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Capítulo 1
El momento de la jubilación
El atractivo de la juventud

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Con el transcurso de los años la identidad sexual puede verse dañada: se tiene la sensación de ya no ser deseable; ya no se es un hombre o una mujer, sino un jubilado. El culto a la juventud que reina hoy en día no facilita mucho las cosas: a lo largo de la vida, uno primero es calificado como jovencito o jovencita; luego se es un hombre o una mujer «de cierta edad»; a continuación, un cincuentón o una cincuentona, antes de pasar al grupo indiferenciado de personas de la tercera edad.

Para escapar de su malestar y del hecho de estar en casa todo el día, tal vez nuestro padre sienta la necesidad de ir a «mirar» a otra parte. Para huir del espectro del envejecimiento, por miedo a perder una parte de su virilidad con la edad, algunos hombres tienden a elegir acompañantes más jóvenes, para así intentar mantenerse jóvenes también ellos. A menudo comienzan con una crisis en la mitad de la vida, una etapa en la que se producen muchas separaciones. La relación con una mujer joven les puede dar confianza en sí mismos, pero también aumentar su ansiedad: ¿y si no están a la altura? Aunque en ese momento viven una segunda juventud, ¿qué ocurrirá al cabo de diez años, con la diferencia de edad con su compañera?

En las mujeres, este fenómeno se observa con menos frecuencia, tal vez porque socialmente todavía está peor visto, pero las cosas evolucionan también para ellas. Sea como sea, evitaremos atribuir a una crisis de la edad toda infidelidad de una persona de más de sesenta años. Nadie tiene derecho a poner edad al amor verdadero. La constatación de que nuestros padres todavía tienen poder de seducción puede molestarnos: para nosotros, desde hace un tiempo, son los abuelos de nuestros hijos y punto. Ya no estábamos acostumbrados a plantearnos el tema de su sexualidad; incluso podíamos llegar a pensar que no era cosa de su edad.

Capricho pasajero o relación más estable que puede llevar a su separación: se trata de un tema de pareja en el que no debemos intervenir. ¿Qué podemos saber del motivo que los ha conducido a esa situación? La jubilación, al materializar el paso del tiempo, puede llevar a algunas personas a tomar decisiones que antes nunca hubiesen tomado. Como hijos, no tenemos derecho a tomar partido por uno o por otro, al igual que no nos gustaría que ellos se metieran en nuestra vida sentimental…

No olvidemos que sus problemas de pareja y su vida sexual no nos incumben, y debemos recordárselo amablemente al que se haga la víctima y quiera llevarnos a su terreno. Pero si uno de los dos se siente solo, puede estar sufriendo y eso debemos entenderlo. Así, podemos prestarnos a escucharlo y ser comprensivos, pero sin entrar en el campo de batalla.

Cuando el carácter se vuelve difícil con la edad

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