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ESTRATEGIAS PARA SOBREVIVIR EN LA “SELVA EMPRESARIAL”

El objetivo de toda compañía es liderar el segmento de mercado en el cual centra su actividad, pero para ello debe disponer de ventajas competitivas por sobre su competencia.

Se plantea entonces la pregunta de cómo diferenciarse de los demás para tratar de ser más competitivos. Podemos tratar de conseguirlo a través del precio. Esto funcionaría siempre que contemos con algunos elementos que influyan en el precio de nuestro producto o servicio y que no puedan ser igualados por nuestra competencia, ya que de lo contrario, corremos el riesgo de que una nueva empresa se instale con un precio igual o inferior. Esto nos obligaría a bajarlo aún más, hasta llegar a unos márgenes que pongan en peligro la supervivencia de ambas empresas. Tampoco podemos pensar en bajar el precio a cuenta de mermar la calidad de nuestro producto o servicio, pues en este caso corremos el riesgo de deteriorar la imagen de nuestro principal activo en el mercado, lo que acabará afectando a nuestras ventas.

Debemos pensar en actuar sobre los factores internos de la empresa, sobre cada una de las partes y procesos que intervienen hasta el preciso momento de vender el producto o brindar el servicio final: en la forma en que se utilizan los recursos, ya sean materiales o humanos, una gestión más eficaz, etc., y esto redundará en la mejora de su calidad. Se trata de estar constantemente mejorando, perfeccionando, innovando, se trata de estar abierto a nuevos cambios en la gestión de los recursos que redunden en una mejora continua de la organización de nuestra empresa.

Si, por el contrario, tratamos de actuar sobre los factores externos, los que actúan en el mercado o los que influyen en nuestros productos o servicios, la mejor fórmula es diferenciarnos de la competencia: en la manera de encarar la publicidad, en la forma de promocionarnos, en el servicio de posventa, en la generación de mayor valor a los clientes.

Para seguir generando valor y no perder competitividad es necesario evitar el estancamiento, analizando los cambios que se van produciendo en el mercado y su entorno, y manteniendo la agilidad necesaria para responder ante los cambios adaptando la estructura de nuestra empresa, pero existen diversos factores que a veces impiden una respuesta eficaz a estos cambios: por ejemplo: el sentimiento de ‘estar acomodados’, la desconfianza, la mentalidad tradicionalista, etcétera.

Estos factores no se suelen dar, curiosamente, en las empresas que acaban de llegar al mercado y que han analizado la situación del mismo, y están preparadas para conquistarlo. Estas empresas no tienen ya un saber desarrollado, creencias, experiencias, el acceso al capital, etc.; sin embargo, tienen como principal activo el potencial humano o dicho de otra manera, el conocimiento de su personal, y una visión abierta hacia los cambios que se están produciendo a su alrededor.

En conclusión: en cualquier empresa, la estrategia de crecimiento debe estar enfocada teniendo en cuenta el entorno dinámico en el que se mueve, es decir, preparada para el cambio, y por otro lado, buscando elementos diferenciales con respecto a la competencia, bien sea en los factores endógenos o en los externos que los hagan difícilmente imitables, por lo tanto, se trata de profundizar en las ventajas competitivas de que dispone.

Para que cualquier empresa, comercio, negocio o profesional independiente no se quede obsoleto y mantenga su rentabilidad, y por ende su competitividad, debe estar continuamente adaptándose a la realidad. Pero hay que hacerlo de forma activa, y antes de que lo haga la competencia (cuando reaccionemos puede que sea tarde), lo que indica la importancia de ir detectando oportunidades, cambios en el entorno, cambios en los mercados, utilizando la creatividad como herramienta que nos permita elaborar nuevas ideas en base a datos ciertos y precisos. En definitiva: es fundamental involucrar al personal de la empresa para participar de un proceso de generación de ideas que permita adaptarse al entorno cambiante y complejo de la actualidad.

Y las empresas de hoy, sobre todo en Latinoamérica, necesitan, antes que grandes capitales e incluso grandes ideas, estrategias inteligentes que les permitan adaptarse “a los cambios que presenta la realidad”.

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