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_Prólogo

Nunca antes había sido tan urgente y necesario un libro como este. Un texto que nos introdujera en el Evangelio para mostrarnos resplandeciente, luminoso, actual, no solo el mensaje de Jesucristo, sino su misma persona en toda su dimensión humana-divina de mensajero del Padre; sanador de multitudes; enemigo de la religión sin corazón; amigo de pecadores y excluidos; austero y al mismo tiempo espléndido; en el desierto y en el banquete de bodas; en la montaña y en las cuevas. En Jesús, su persona y su mensaje son una misma cosa. Jesucristo, el Hijo de Dios, es el evangelio mismo, nos dice el autor de esta obra. Por eso nos interpela personalmente, todavía hoy, como hace dos mil años.

Muchos cristianos que recurren a la Biblia para formarse en la fe y en la sana doctrina raramente recurren a Cristo primero, precisamente para entender la Biblia, el contenido, la esencia y el alcance de la revelación divina, de ahí que se produzca ese preocupante fenómeno de un cristianismo de religiosidad de corte formalista, y hasta legalista. Aquello que más combatió Jesús. Otros, por contra, se centran en un evangelio que tiene respuesta fácil a las necesidades más urgentes de los hombres y mujeres de nuestra época: necesidad de aceptación, de prosperidad, de seguridad; legítimas en sí mismas, pero que deben contemplarse siempre a la luz de la persona de Jesús y su mensaje de salvación en la prioridad del Reino de Dios y su justicia.

Dice el autor de este libro que sin seguir el camino de Jesús es imposible conocer a Dios. Ni a Dios, ni a su Palabra, ni a nosotros mismos. Cuando conocemos a Jesús, conocer en el sentido bíblico de intimidad, de comunión, de fusión de amor en un solo ser, entonces sabemos que Jesucristo no ha venido a robarnos nada, nuestra autonomía, nuestra libertad, nuestras ganas de vivir, sino todo lo contrario, ha venido a enriquecernos, a humanizarnos radicalmente, desde esa raíz trascendental que todos somos fundamentalmente en virtud de nuestra creación a imagen y semejanza de Dios, ignorada las más de las veces, mancillada y entenebrecida por falta de conocimiento.

Cristo es, como asegura el pastor y profesor Tomasini: La victoria final de Dios sobre todo poder de deshumanización y muerte. Es la anticipación del reino final de Dios. Un nuevo orden ha irrumpido victorioso, aunque la lucha con el antiguo orden continúe.

En su triple calidad de pastor, maestro y psicólogo, Daniel Tomasini nos introduce en la vida de Jesús de la mano del Evangelio de Marcos, ofreciéndonos una visión poliédrica de cada paso y acción de Jesucristo en lo que tiene de relación y correspondencia con nuestra vida presente. Cada sermón, que es en realidad un comentario actualizado de la vida de Jesús desde el comienzo de su ministerio público, desgrana los elementos más importantes y significativos de lo que Jesús sigue significando para nosotros, con sus palabras de consuelo y perdón, por una parte, pero también de reto y compromiso, por otra.

Para ello el autor, con su larga experiencia pastoral y clínica, recurre a su formación teológica y psicoanalítica para extraer lo mejor de los relatos de Marcos, cuyo rico contenido espiritual llega a nuestros días en la forma de vidas cambiadas por su impacto. Para ello agrupa en bloques temáticos el contenido del Evangelio de Marcos, que expone en cada sermón, los cuales se componen de 4 o 5 divisiones, tantas cuantas requiere una explicación contextual en orden a una mejor comprensión de cada aspecto relacionado con Jesús y su mensaje. Esto lo hace con un rico estilo literario que provoca en el lector una especie de degustación de lo que está leyendo. Pues de esto se trata, de leer el Evangelio como el que come para nutrirse de vitaminas y recuperar fuerzas.

El autor nos advierte que “uno de los grandes peligros que enfrenta la iglesia de hoy es dejar de cumplir su misión y convertirse en un club; es abandonar la tarea que Jesús le encomendó y hacerse irrelevante frente a las necesidades de las personas; es perder el poder del Espíritu y solo conservar ciertos ritos y símbolos litúrgicos, que solo evocan el fervor de otros tiempos”. En la vida de Jesús vemos su preocupación e interés por el bien de la gente que le sale al encuentro, a la que siempre responde con una palabra de salvación. Jesús no tenía interés en la formación de un grupo de élite en torno a unas doctrinas teosóficas, que fue la tentación de los primeros gnósticos cristianos, sino en la formación de hombres y mujeres capaces de enfrentarse a las necesidades de la gente, comenzando por la reconciliación con Dios.

La iglesia de Jesús, su parroquia, fueron las calles, los lagos y los caminos de Judea y Galilea; las plazas, los mercados y hasta los mismos cementerios. No en vano traía un mensaje de resurrección. Y de justicia, pero no de justicia de legislador, que impone mediante un sistema de recompensas y castigos, sino de justicia salvífica, rehabilitadora, como nos recuerda el pastor Tomasini, que da derechos a los que les son negados: los niños, las mujeres, los pecadores, los enfermos, los pobres y los marginados en general. “La justicia que muestra Jesús es una justicia que restaura, integra y promueve la equidad social y la dignidad humana”.

No puedo menos de recomendar sinceramente y de corazón la lectura y meditación de este libro, con mi oración de que pueda convertirse en un medio de encuentro personal con Jesús.

Alfonso Ropero, Ph. D.

Profesor de Teología Espiritual en la Facultad Teológica Cristiana Reforma.

Autor de La vida cristiana centrada en Cristo (CLIE 2017).

Sermones actuales sobre el discipulado cristiano

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