Читать книгу Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426) - Cicéron - Страница 6

162 (VIII, 12) (Finca de Formias, 28 de febrero del 49)

Оглавление

Cicerón saluda a Ático.

La oftalmia me molesta más que antes 1 ; pese a ello, he preferido dictar esta carta a no darle ni una letra para ti a Galo Fabio 2 , que tan buen amigo es de los dos. Pues ayer, ciertamente, yo mismo escribí como pude aquella cuyo vaticinio 3 ansío que sea falso. En cuanto a la presente, el motivo no sólo es no dejar pasar ni un día sin mandarte carta, sino también otro más concreto: lograr que te tomes un momento (porque necesitas muy poco) 4 ; quiero que me expliques con claridad tu consejo, de forma que lo entienda plenamente.

Todo está intacto para mí: no ha habido omisión que no [2] tenga una explicación inteligente, no ya admisible. Desde luego no cometí un error cuando rehusé hacerme cargo de Capua 5 , que tenía ya asignada, por evitar no sólo la acusación de desidia sino incluso la sospecha de traición, ni cuando tras la presentación de las proposiciones de paz por medio de Lucio César y Fabato 6 , tomé la precaución de no ofender el ánimo de aquel a quien, ya armado, Pompeyo, también armado, le ofrecía el consulado y el triunfo.

[3] Y desde luego nadie puede reprocharme en justicia lo más reciente: el no haber atravesado el mar. Pues, aunque era cuestión de pensarlo, sin embargo no pude ir a su encuentro; y no debí tener sospechas, sobre todo cuando, por la carta misma de Pompeyo, no tenía duda (y veo que tú entendías lo mismo) de que él iba a ayudar a Domicio, y preferí meditar durante más tiempo lo que era justo y lo que yo debía hacer.

[4] En primer lugar, pues, me gustaría que me escribas con más detenimiento, aun cuando ya me lo has apuntado, qué te parece todo esto. Luego, que eches también una mirada hacia el futuro y delinees el hombre que debo ser y dónde piensas tú que puedo resultar más útil a la república: si se necesita una persona de paz o todo reside en un hombre de guerra.

[5] También yo, que todo lo miro por el rasero del deber, evoco, sin embargo, tus consejos; si los hubiese seguido, no habría sufrido la tristeza de aquellos tiempos 7 . Recuerdo cuanto me recomendabas por medio de Teófanes, de Culeón 8 , y lo he evocado muchas veces suspirando. Por tanto volvamos ahora al menos a los cálculos que entonces dejamos de lado, con objeto de seguir una conducta, no ya más gloriosa, sino también un poco más segura. Pero no anticipo nada: me gustaría que me escribieras con todo cuidado lo que sientes.

Asimismo quiero que averigües con la mayor presteza [6] que puedas (y por cierto, tendrás quienes te lo permitan) qué hace nuestro Léntulo, qué Domicio 9 ; qué piensan hacer, cómo se comportan ahora, si acusan a alguien, si están enojados con alguno… ¿qué digo con alguno?: ¡con Pompeyo! Absolutamente toda la culpa se la echa Pompeyo a Domicio; eso se puede saber por su propia carta, de la que te adjunto una copia. Esto es, pues, lo que debes ver, y ya te lo escribí antes: mándame, por favor, el libro de Demetrio de Magnesia sobre la concordia que él te mandó a ti 10 .

Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426)

Подняться наверх