerzas son concentradas en un solo lugar, aun cuando una parte del ejército sea enviada a Alba, y otra avance hacia ti, sin atacar, pero repeliendo los ataques desde sus posiciones, quedarás clavado y no podrás solo, con esas fuerzas, mantener a raya a una multitud tan grande para aprovisionarte.

[2] Por lo tanto, te exhorto con la mayor insistencia a venir aquí cuanto antes con todas tus fuerzas; los cónsules han decidido hacer lo mismo. Yo encargué a Marco Tuscilio 23 transmitirte la necesidad de tomar precauciones para que mis dos legiones no se pongan a la vista de César sin las cohortes del Piceno. Por lo tanto, no te alarmes si oyes que emprendo la retirada en el caso de que César venga hacia mí; pienso, en efecto, que se deben tomar precauciones para evitar que, rodeado, se me inmovilice. Pues ni puedo establecer un campamento a causa de la estación del año y la disposición de los soldados, ni es solución reunir las tropas sacándolas de todas las ciudades para no perder la retirada; de manera que no he concentrado en Luceria más que catorce cohortes.

Los cónsules me traerán todas las guarniciones o [3] marcharán a Sicilia, pues conviene o bien tener un ejército firme que nos dé confianza en la posibilidad de romper el frente o bien ocupar regiones desde las que se pueda repeler un ataque, cosas ambas que no están a nuestro alcance en este momento, porque César ha ocupado gran parte de Italia y nosotros no tenemos un ejército tan bien dotado y tan numeroso como él. Por eso debemos tomar precauciones para atender la situación de la república en conjunto. Una y otra vez te exhorto a que vengas cuanto antes a mi encuentro con todas tus fuerzas. Podemos todavía ahora enderezar la república si administramos el asunto de común acuerdo; pero si nos dispersamos, seremos débiles. Esto lo tengo claro.

Terminada ésta, Sica 24 me ha traído tu carta y tus [4] encargos. En cuanto a tu exhortación de que vaya ahí, considero que no puedo hacerlo, porque no confío en absoluto en estas legiones.

Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426)

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