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Capítulo 2 Cuando algo te falte: “Yo soy el pan de vida”

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Los siete “Yo soy” son una peculiaridad del Evangelio de Juan. El apóstol Juan era un sobreviviente, cuando fue movido por la inspiración a escribir el sublime relato. En las postrimerías del primer siglo, los demás apóstoles habían muerto y, probablemente, quedaban pocas personas que hubiesen conocido al Señor. “Como último sobreviviente de los discípulos que estuvieron íntimamente relacionados con el Salvador, su mensaje tuvo una gran influencia en el establecimiento del hecho de que Jesús era el Mesías, el Redentor del mundo. Nadie podía dudar de su sinceridad, y mediante sus enseñanzas muchos fueron inducidos a salir de la incredulidad”.10 A la sazón, el apóstol vuelve a contar la historia de Jesús a quienes no habían tenido el privilegio de ser testigos de su ministerio.

Impactan la sencillez y la profundidad espiritual del Evangelio de Juan, uno de los documentos más inspiradores del Nuevo Testamento. Se parece poco a los otros Evangelios. El autor del cuarto Evangelio cuenta historias diferentes, no registra parábolas y los milagros son pocos, aunque elegidos reflexivamente.

Su autor, Juan, hijo de Zebedeo, nunca usa su propio nombre para hablar de sí mismo. En cambio, se presenta como el discípulo al que Jesús amaba. Cuando menciona el nombre Juan, es para referirse al Bautista. No da la impresión de un hombre preocupado por su identidad personal, sino por la identidad de Jesús. Se supo amado y transformado por el Señor; entonces, propuso a sus lectores una experiencia personal con Jesús como la que él había disfrutado. O, tal vez entendió que la identidad más significativa se construye a partir de sentirse amado y aceptado por el Señor.

Entre otras características, el Evangelio de Juan reitera la fórmula “Yo Soy” (griego égo eimí) por parte de Jesús. Los símbolos que sirven de predicados nos hablan de la persona y de la obra de Jesús. Todos ellos están tomados de la vida diaria, de las cosas comunes como el pan o la luz, las ovejas o la vid.

Es posible que los “Yo Soy” estén relacionados con alguno de los milagros de Jesús. John R. W. Stott observó que Juan construyó su Evangelio alrededor de seis o siete “señales” seleccionadas (Juan 20:30, 31), y las asoció con las grandes declaraciones de Cristo que comienzan con las palabras “Yo soy”.11

Varios “Yo soy” tienen claras conexiones con las fiestas de Israel. La frase “Yo soy el pan de vida” se pronunció en el tiempo de la Pascua, la principal celebración de la primavera, y se relaciona claramente con el milagro de la multiplicación del pan. “Yo soy la luz del mundo” se corresponde con la fiesta de los Tabernáculos, celebrada en otoño, y con el sanamiento del ciego de nacimiento. “Yo soy la puerta de las ovejas” y “Yo soy el buen pastor” tienen el mismo contexto. La expresión “Yo soy la resurrección y la vida” pertenece al tiempo invernal de la fiesta de la Dedicación, o Hanukah, y se pronunció poco antes de la resurrección de Lázaro. “Yo soy el camino, la verdad y la vida” y “Yo soy la vid verdadera” se asocian una vez más con la Pascua hebrea.

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