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En una obra en la que intento explorar cómo construir y transitar un camino en búsqueda del Éxito creo que es de base agradecerle a la gente que me ayudó a lo largo de estos años a lograrlo.

A mi esposa Anahí, a mi hijo Bautista y a mi hermana Claudia porque me acompañaron sin dudar cuando decidí cerrar mi casa de Buenos Aires y hacer las maletas para vivir en México buscando construir algo más grande, más sólido, con más futuro. Un movimiento que en aquella época parecía una locura, más cuando teníamos todo lo que cualquier mortal soñaría en la vida.

A mi viejo Américo, porque siempre disfrutó y apoyó de una u otra manera cada uno de mis proyectos.

A Gabriel Catelli, Arturo Guarino, Dieter Effa, Alfredo Fellipone, Víctor Catelli, Rafael Bastida y Johnny Guracier, porque ellos son los “hermanos” que me dio la vida y compartimos una juventud maravillosa que me preparó para desenvolverme de la mejor manera.

A Frank Suárez porque desde el día que nos conocimos sentados en un banco de madera del Subway de la calle 34 en New York mi vida cambió radicalmente. Gracias por todo lo que me enseñaste.

A Elba Menecier por todo lo que construimos juntos en esos años.

A Andrés Frydman por mis experiencias en ESAMA, la consultora que hoy es líder en Latinoamérica en temas comerciales.

A Ernesto Puñales, Ivan Kechichián y Julio Guridi de inConcert. Por confiar en mí para liderar en México algo tan importante para ellos. El esfuerzo dió resultado, hoy somos líderes en el mercado mexicano en nuestro nicho tecnológico.

A Gladys Sebastiao que más allá del placer de trabajar juntos “codo a codo” haciendo Marketing por veinte años, ha sido de vital importancia para que pudiera en este último año reescribir y reeditar mis libros adaptándolos a un nuevo tiempo. Sin su ayuda y apoyo cons-tante hubiera sido imposible.

A Abel Cortese.

A mis compañeros de cada Grand Slam con los que recorremos el mundo detrás del tenis. Carlos Bravo, Ruben Marturet, Jaime Bravo, Aaron Montero, Camilo Pérez.

A Francisco Javier Quintanar por su respaldo en el día a día de México y su importante ayuda en la corrección de mis obras.

A Carlos Berinstein, Saúl Carmí y Dora Stelzer por el apoyo que me brindaron al llegar a México. Es muy difícil dejar una vida de comodidades y de relaciones atrás y comenzar a construir una nueva desde cero tan lejos de los amigos. Ellos siempre estuvieron conmigo y me ayudaron a no bajar los brazos.

A Bettina, Gabriel, Tommy y Felipe Kuskunov, porque son mi familia en Miami y los llevo siempre en el corazón.

A Hernán Rafael García Serafín, por el apoyo incondicional de siempre, por su paciencia, sus consejos, no tengo palabras para agradecerle.

A la chica de aquella pequeña consultora de recursos humanos -que costaba encontrarla en el edificio de la calle Horacio- y que me entrevistó en los primeros meses de vivir en México, cuando buscaba y buscaba y no encontraba el camino. Ella dijo que mi lenguaje corporal mostraba soberbia y que nunca iba a conseguir un trabajo bien remunerado en México.

Muchas Gracias… Tenía razón, nunca tuve un trabajo, ni lo iba a tener.

Siempre la vida me dio la maravillosa oportunidad de crear empresas, desarrollarlas, liderarlas y desde las mismas generar puestos de trabajo. Sus comentarios fueron muy importantes para mí en ese momento ya que lejos de bajar “la guardia” luché más que nunca para lograr los objetivos que me propuse al llegar a este país de enormes oportunidades para el que decide comprometerse.

Quedará seguramente mucha gente pendiente de agradecimientos hoy, familiares, amigos y colegas que siempre estuvieron allí cuando uno los necesitó, gente que uno encuentra a través del camino de la vida y estoy convencido de que no aparecen por casualidad.

No hay que olvidarse de agradecerles también a los que disfrutan poniendo piedras, a los envidiosos, a los “pisabrotes”, a los que dicen siempre que mi próximo emprendimiento no va a andar, a los que se dedican a poner obstáculos en el camino porque también ellos nos ayudan a superarnos y a encontrar nuevas maneras de sortear las dificultades y lograr nuestros objetivos.

Daniel Cestau Liz